David Cameron estuvo la
semana pasada tres días en la India. Ha sido su segundo viaje a la antigua colonia
desde que llegó a Downing Street en 2010. No ha sido fácil. Quedan muy lejos
los días del Imperio Británico y el primer ministro no ha tenido la acogida que
le hubieran reservado hace un siglo. Ni siquiera ha sido noticia de primera
página en la prensa local y la agenda de su estancia deja muy claro que están
cambiando las tornas.