Paco Nadal >> El Viajero

24 jun 2009

Las fotos de Groenlandia (III)

Por: EL PAÍS

El segundo día encontramos por fin nieve más compacta y ya pudimos colocar las pulkas. ¡La prueba de fuego!: era la primera vez que los cuatro nos enfrentabamos a tirar como bueyes. Y cuesta, eh, cuesta mucho. Sobre todo porque seguiamos progresando por una pendiente suave pero constante. En cualquier caso, siempre es más fácil arrastrar el peso así que a las espaldas.
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Sube, sube y sube. Ese día empujamos de la pulka con ahínco pensando que el final de la cuesta estaba cerca. ¡Qué ingenuos! Era una ilusión óptica. La pendiente parecía no tener fin: siempre la teniamos en el horizonte.
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Dos días enteros estuvimos ganado altura. Por fin, cuando el altímetro marcaba ya 1.500 metros de altitud la pendiente se suavizó y alcanzamos el plateau: la gran llanura helada interior que cubre toda Groenlandia. ¡¡¡2.7000 kilómetros de largo por 1.5000 kilómetros de ancho así: una inmensa, eterna, agobiante y bella planicie helada. La nada. El minimalismo llevado al extremo. Durante los siguientes cinco días no veríamos otra cosa más que una delgada línea blanca en el horizonte. 360 grados sin ninuna mancha ni referencia. Miraras donde miraras. Lo más extraño y sugerente que he visto en mi vida.
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En un territorio que se repite como un bucle sin fin, la rutina empaña todas tus acciones. Levantarse, desayunar, recoger el campamento, ponerse a caminar. Una hora de marcha; diez minutos de descanso. Otra hora de marcha; diez minutos de descanso. Aquí están Jose Luis y Caracoles en uno de esos descansos. Nos invade una extraña sensación de dejà vú. ¿No hemos estado aquí antes?
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Este soy yo (para Margarita, que pedía fé de vida y de que de verdad había estado allí). Hizo mucho frío esos primeros días. La temperatura no era demasiado baja (entre 0 y 1 grados), pero el viento y el hecho de vivir encima de un frigorífico de 2 km de espesor y las puertas abiertas de par en par aumentaba la sensasión térmica. Mucha crema solar y mucho protector de labios para no volver con la cara destrozada.
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Y hacia las seis de la tarde, parada y de inmediato a montar el campamento. No lo había comentado hasta ahora, pero en esas latitudes y en estas fechas no hay noche (lo siento Nurianómada: no puedo describirte cómo eran las estrellas allí). El sol se oculta entre las 12 y las 2 de la madrugada, pero sigue habiendo una penumbra muy clara. ¡24 horas de luz!. Bueno para caminar; terrible para conciliar el sueño. Menos mal que llevábamos antifaces de esos que dan en los aviones.

Hay 20 Comentarios

Mirando tus fotos espectaculares...aún así me parece inimaginable vivir entre tanto hielo..., una sensación que sólo puedo asemejarla a cuando crucé por primira vez el Atlántico en un crucero...mar y cielo, mar y cielo...durante 14 días..., siendo el mayor acontecimeinto cuando se daban señales de reflectores en forma de saludo a otro barco que se divisaba en la lejanía...Un beso ....y sigo

No te puedes volver loco, caminando sin ningun tipo de referencia?, solo con el horizonte.Que agobio, me gusta la aventura , pero esto lo considero excesivo.

Creo que me sentiría perdida en esa inmensidad helada... terminaría pensando que no me movía del sitio. Me entraría alguna especie de fobia... ¿cómo se llamará la fobia a las inmensas llanuras heladas?Habéis sido muy valientes... al ver esa inmensidad helada, cada vez estoy más convencida.Un abrazo.

Supongo que psicologicamente supone tambien una prueba.................Trato de imaginarme lo que sentiría allá arriba ayudada por las referncias de tus estupendas fotos..Un beso

Paco, no sé si lo has comentado por ahí pero, ¿a cuántos grados estabais? ¿O acaso no llevabais termómetro para no desmoralizaros?

Lo tuyo son horizontes infinitos, sean campos de hielo o mares eternos. Un poco como navegar, no?-por cierto, para variar, deja que te dé un poco de envidia...salgo en unas horas en tren a la Kielerwoche, te suena de algo...??? ;-)

Me encanta la sensación de la nada que cuentas, las fotos preciosas.Saludos

Es tal y como yo imagino el infierno

BIENVENIDO PACO. ¡Cuenta conmigo en la próxima expedición!... creo que te hace falta la versión femenina.Besos

Encantada con las fotos! Gracias!

No te lo vas a creer, pero estamos alrededor de tu blog tu padre, tu madre, el Gómez, tu tía Eduvi y mi menda que es el que les lleva por la ruta tessssnológica...Abrazos de esteban &Co. cada día haces mejores fotos, CABRÓN !!!

Paco una pregunta de fotográfo, has utilizado polarizador? A lo mejor es el portátil, pero las fotos en la nieve o usas un filtro o da la sensación de poco color.Has hecho un viaje precioso!!!Un abrazoCarlos

Gracias Paco, nunca dude de que hubieras estado allí, porque parece ser que eres una persona que nunca se pierde la oportunidad de salir a ver mundo. Las fotos son preciosas, reflejan lo duro que ha tenido que ser. La soledad del paisaje ayuda a meditar y uno se da cuenta de lo mucho que hay por descubrir y de las maravillas que hay por el mundo. Gracias por mostrárnoslas.Un abrazo

"En la vida prefiero arrepentirme de lo que he hecho que de lo que no hice"Paquito eres muy afortunado de estar en estos lugares y nosotros muy afortunados de leerte y parecer que estamos contigo¡¡¡Bienvenido a casa, un saludito!!!Marina

Estupendas las fotos. Dimensionan tu extraordinaria aventura y aquellas tierras no menos extraordinarias. Parafraseando a Wim Wenders se podrían titular "En la soledad blanca".Gracias y un abrazo.

Tener la pendiente siempre en el horizonte, sin fin...el mito de Sísifo...Creo que aunque con luz, yo dormiría como una bendita después de arrastrar la pulka. No te preocupes por no describirme las estrellas, Paco, me doy por satisfecha con tus descripciones y tus fotos de la "inmensa, eterna, agobiante y bella planicie helada". Besitos.

Bello y endemoniado a la vez. Moverse durante horas y ver que todo es igual que el día anterior y que el otro. En fin, sentirse los cuatro habitantes en un territorio inmenso. Impresionante viaje. besos.

Pues como un auténtico San Bernardo. Te falta la "cubetilla del botiquín".¡Qué ejemplo y pensamiento más infantil!. Pero asi somos, a veces, los humanos.Al margen del pequeño cachondeillo, todo muy ¡guay!.Un abrazo, Pacote.

wowwwwwww... lo digo y lo repito... PAQUITO SOS EL MEJOR!!!

¿Y cómo es? (Ya sé que voy a hacer una pregunta re boluda, pero bueno, me animo igual), ¿El sol no sale ni se pone, sino que giraba alrededor de ustedes? ¿Aprobé Geografía en el colegio?... Ah, sí, aprobé pero a este tema mi proferora ni lo tocó.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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