David Alandete

Sobre el autor

(Valencia, 1978) es corresponsal de El País en Oriente Próximo desde 2013. Previamente, durante seis años, trabajó en la delegación del diario en Washington. Fue corresponsal en el Departamento de Estado y en el Pentágono, y cubrió la guerra de Afganistán, los juicios en Guantánamo y las campañas presidenciales republicanas de 2008 y 2012. En 2006 recibió una beca Fulbright para periodistas, y se especializó en Relaciones Internacionales y el Conflicto Árabe-Israelí. En este blog atenderá también a las consultas, dudas y quejas de los lectores. Pueden contactar con el autor a través de Twitter o Eskup.

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Desunidos ante la tormenta

Por: | 15 de diciembre de 2013

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Jerusalén / Getty, Uriel Sinai
 
Ni siquiera bajo la nieve hay armonía. La tormenta Alexa ha golpeado a Oriente Próximo con gran fuerza este fin de semana. Los más vulnerables, los refugiados, han sufrido más que nadie. Y cada cual, desde Egipto hasta Siria, ha reaccionado de acuerdo con sus circunstancias y sus expectativas. Estas son algunas de las imágenes que ha dejado la tormenta, y un breve razonamiento de por qué ni las condiciones meteorológicas más extremas crean unidad o un amago de solidaridad en zona de rivalidades y conflictos. 

 

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Una deuda sin saldar

Por: | 11 de diciembre de 2013

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Netanyahu en Italia / AP

Parecía no faltar nadie en Sudáfrica en la despedida de Nelson Mandela, un líder al que han llorado las ovejas y los lobos. Obama, Castro, Roussef, Karzai, Cameron. Estaban todos. O casi. Israel no envió ni al presidente ni al primer ministro. En su lugar acudió Yuri Edelstein, el presidente del parlamento. A otros les dejaré analizar qué supone enviar a un colono, que vive en Neve Daniel, un asentamiento en Cisjordania, al funeral de Estado de un hombre que en vida fue enormemente crítico con lo ocupación israelí de los territorios palestinos. Lo importante son las ausencias. Simón Peres quiso acudir pero a su formidable fuerza de voluntad le pudo una gripe. Caso aparte es Benjamín Netanyahu, que tenía la responsabilidad de acudir pero que decidió quedarse en casa por los costes que supondría el viaje, más de un millón de euros.

En un momento en que todo se puso entre paréntesis para despedir a Mandela, cuando incluso fue posible que los presidentes de Estados Unidos y Cuba se dieran la mano, Israel quedó arrinconado en su propia confusión. Netanyahu gastó grandes energías en intentar boicotear un acuerdo de las grandes potencias mundiales con Irán. Esta semana le ha puesto la zancadilla al jefe de la diplomacia norteamericana, John Kerry, respondiendo a unas declaraciones esperanzadoras de este sobre el proceso de paz con una sucinta negación: “Los israelíes y los palestinos no estamos cerca de alcanzar un acuerdo”. Y ahora esta ausencia diplomática, puesta de relieve por el error del maestro de ceremonias, que en el estadio de Johanesburgo donde se honraba a Mandela leyó los nombres de Peres y Netanyahu como si estuvieran allí presentes.

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