Este es el último post que escribo sobre el viaje a Cuba. La isla daría para estar hablando años, pero creo que ha llegado el momento de cambiar de aires. Este es un blog de viajes, pero siempre he creído que el verdadero viajero era aquel que se involucra con los lugares que visita. Viajar es algo más que coleccionar monumentos, restaurantes y sitios donde dormir. Viajar es aprender, es convertirte en una esponja y recibir y procesar todos los estímulos que te sean posibles. Y en Cuba, para bien y para mal, esos estímulos y sensaciones te golpean a cada segundo, te acogotan desde el momento en que pisas la isla. Llevo décadas viajando y ningún destino me había impactado tanto como este. Para bien y para mal, repito.
Por eso me entristece pensar que una inmensa mayoría de españoles viaja a Cuba para estar una semana en un hotel ?todo incluído? en los Cayos o en Varadero. ¡Qué desperdicio! Acepto que cada uno viaja como quiere y como le da la gana, faltaba más. Pero sinceramente, no merece la pena cruzar un océano y aguantar diez horas de incomodidades en un avión chárter para quedarse en el escaparate más irreal de esta isla y dejar detrás todo lo que puede ofrecer. Es como ir al teatro con gafas de sol y orejeras. No te enteras de nada. Es patético comprobar como la vida tipo "
show de Truman" de esos hoteles es tan aburridamente uniforme en cualquier lado del mundo, ya estés en Cuba, en Bali o en Cancún. Con el despropósito añadido de que detrás de ese megahotel de cuento en Cuba (a veces no tan de cuento, los Melia de cuatro estrellas de Cayo Santa María son de garrafón) se está viviendo uno de los experimentos sociales más intensos, crudos, dolorosos y anacrónicos de la historia reciente: la
Revolución cubana.
Repito, esto es un blog de viajes. Pero un viajero no puede ser alguien estúpido que solo le preocupa fotografiarse delante de las catedrales y pasarlo bien. Es alguien también comprometido y crítico con lo que le rodea. Y solo puedo ser muy crítico con lo que he vivido en Cuba. Quienes me conocen saben que soy una persona de izquierdas, votante de partidos de izquierda. Por eso ver la palabra socialismo pintada por toda la isla me produce urticaria y desolación. Esto no es socialismo, señor Fidel. Esto es un anacronismo ortodoxo que tiene que acabar cuanto antes. Socialismo no es que los niños, los ancianos y las mujeres tengan que pasar horas bajo un sol de justicia haciendo autostop en las calzadas porque no hay transporte público. Socialismo no es que en pleno siglo XX el papel higiénico, la pasta de dientes o el pan sean un lujo. Socialismo no es que la gente viva con un sueldo de 9 ? y una pastilla de jabón cueste 1 ?. Socialismo no es que uno no pueda comprarse un coche o ampliar su casa porque le ha nacido un nuevo hijo. Socialismo no es que en las tiendas de pesos nacionales no haya de nada y enfrente, en la misma calle, exista una
tienda de divisas en la que venden de todo, incluidos muchos productos ?made in Cuba?, a precios europeos
Negar que la Revolución trajo cosas buenas serían también injusto. En ningún otro país del área (incluido EEUU) los ciudadanos disfrutan de un sistema de salud universal y gratuito como éste, en ningún otro el derecho a la educación gratuita está tan extendido y en ningún otro caminas tan seguro por cualquier calle a cualquier hora como en Cuba. Es verdad. Pero son magros resultados para 50 años de Revolución, ¿no?
Es cierto que el embargo económico de EEUU es una especie de genocidio lento y cruel igualmente condenable que está haciendo mucho daño a Cuba y a los cubanos (en este sentido hay un comentario muy bueno de Juan en el post de Cienfuegos que puedes ver
pinchando aquí), pero el embargo americano no justifica el encarcelamiento de opositores, la inexistencia de prensa libre, la falta total de libertad individual, el no poder salir y entrar libremente de tu propio país, el no poder acceder a internet... etc., etc.,
Al final, cuando viajas por el interior de Cuba y te relacionas con los cubanos te das cuenta que este es un país que sobrevive robándose a sí mismo. El que trabaja en una fábrica de zapatos roba tres pares, uno se lo da al inspector que pone el Estado para que no robe y los otros dos los vende él en la bolsa negra (como llaman aquí al mercado negro) para terminar el mes. El taxista truca el taximetro para quedarse unos pesos. El inspector que controla el número de paseos que da cada calesa de La Habana Vieja con turistas se pone de acuerdo con el cochero y de cada 10 paseos ocultan dos y se los reparte. El que trabaja en un hotel todo incluido roba mantequilla, queso, mermelada.. y luego lo revende los dueños de los paladares. Y lo gordo es que el Estado lo sabe y no tiene más remedio que aceptarlo porque si tuvieran que vivir solo con el sueldo oficial y la cartilla de racionamiento sí que habría habido otra revolución. Como me decía un taxista nada sospechoso de ?gusano? (como llamaba el Che a los disidentes): ?Vivimos de delinquir, vivimos de robar al Estado?.
Es cierto que lo mejor de Cuba son los cubanos. Pero tampoco caigamos en clichés tópicos y estereotipados en esto. Se que a alguien le dolerá lo que voy a decir, pero una de las mayores decepciones que me he llevado en Cuba es comprobar cómo este régimen absurdo y trasnochado obliga a todo el mundo, desde profesionales a caraduras callejeros a sacar unos dólares extras como sea. ¿Y quien lleva esos dólares extras? El extranjero, el turista. Hay cierta sensación de acoso en las zonas turísticas, sobre todo La Habana y Trinidad, aunque mucho menos que en Marruecos, por ejemplo. Pero no es esto lo que más me apenó. Lo que me entristeció fue ver que al final nadie te hace un favor desinteresado, no puede haber una confianza total con los locales porque antes o después surge la cruda realidad de que esos tres dólares que llevas en el bolsillo y que para ti no son nada, para él o ella son medio sueldo. Y en esa brutal descompensación, en ese abismo de mundos y economías, es difícil entablar relaciones normales. Y los entiendo. A mi me pasaría lo mismo.
Dicho todo esto, NO DEJÉIS DE IR A CUBA. Os espera un país fascinante, paisajes soberbios y, si decidís mezclarlos con los cubanos en vez de perder el tiempo con la pulserita del todo incluido, viviréis una experiencia social única que os permitirá conocer a un pueblo maravilloso que ha sabido sobreponerse y sobrevivir a mil y una adversidades. Como decía el titular de arranque de la revista
Altair dedicada a Cuba (nº26, noviembre-diciembre 2003), Cuba es ?la visita inaplazable?.
PD: por cierto, la vuelta con Air Comet, en hora y sin problemas. Justo es decirlo también después del palo que les di con el viaje de ida.