Un feria con 11.000 expositores de 170 países es como una jungla sin ley. Y en ella habitan toda suerte de seres, a cual más adaptado a este hábitat tan singular. Estos son algunos de ellos:
El coleccionista de folletos
Especimen acaparador donde los haya que no contento con las bolsas y contendores de cartón que dan aquí sale de su madriguera con la maleta de las mudanzas para cargar en ella miles de folletos de todo tipo. Siempre me he preguntado, ¿qué harán con ellos cuando llegen a casa?
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El/la sagaz periodista
Especimen muy común en Fitur, procedente de todo tipo de medios nacionales, regionales, locales y hasta parroquiales (entre los que me incluyo) al que se les puede observar fácilmente por los pasllos y esquinas de los pabellones en busca de su sustento natural: las "novedades de la feria", en una feria en la que la última novedad noticiable fue que los trenes dejaron de funcionar con carbón.
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El/la excursionista
Son el terror de los expositores. Esta especie se caracteriza porque acude a la feria como el que va de safari: armado con mochila, salacot y camtimplora... y dispuesto a olfatear hasta en el último rincón de los mostradores en busca de cualquier objeto que llevarse de recuerdo. Su pericia y obstinación son encomiables y les harán sobrevivir a cualquier cataclismo nuclear.
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El expositor solitario
El biotopo más temido de la feria. En los pabellones alrededor tuyo el resto de las especies se relacionan entre sí, intercambian información (o incluso fluidos), rien, comen, beben.... ¡y tu estás más solo que Robison Crusoe! ¡Horror! Suele solucionarse yéndose a tomar un cafe y volviendo mas tarde, a ver si para entonces la suerte ha cambiado.
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Los/las estudiantes de Turismo
Son la alegría del hábitat. Corretean felices por la feria, visitan stand con la candidez de quien va a ver a Papa Noel, dejan currículos, se hacen fotos con todo dios.... ajenas las pobres criaturas a que este mundo cruel les depara como mucho un contrato de mileuristas (eso con suerte, porque igual hasta les obligan a darse de alta como atónomos). ¡Perro mundo!
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Y mucho más... pero me duelen los pies cantidad de tanto dar tumbos por la feria y estoy, como todos los años, hasta el gorro de multitudes. ¡Me largo a casa, YA!
Hasta aquí la contracrónica de Fitur. Para ver la crónica normal de siempre, os remito a los telediarios y periódicos de siempre. A quienes me preguntan por las novedades: aquí no hay novedades, este es un mercado muy maduro, muy consolidado y no se inventa la pólvora cada mes de enero. Pero que a pesar de eso, me alegro de que se celebre FITUR, de que genere negocio, de que sus especímenes se interrelacionen y se apareen (en lo económco, no me malinterpreteis)... y que el sector esté de momento capeando mejor que otros la jo... crisis. ¡TOQUEMOS MADERA! ¡Felices viajes!