Israel se mira al espejo tras 65 años y hay quienes en el país no ven una imagen aún del todo definida. Ese debe ser el motivo por el que un grupo de legisladores conservadores haya presentado esta semana en la Knesset un proyecto de ley que establece que Israel es “un Estado judío con un régimen democrático”. Lo segundo, por si no queda claro, supeditado a lo primero. Hoy, dos leyes básicas del Estado -que carece de Constitución- lo definen como “judío y democrático”, por igual. Tanto monta, monta tanto.
Lo que buscan estos legisladores, de los partidos Likud y Casa Judía, coaligados en el Gobierno, es forzar a los juzgados a velar por la manutención de la naturaleza judía del país. Hasta el momento, la jurisprudencia establece que los judíos de Israel no pueden tener trato preferente sobre los demás, en tanto en cuanto en la esencia de la nación se halla su condición democrática para con todos sus ciudadanos de derecho.
Lo explicó en la Knesset en estos términos el legislador Yariv Levin: “Durante años, la Corte Suprema ha erosionado la naturaleza judía del Estado, convirtiéndolo en un Estado democrático con un poco de contenido judío... Esta ley restaurará el orden correcto. El Estado es un Estado judío, el Estado del pueblo judío, y es el valor básico dentro del que el régimen democrático existe. Esta ley impondrá sobre la Corte Suprema una interpretación diferente y más correcta”.