David Alandete

Sobre el autor

(Valencia, 1978) es corresponsal de El País en Oriente Próximo desde 2013. Previamente, durante seis años, trabajó en la delegación del diario en Washington. Fue corresponsal en el Departamento de Estado y en el Pentágono, y cubrió la guerra de Afganistán, los juicios en Guantánamo y las campañas presidenciales republicanas de 2008 y 2012. En 2006 recibió una beca Fulbright para periodistas, y se especializó en Relaciones Internacionales y el Conflicto Árabe-Israelí. En este blog atenderá también a las consultas, dudas y quejas de los lectores. Pueden contactar con el autor a través de Twitter o Eskup.

Eskup

Archivo

febrero 2014

Lun. Mar. Mie. Jue. Vie. Sáb. Dom.
          1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
24 25 26 27 28    

¿Más judío que democrático?

Por: | 26 de junio de 2013

Efe-fotos-espana.8591867
Judíos ortodoxos en Jerusalén / Abir Sultan, EFE

Israel se mira al espejo tras 65 años y hay quienes en el país no ven una imagen aún del todo definida. Ese debe ser el motivo por el que un grupo de legisladores conservadores haya presentado esta semana en la Knesset un proyecto de ley que establece que Israel es “un Estado judío con un régimen democrático”. Lo segundo, por si no queda claro, supeditado a lo primero. Hoy, dos leyes básicas del Estado -que carece de Constitución- lo definen como “judío y democrático”, por igual. Tanto monta, monta tanto.

Lo que buscan estos legisladores, de los partidos Likud y Casa Judía, coaligados en el Gobierno, es forzar a los juzgados a velar por la manutención de la naturaleza judía del país. Hasta el momento, la jurisprudencia establece que los judíos de Israel no pueden tener trato preferente sobre los demás, en tanto en cuanto en la esencia de la nación se halla su condición democrática para con todos sus ciudadanos de derecho.

Lo explicó en la Knesset en estos términos el legislador Yariv Levin: “Durante años, la Corte Suprema ha erosionado la naturaleza judía del Estado, convirtiéndolo en un Estado democrático con un poco de contenido judío... Esta ley restaurará el orden correcto. El Estado es un Estado judío, el Estado del pueblo judío, y es el valor básico dentro del que el régimen democrático existe. Esta ley impondrá sobre la Corte Suprema una interpretación diferente y más correcta”.

Seguir leyendo »

Las estrellas no ciegan a Israel

Por: | 20 de junio de 2013

Efe-fotos-espana.8578869
Peres y Streisand / Kobo Gideon, EFE

Pocas personas hay tan extremadamente críticas con los israelíes como los propios israelíes. De puertas adentro, no hay consenso ni voces que loen al unísono ni al Gobierno ni a la oposición. Los editoriales más furibundos contra Benjamín Netanyahu los he leído en diarios israelíes como Haaretz. He oído a políticos de partidos centristas llamar a una buena parte de los votantes “parásitos”. No hay, a veces, concierto en la política israelí, y con tanta disonancia es difícil que asuntos cruciales, como el proceso de paz, avancen rápido por la buena vía. Un día la ministra Tzipi Livni casi implora a sus socios de gobierno que hagan un esfuerzo para facilitar las negociaciones con los palestinos y al siguiente su compañero de gobierno, Naftalí Bennett, dice que el problema de Cisjordania es como “metralla en el culo”.

De un panorama como este no cabía esperar una unánime ovación de admiración en los fastos de celebración del 90 cumpleaños del presidente Simón Peres. El pretexto fue una conferencia sobre los desafíos del mañana celebrada aquí en Jerusalén, de esas de pomposo nombre y elevado caché, donde uno veía pasar a Bill Clinton, Tony Blair, Robert DeNiro, Barbra Streisand y Sharon Stone (quien, según me contó una periodista de AP, pudo haber dicho durante una visita a un hospital algo semejante a “solucionar el problema entre israelíes y palestinos es como perder peso”). Enigmas aparte, la gala inaugural de la conferencia fue un saturnal de halagos a Peres. “Eres el Einstein social”, le dijo Clinton, sin rubor y con esa enigmática sonrisa suya que le ha ayudado a superar tantos trances desde sus días en Arkansas.

Los medios israelíes llevan días en una bacanal de desenfreno verbal. “Kim Il Peres”, le llamó Nahum Barnea en el diario Yedioth Ahronoth. “Anoche tuvimos que pellizcarnos de tanto en tanto para recordar que vivimos en una república”, escribió. “El culto a la personalidad que se le dedicó anoche es ajeno a la cultura política de Israel, y opuesto a todos los valores que predica Peres. Lo que sucede en Corea del Norte debería quedarse en Corea del Norte... Peres, con todo el respeto debido, no es ningún Einstein social”. Hoy, Gideon Levy tildaba la ceremonia de “noche de mentiras” y “evento inmoral” en Haaretz. “Aun si uno ignora la ostentación, el mal gusto, el culto a la personalidad y el kitsch -todo en cantidades que hubieran avergonzado a Nicolae Ceaucescu- fue una celebración de la mentira”.

Seguir leyendo »

Hamás se queda solo

Por: | 11 de junio de 2013

122800_600
Viñeta: Jim Marguiles / The Record, 2012

Hubo un tiempo en que el trío era un cuarteto. La revuelta en Siria arruinó la armonía. Irán, Siria, la guerrilla libanesa Hezbolá y el grupo islámico palestino Hamás avanzaban juntos de la mano contra el enemigo israelí, siguiendo los pasos del ayatolá Ruhollah Homeini. El propio líder de Hamás, Khaled Meshal, lo dijo en una visita a Teherán en 2006: “Seguimos el camino que abrió Jomeini”. El camino era la revolución islámica. Y esa afirmación situaba a Hamás, un grupo suní creado por los Hermanos Musulmanes, en una órbita chií. El puzzle se mantuvo unido durante décadas, hasta que la presión de la revolución siria hizo que Hamás saltara como una pieza que en realidad nunca había cuadrado allí.

En Siria, lo que parecía una revuelta más de la llamada Primavera Árabe acabó convirtiéndose en una guerra civil sectaria, de una mayoría suní contra una amalgama de grupos minoritarios orquestados por el grupo alauí -una derivación del chiísmo- del presidente Bachar el Asad. Cuando parecía que la caída de El Asad era sólo cuestión de tiempo, prominentes líderes de Hamás decidieron saltar del barco antes que nadie, por si acaso, y dejaron a El Asad a una suerte que no se puede considerar del todo mala, dado el apoyo militar que le ofrece Hezbolá.

Mientras los hombres de Hezbolá han cruzado la frontera de Líbano y se han esmerado en apuntalar a El Asad y tomar con éxito Qusair, Hamás ha apoyado a los rebeldes. En consecuencia, le expulsó de Damasco el Gobierno de Siria en diciembre de 2011. Meshal hizo las maletas y se fue con su Comité Político en el exilio a Catar, mientras el primer ministro del Gobierno de Hamás en Gaza, Ismael Haniye, saludaba a los revolucionarios sirios como luchadores por la libertad. No todo fue retórica. Varios medios árabes israelíes han publicado recientemente informes sobre la actividad de milicianos de Hamás entre los grupos rebeldes sirios, y de bajas de palestinos en la toma de Qusair.

Seguir leyendo »

Jugada maestra

Por: | 03 de junio de 2013

Nic6220948
Foto: Sebastian Scheiner / AFP


Hace sólo cuatro meses parecía cosa del pasado, un rey venido a menos, con una victoria electoral pírrica a sus espaldas, todo por perder y poco que ganar. A su izquierda y derecha, dos nuevas estrellas de la política israelí emergían refulgentes, dispuestas a comerse el mundo, con las miras puestas en el ansiado trono de aquel al que los israelíes se referían con el cómico nombre de Rey Bibi.

A Benjamín Netanyahu, las urnas le habían obligado a encontrar incómodos y extraños compañeros de Gobierno: Naftalí Bennett, del ultrancionalista Casa Judía, y Yair Lapid, del centrista Hay Futuro. Es fácil ahora imaginarse a Netanyahu dando un paso atrás para situarse en una oscuridad prudente, frotándose las manos y pensando que la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.

Lapid y Bennett forjaron una alianza preelectoral, con la que extrajeron de sus programas electorales una serie de puntos comunes con los que acudieron a negociar con Netanyahu. Éste los aceptó en su mayoría, sobre todo los de las reformas económicas y recortes en el gasto público y el de obligar a los ultraortodoxos a que se integraran más en el mercado laboral y el Ejército.

Seguir leyendo »

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal