Cembrero

Abdelaziz Buteflika, enfermo pero robusto políticamente

Por: | 12 de septiembre de 2013

El jefe de Estado de Argelia recorta el poderío del servicio secreto militar un año antes de las presidenciales

FotoButefRobert Ford, el embajador de EE UU en Argelia, se pregunt aba con frecuencia donde estaba el poder, según los cables diplomáticos divulgados por Wikileaks. Éste fluctuaba entre el presidente Abdelaziz Buteflika y la Dirección de Investigación y de la Seguridad (DRS, según sus iniciales en francés), el servicio secreto militar.  

Desde principios de mes el poder se inclina, sin embargo, cada vez más del lado de los civiles con Buteflika a la cabeza. Un jefe de Estado de 76 años, al que se daba por moribundo cuando estaba ingresado en París a finales de abril, tras padecer un ictus, ha logrado, en el último trecho de su mandato presidencial, recortar los poderes de su eterno rival, el general Mohamed Médiène, apodado Tufik, de 74 años.

Buteflika remodeló además el miércoles el Gobierno argelino –a finales de agosto impuso ya a su candidato en la dirección de antiguo partido único (Frente de Liberación Nacional)- para que, cuando deje el poder en abril del año próximo, el sucesor que él haya designado sea elegido sin dificultades a la presidencia de la República.

Buteflika fue cooptado por los militares, en 1999, que deseaban colocar a un civil en la jefatura del Estado, pero desde entonces ha intentado emanciparse de su tutela.   
                                                                                                            Abdelaziz Buteflika durante la campaña electoral de 2004.

En 2004 reorganizó las Fuerzas Armadas y jubiló al todopoderoso general Mohamed Lamari, jefe de Estado Mayor. Le sustituyó Ahmed Gaid Salah que el miércoles fue nombrado además viceministro de Defensa a las órdenes del propio presidente.

Este mismo mes Buteflika  amputó los poderes del único contrapeso que la jefatura del Estado posee en Argelia: la DRS. De una tajada le quitó tres áreas bajo su responsabilidad: la seguridad militar; la comunicación de los Ejércitos –que administraba el presupuesto de toda la publicidad pública- y la policía judicial, una misión que en Argelia incumbía a los agentes secretos.

La rama judicial de la DRS es la que más ha incordiado a Buteflika. Mientras estaba hospitalizado en París, ha investigado, entre otros, los presuntos sobornos pagados por la empresa italiana Saipem a responsables del mastodonte energético argelino Sonatrach a cambio de la obtención de algunos jugosos contratos. Las indagaciones de la DRS provocaron la imputación en agosto, por la justicia argelina, del exministro de Energía, Chakib Khelil, y de otra media docena de personajes afines a Buteflika.

El mes pasado se rumoreaba incluso que las pesquisas no tardarían en afectar a la propia familia del presidente, pero desde hace unos días la prensa independiente se pregunta si las investigaciones en curso sobre los cohechos en Sonatrach, la gasística Sonelgaz o para poder construir la gran autopista Este-Oeste seguirán adelante.

Ahora, desde que Buteflika y su entorno han vuelto a coger el timón, se especula, en cambio, con que la siguiente iniciativa presidencial consistirá en jubilar al general Tufik, formado en los sesenta por el KGB soviético y que lleva 23 años al frente de la DRS. Eliminaría así el único contrapoder real en un país en el que la oposición democrática es muy débil.

“No nos hagamos ilusiones: Buteflika es un personaje maquiavélico”, escribe Mohamed Benchicou, el exdirector encarcelado del rotativo prohibido Le Matin, en su columna en el diario digital TSA. “No está en contra del Estado de la DRS porque es uno de sus arquitectos”, añade. “Está en contra del estado de la DRS de los demás” como Tufik.

El nombramiento, por primera vez, de un viceministro de Defensa, un fiel de Buteflika que afianza así su control de los Ejércitos, es solo una faceta de la amplia remodelación del Gobierno que orquestó el presidente. Los seis ministros del FLN que en agosto no secundaron la elección, al frente del partido, del escogido por el presidente, Amar Saidani, perdieron sus carteras. Los leales a Buteflika resultaron, en cambio, recompensados como los nuevos ministros de Exteriores, Ramtane Lamamra, de Interior, Tayeb Belaiz, y de Justicia, Tayeb Louh.

 “Plan de batalla para el 2014”, tituló, en portada, el diario El Watan la noticia sobre el nuevo Gobierno resumiendo una opinión generalizado. El Ejecutivo anunciado el miércoles es un equipo con el que imponer al elegido por Buteflika para sucederle cuya identidad es un enigma. El presidente hubiese optado, probablemente, por solicitar un cuarto mandato el año próximo, pero su mala salud le obliga a renunciar. Al ictus de abril se añade un cáncer de estómago del que fue operado en París en 2005, según los telegramas difundidos por Wikileaks y una fuente médica.

 El politólogo argelino Rachid Tlemçani se preguntaba, no obstante, si lo sucedido hasta ahora es “una derrota real o coyuntural” del DRS que ha sido durante largos años la columna vertebral del sistema político argelino. En los años ochenta el entonces presidente, general Chadli Benjedid, intentó cercenar la influencia del poderoso servicio secreto, que entonces se llamaba Dirección Central de la Seguridad Militar, pero este no tardó en resurgir con fuerza.

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Sobre el autor

es un veterano periodista español cuya carrera oscila entre Europa y sus vecinos norteafricanos, pero que decepcionado y aburrido por el inmovilismo del Viejo Continente, mira cada vez más hacia el sur

Un vétéran journaliste espagnol dont la trajectoire oscille entre l’Europe et ses voisins d’Afrique du Nord, mais qui, déçu et ennuyé par l’immobilisme du Vieux Continent, regarde chaque jour un peu plus vers le sud.

A veteran Spanish journalist whose career swings from Europe to its North African neighbors, but who is disappointed and bored by the immobility of the Old Continent and increasingly looks to the south.

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