ACTUALIZADO EL JUEVES 27 DE OCTUBRE CON LA DIMISIÓN DEL RECTOR DE SAN PABLO, GILES FRASER
La acampada anticapitalista frente a la catedral de San Pablo está empezando a desvelar sus contradicciones. Mientras la Iglesia ha decidido cerrar el acceso del público a la catedral por primera vez desde la II Guerra Mundial alegando razones de seguridad que nadie entiende muy bien, los acampados empiezan a ser objeto no ya de crítica, sino de mofa, porque parece que solo unos pocos pernoctan en las incómodas tiendas de campaña.