Cembrero

De predicar la violencia ante el terrorista a predicar el sosiego ante Mohamed VI

Por: | 07 de abril de 2014

El rey de Marruecos asistió a la oración dirigida por un predicador que fue condenado por incitar al terrorismo

SM le Roi -prièee du vendredi -mosquee Tarik Ibn Zyad - Tanger-G1Mohamed VI charla con el predicador Fizazi (MAP)

Hace 20 años Mohamed Fizazi lanzaba sus soflamas radicales en una mezquita de Hamburgo (Alemania) entre cuyos fieles estaba el estudiante egipcio Mohamed Atta que se hizo terrorista y murió el 11 de septiembre de 2001 estrellando el avión en el que volaba contra una de las Torres Gemelas de Nueva York.

   El último viernes de marzo Fizazi, que ahora tiene 65 años, predicó en la mezquita Tariq Ibn Zyad de Tánger sobre los ventajas del “sosiego y la estabilidad que el Altísimo otorga” a los musulmanes. Entre los fieles que le escuchaban estaba el rey Mohamed VI de Marruecos.

   Entre esos dos sermones han transcurrido algo más de dos décadas y muchas peripecias. “No hablo con no musulmanes”, me gritó al teléfono Fizazi a mediados de mayo de 2003 cuando le llamé para preguntarle qué tenía que decir sobre el amparo religioso que él daba, según la prensa marroquí, a los terroristas que habían perpetrado una serie de atentados en Casablanca causando 45 muertos.

   Fizazi, profesor de francés en un instituto, fue detenido al día siguiente de esa brevísima conversación que acabó colgándome el teléfono, acusado de apología e instigación de actos terroristas y condenado a 30 años de cárcel. Superó su rechazo a mantener conversaciones con no musulmanes y me llamó desde la cárcel para contarme sus penalidades.

   La llamada “primavera árabe” no tuvo en Marruecos la misma fuerza que en Túnez, pero aun así Mohamed VI hizo concesiones. En abril de 2011 indultó a 190 presos, entre ellos un buen puñado de islamistas radicales entre lo que estaba Fizazi. Vi a Fizazi el 2 de mayo de ese año en Tánger, justo el día en que se anunció la muerte de Osama Ben Laden, el líder de Al Qaeda. Me dijo que podía comprender que algunos le tachasen de terrorista.

   El catedrático de francés ha seguido evolucionando hasta el punto de elogiar el mes pasado a Abdellatif Hammouchi, el jefe de la Dirección de Supervisión del Territorio (DST), la institución policial que más he combatido a los islamistas. Hammouchi ha sido denunciado en París por tres ex presos por ser un torturador. “Es un hombre competente, íntegro y patriota”, declaró Fizazi a la prensa.

   Ha hecho tantos méritos que, al final, el Ministerio de Asuntos Religiosos le otorgó una mezquita en Tánger y Mohamed VI acudió a ella para escucharle dirigir la oración. Tras el rezo departió incluso brevemente con él. Fizazi se deshizo a continuación en elogios del monarca. “He descubierto a un hombre con grandes cualidades”, proclamó. “Es humilde, tímido y humano”, añadió.

 

   “Este gesto nos demuestra hasta qué punto el rey es sabio e inteligente”, subrayó. “Envía así un mensaje claro a toda la sociedad marroquí y al mundo entero”, concluyó. El mensaje que menciona Fizazi es que Marruecos logra recuperar a sus ovejas descarriadas y colocarlas de nuevo en el buen camino gracias, en buena medida, al buen hacer del monarca.

   La trayectoria de Fizazi puede sorprender y desconcertar. Aun así es mil veces preferible a la que aquellos expresos marroquíes, de Guantánamo o de las cárceles de Oukacha (Casablanca) y Salé, que han viajado a Siria para luchar desde las filas yihadistas contra el régimen de Bachar el Asad.

   El último que ha muerto en combate fue, según se supo el sábado, Anas Haloui, exportavoz del Comité de Coordinación de los Presos Islamistas de Marruecos con el que la prensa tantas veces habló. Tras pasar tres años en la cárcel  (2004-2007) se convirtió en el portavoz de esos cerca de 600 salafistas que aún están encarcelados en Marruecos. En diciembre pasado se marchó a Siria.

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Sobre el autor

es un veterano periodista español cuya carrera oscila entre Europa y sus vecinos norteafricanos, pero que decepcionado y aburrido por el inmovilismo del Viejo Continente, mira cada vez más hacia el sur

Un vétéran journaliste espagnol dont la trajectoire oscille entre l’Europe et ses voisins d’Afrique du Nord, mais qui, déçu et ennuyé par l’immobilisme du Vieux Continent, regarde chaque jour un peu plus vers le sud.

A veteran Spanish journalist whose career swings from Europe to its North African neighbors, but who is disappointed and bored by the immobility of the Old Continent and increasingly looks to the south.

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