Un chaval franco-marroquí, que con solo 10 años estuvo encarcelado en Arabia Saudí y Marruecos, se alista en el más radical de los grupos terroristas en Siria
La primera foto fue tomada en la primavera de 2007, en el salón de su casa del barrio Gauthier de Casablanca. Elías Mejjati tenía entonces casi 15 años y, bajo la supervisión de su madre que aparece al fondo, me contó los primeros años de una infancia marcada por la violencia y la cárcel. Era el hijo de Karim Mejjati, un terrorista franco-marroquí de Al Qaeda, y por eso pasó, cuando tenía 10 años, doce meses en centros penitenciarios secretos de Arabia Saudí y Marruecos. A su corta edad había visto cosas atroces que le dejaron graves secuelas. Su padre y su hermano Adam habían muerto, en abril de 2005, en una refriega entre terroristas y fuerzas de seguridad saudíes.
Un par de años antes Elías y su madre, que cayeron en una redada en Riad en 2003, ingresaron en cárceles, primero, de los servicios secretos saudíes, y, después, de los marroquíes en Temara, muy cerca de Rabat. Nunca vieron a un abogado ni a un juez instructor. Durante el año que pasó detrás de los barrotes, Elías no fue torturado físicamente, pero sí interrogado durante largas horas, privado de sueño, obligado a dormir en el suelo, y recibió a veces una alimentación escasa. Escuchó, eso sí, los gritos de los torturados y, en una ocasión, vio a uno de ellos en un potro de castigo. Su principal entretenimiento era dibujar. Aquí se reproduce uno de sus dibujos.
Al año de su excarcelación, Elías se enteró por la televisión de que su padre y su hermano Adam acababan de morir a balazos en Al Rass, el 5 de abril de 2005, junto con otros 17 miembros de Al Qaeda acorralados por los saudíes. La batalla duró dos días. Adam, que tenía 11 años, fue el último en caer, según una versión del asalto difundida en páginas yihadistas. En lugar de atender la orden de rendirse que le daban sus sitiadores por megáfono, empuñó el arma de su padre, que no sabía manejar, y fue acribillado. La fotografía de su cadáver en el depósito de Al Rass se convirtió durante años en un icono de los vídeos de Al Qaeda.
Elías, al que conocí a finales de 2006, no estaba escolarizado, padecía trastornos hormonales - pesaba 130 kilos - y una enfermedad psíquica contraída en la prisión. Estaba en tratamiento psiquiátrico y tomaba antidepresivos, según me contó el médico que le atendía militante de una ONG de derechos humanos. En su piso de la calle de Orán, en Casablanca, donde vivía con su madre enferma, narró, por primera vez, su experiencia carcelaria a lo largo de cuatro días. Lo hizo con una minuciosidad asombrosa y también con muchas lágrimas en los ojos. El País Semanal publicó su relato en diciembre de 2007.
“Lloro todas las noches”, me dijo al acabar. “Mi único padre en la tierra es ahora Osama Bin Laden”. No en balde la prensa marroquí le llamaba entonces "el niño de Al Qaeda". “Lucharé como un valiente muyahid, me matarán, y así me reuniré pronto con mi padre”, anunció.
La segunda foto de Elías fue tomada el miércoles en Siria. Tiene 21 años y es ya un muyahid que enarbola un fusil de asalto kalashnikov. Se ha incorporado al Estado Islámico de Irak y del Levante, el grupo más radical de cuantos combaten al régimen de Bachar el Assad. No me sorprende su trayectoria. Su madre, una mujer culta y trilingüe que leía el semanario Newsweek “para saber lo que dice el enemigo”, es ahora muy activa en las redes yihadistas en Internet.
Solo me llama la atención que Elías haya logrado viajar de Marruecos a Siria. Su casa de Casablanca estaba vigilada las 24 horas del día. Las pocas veces que salía a la calle, para ir a la mezquita o a la escuela coránica, los agentes de la Dirección de Supervisión del Territorio (DST) le seguían de cerca. ¿Cómo ha conseguido burlar su control?
Hay 2 Comentarios
Los abusos provocan ese tipo de reacciones.
Anónimo24 de febrero de 2014, 16:25
no caigáis en la provocación y no usar la violencia, es lo único que necesitan para criminalizar. vuestras denuncias pacificas.
http://carcelesmarruecos.blogspot.com.es/2014/02/mision-imposible-ii.html?showComment=1393255543180#c5943958435179137678
Publicado por: franctrangerino | 05/03/2014 18:23:52
Se pierde la noción de familia por el atroz dolor de la sin razón, se pierde la normalidad de vida social, el trato desde el origen común de personas afines en cultura y también en pensamiento.
Sintiendo el vacío y el refugio, el calor de la gente igual ajena, deshechos los afectos.
Cuando las personas perdemos la necesidad de construir nuestro presente desde el respeto a las opiniones de los demás, amparados en la justicia igualitaria.
Nos ocurre como a los animales perseguidos con saña y sin compasión.
Que olvidan la normalidad de vivir agrupados entre iguales y se despeñan por el abismo del desastre.
Hasta desportillarse como personas, como seres humanos que solo encuentran su razón de ser en un destrozarse destrozando, desde razones de venganza.
Que ya no ayudan a recuperar lo perdido, ni el afecto de los suyos, ni la calma.
Ni la vida.
Agarrando el odio como bandera, para ser solo peones en manos de un destino sin final.
Ni aquí en la tierra de sus paisanos, ni al otro lado del universo de los vivos.
Una vez arrastrados por el odio.
Publicado por: Quebrajo | 01/03/2014 18:43:56