Paco Nadal >> El Viajero

10 jun 2009

Un blanco optimista

Por: EL PAÍS

Lo bueno de la mala suerte es que no dura siempre. Por fin se ha ido la tormenta que nos ha tenido 6 días empapados y adheridos de frío. Ha salido un sol radiante y el viento ha calmado. De repente todo se ve de un color más optimista. Bueno, se sigue viendo todo absolutamente blanco, pero de un blanco optimista.
La otra buena noticia es que casi hemos alcanzado el nunataq solitario, una montaña aislada que emerge de la llanura del hielo y que está en mitad de la ruta que seguimos hacia nuestro objetivo: otro nunataq que hasta ahora no ha escalado nadie y que está a 3 días de distancia de éste.
Este nunataq solitario es una montaña bellísima como podéis ver en la foto, parece el Cervino y ejerce una poderosa atracción por su situación mágica en mitad de la planicie. Lo llevamos viendo a lo lejos desde hace un par de días, pero parece que nunca lo alcanzamos. Aparte de su belleza, para nosotros también es una referencia, una meta, por fin un punto en el lejano horizonte hacia el que avanzar. Gracias a eso y a la mejoría del tiempo, hemos empezado a ir más rápido. Hacemos unos 18 kilómetros al día. Parece poco pero el que crea que puede hacer más le ofrezco generosamente mi pulka.
Sigue nuestros pasos (la clave es:tierraspolares).

10 jun 2009

Compañeros en la rutina

Por: EL PAÍS

Los días se suceden con una repetición pasmosa. Un bucle sin principio ni fin. Nos solemos levantar a las 6 o 7 de la mañana y si el día está bueno, en un par de horas preparamos el desayuno, desmontamos el campamento y nos ponemos en marcha.
Caminamos una hora y paramos 10 minutos para descansar y tomar algo de frutos secos o barritas energéticas (a veces también chorizo que está más bueno), y así hasta las 5 o las 6 de la tarde. Entonces, sin descanso, nos ponemos a montar el campamento. Se nos van otra 3 o 4 horas entre montar tiendas, fundir nieve para hacer agua potable, preparar la cena y meternos literalmente muertos de cansancio en el saco. Y así día tras día. Siempre rodeados por el gran desierto de hielo. Y con el nunataq solitario en frente.
PD: Uno de mis compañeros de fatigas se queja de que no les he nombrado todavía. Es verdad. Aquí van sus nombres: Jose Luis Montero; Excelso Líder, capaz de arreglar cualquier cosa con su multiusos Lederman, desde un esquí a un platillo volante; Huberto Guinea, un tractor capaz de abrir huella 8 horas seguidas sin inmutarse, y José Javier Caracoles, la alegría de la huerta, capaz de repartir buen humor las 24 horas seguidas.
Sigue nuestros pasos (la clave es:tierraspolares).

10 jun 2009

Tranquila y curiosa Groenlandia

Por: EL PAÍS

Me he traído un pequeño libro sobre Groenlandia y algunas noches si me quedan fuerzas leo un poco sobre este territorio y sobre los inuit, sus pobladores originarios.
Groenlandia es la isla más grande del mundo, tiene la misma extensión que Francia, Gran Bretaña, Alemania, España, Italia, Austria, Suiza y Bélgica juntas. Pero el 85 por ciento de su territorio está ocupado por el hielo interior, el Inlandis, por el que andamos nosotros ahora y que solo puedo ser cruzado por primera vez 1888.
En Groenlandia solo viven 56.000 personas, la gran mayoría de ellos inuit o descendientes de inuit, los mal llamados esquimales, que han vivido tradicionalmente de la pesca con kayak y de la caza.
Los trineos de perros siguen siendo el medio de transporte fundamental de la isla y tienen siempre preferencia frente a los coches.
No hay ninguna carretera en Groenlandia que conecte dos pueblos o ciudades. Todos los desplazamientos hay que hacerlos en barco, en avión o en trineo de perros. La capital se llama Nuuk, donde está el único semáforo de Groenlandia y la única rotonda.
Sigue nuestros pasos (la clave es:tierraspolares).

09 jun 2009

Camina o revienta

Por: EL PAÍS

Una vez pasados los primeros días, cuando lo que te agobia es vencer el agotamiento físico (por la noche te duelen músculos que jamás pensaste que existían en tu cuerpo), llega otra nueva etapa en la expedición: la de vencer el agotamiento psicológico.
Día tras día avanzamos por un escenario idéntico: un desierto blanco con la línea del horizonte al fondo, inalcanzable, inasequible. No hay referencias ni metas. Todo es siempre igual. La rutina es siempre la misma: nos levantamos, dedicamos un par de horas a hacer el desayuno y recoger el campamento y nos ponemos a caminar sobre el hielo hacia el rumbo elegido. Y así pasan las horas, ocho cada día, avanzando en línea hacia la nada. El destino nunca varía, nunca llega. Hacia las 6 de la tarde paramos y dedicamos otras 4 horas a derretir nieve y preparar la cena y meternos en el saco. Y así un día detrás de otro.
Es la parte más dura de estas travesías polares: Evitar que la repetición de horas, de días, de escenarios acabe con tu moral. Te pones objetivos cercanos: La galleta chocolate que te vas a tomar en la próxima parada, el próximo trago de agua, la cena caliente de esa noche? Imagino que así debería ser el aprendizaje de la vida, ponerte metas cercanas, sentir la felicidad en los pequeños objetivos conseguidos.
Me viene a la mente aquellas estrofas: ?A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para estar conmigo me bastan mis pensamientos?. Y de momento lo que me esperan son muchos días para estar a solas con mis pensamientos. Por lo menos otra larga semana.
Sigue nuestros pasos (la clave es:tierraspolares).

08 jun 2009

Fin de semana de tormenta

Por: EL PAÍS

Durante todo el fin de semana nos ha azotado una tormenta con fuertes vientos y agua nieve. Ha sido un suicidio para la profesión y nos ha frenado bastante.
Como ya estamos en pleno plateau del Inlandsis, la placa de hielo que cubre todo el interior de Groenlandia, todo lo que nos rodea es una gigantesca planicie helada. 360 grados de llanura blanca sin ningún punto de referencia. En medio de la tormenta había momentos en que no distinguíamos ni la línea del horizonte. Era como nadar en un gran vaso de leche.

La navegación con la brújula se hace casi imposible porque no hay donde tomar un punto de referencia en el horizonte. Pero con todo, lo peor ha sido la nieve. Ocho horas seguidas bajo el agua, no hay equipo técnico que lo soporte y por mucho Gore-tex que te pongas, llegábamos por la noche a montar el campamento con todo empapado.
Ayer domingo salió por la mañana, mínimamente, un rato el sol y todo cambio de repente. Por primera vez tuvimos conciencia de la enorme belleza de este desierto blanco que nos rodea. Nos hemos sentido privilegiados de poder estar aquí.
Pero hoy lunes ha vuelto a amanecer con tormenta, ahora mismo nos estamos vistiendo para meternos de nuevo en el vado de leche.
Sigue nuestros pasos pinchando aquí (la clave es:tierraspolares).

05 jun 2009

Grietas y ríos

Por: EL PAÍS

El mayor peligro durante los primeros días de progresión por el Inlandsis, el casquete de hielo que cubre el interior de Groenlandia, son las grietas que fracturan todo el frente del glaciar. Pero según se mire estamos teniendo suerte. Ha sido un invierno muy crudo, también aquí en Groenlandia y ha nevado mucho. Esto ha provocado que a estas fechas de primavera todavía quede una espesa capa de nieve sobre el glaciar, que tapa casi todas las grietas.
De momento estamos avanzando sin dificultad y sin haber tenido que esquivar grandes grietas. Claro que según se mire, esto es bueno y malo, porque las grietas siguen estando ahí abajo, pero no las ves ni sabes si el puente de nieve fresca que las cubre va a aguantar tu peso o no. Pero de momento nos vamos escapando. Creo que ya hemos pasado lo peor.
Otro problema son los ríos d agua de deshielo que se forman durante estos primeros kilómetros, donde la lengua de hielo tiene un gran desnivel, que baja hasta el mar. Tampoco este año son demasiado caudalosos y los pocos que hemos encontrado los hemos vadeado sin dificultad.
Y no lo olvides, puedes seguir nuestros pasos pinchando aquí (la clave es: tierraspolares), aunque recuerda que si no nos movemos es que estamos descansando y si vamos rápido es que un oso polar nos persigue.

04 jun 2009

Ya estamos sobre el hielo de Groenlandia

Por: EL PAÍS

Ya estamos sobre el hielo de Groenlandia. Ayer cargamos una lancha zodiac con todo el equipo y salimos hacia el glacial de los fletanes. Fueron dos horas y media de navegación fantástica por fiordos llenos de icebergs.
Grandes plataformas flotantes que se han desprendido esta primavera del frente de los glaciares y que deambulan por los fiordos como almas en pena, aguardando el buen tiempo que inexorablemente los fundirá y los convertirá en agua de mar. Pero la verdadera sorpresa ha sido cuando hemos doblado un recodo del fiordo y de repente ha aparecido la lengua del glaciar. Un rio majestuoso de hielo, blanco y azul, fracturado en mil bloques.
Llegar hasta aquí no es circunstancial: no es fácil subir hasta lo alto de plateau, del interior de Groenlandia. Está todo rodeado de paredes de roca y lenguas de hielo inaccesibles. Y esta es una de las pocas zonas que permite acceder al interior de la isla y no sin dificultad.

Hemos tenido que hacer dos viajes por la morrena de la izquierda del glaciar para poder subir en las mochilas todo lo que llevamos, hasta unos 700 metros de altitud. Pero ya estamos casi arriba. Hemos pasado nuestra primera noche en soledad. Nos rodean 2 millones de kilómetros cuadrados de hielo.
Sigue nuestros pasos pinchando aquí (la clave es: tierraspolares), pero si ves que no se mueve es que estamos descansando. Si se mueve muy rápido es que nos persigue un oso polar.

03 jun 2009

Aterrizaje perfecto en Groenlandia

Por: EL PAÍS

Ya estamos en Groenlandia. Por lo pelos, es verdad. Pero estamos. Esta mañana hemos cometido un error de novatos y nos hemos equivocado de aeropuerto (hay dos en Reijkavik). Hemos cogido el vuelo a Narsarsuaq, el aeropuerto del sur de Groenlandia, de milagro. Y no se qué me dolía más, si perder toda la expedición (solo hay un vuelo a la semana) o el manchón en mi currículo de supuesto avezado viajero reconociendo la metedura de pata de primerizo. Quizá por eso el impresionante paisaje que se divisaba desde la ventanilla de la aeronave nos ha parecido todavía más maravilloso. Solo por ver este continente helado desde aquí arriba merecía la pena el esfuerzo.
Esta noche nos quedamos en un albergue en Qassiarsuq, un asentamiento inuit (mal llamados esquimales) en el sur de la isla. Como todos estos poblados groenlandeses, se trata de un puñado de casas distribuidas de forma anárquica al pie de una bahía con apenas un centenar de habitantes dedicados a la pesca. Los inuit pintan sus casas de colores vivos, para conjurar el blanco de la nieve y el negro de la noche polar que cubre estos territorios durante el largo invierno. No deja de sorprenderme la vida en estos lugares extremos. Para los recien llegados es como sobrevivir en el infierno, aunque sea un infierno tan bello como éste. Sin embargo los inuit, que llevan 6.000 años habitando el Ártico, saben cómo sacarle provecho a un clima y una latitud tan dura como ésta.
Lo de la sonrisa es solo para la foto. En el fondo estamos acongojados por el peso con el que hay que cargar para pasar 15 días en el hielo. Llevamos toda la tarde estudiando cómo reducir peso y aunque solo llevemos una camiseta y una muda interior (una semana por un lado y otra, dándole la vuelta, por el otro, obviamente), los 50 kilos por cabeza no nos lo quita nadie. Y hay que subirlo mil metros de desnivel, que es a la altura dónde empieza el glaciar Inlandis, al que vamos.
PD. Las ciencias avanzan que es una barbaridad. Puedes seguir nuestra posición en tiempo real por el sur de Groenlandia pinchando aquí (pide una clave: tierraspolares). Si ves que no nos movemos mucho, es que estamos descansando. O echando un pitillito. Estará operativo a partir de mañana.

Eso dice un refrán islandés que le viene al pelo al clima del país. Hoy ha hecho un buen día de primavera en el sur de Islandia, pero menos nevar creo que nos han caído casi todos los meteoros.
Islandia tiene uno de los paisajes más brutales que recuerdo. Lo fácil sería hacer un titular con aquello de la isla del fin del mundo, poque está perdida y sola aquí, en el extremo del Atlántico norte, a 290 kilómetros de Groenlandia, la tierra firme más cercana.
Sin embargo sería más justo imaginarla como la isla del principio del mundo, porque geológicamente es un país muy joven (apenas 20 millones de años) y casi todos los fenómenos de la orogénesis se están dando ahora en tiempo real en su suelo. Es como si hicieras turismo por los orígenes del Planeta Tierra. Hay volcanes, geiseres, glaciares, terremotos, fallas, grandes cascadas... Viajas por las escasas carreteras que cruzan el país y es como si viajaras por Marte o por un planeta desconocido. Horizontes infinitos, mares de lava petrificada que se pierden en lontananza, llanuras deshabitadas sin rastro alguno del ser humano, montañas negras y amenzadoras, picos nevados y glaciares. Ni un árbol; el reino desnudo de la piedra volcánica. Un viaje de lo más recomendable.
Hoy hemos visitado las pocas zonas del interior de la isla accesibles con un utilitario normal. La mayoría de pistas son solo aptas para todoterrenos y además la nieve obliga a cerrarlas en cuanto llega el otoño. Y de los muchos lugares fascinantes que hemos fotografiado me quedo con las cascadas de Gullfoss, un lugar emocionante.
Un río que drena los glaciares de Langjökull y Hofsjökull se encuentra en su camino con una gigantesca falla tectónica. Y se precipita en su interior en dos resaltes de 32 metros de altura. El ruido es atronador. El agua vaporizada empapa todo a su alrededor. Pero lo más soberbio es el escenario que rodea la catarata: negras paredes de basalto, la turba verdosa que cubre las llanuras volcánicas. Y allá, a lo lejos, los dos glaciares, como dos océanos de hielo colgados de las montañas.
Lo dicho: como estar sentado con los pies colgando sobre el principio de los tiempos.

P.D. Otra buena razón para visitar ya Islandia: el país tenía fama (más que justificada) de ser uno de los sitios más caros del mundo. Pero la crisis financiera ha llevado al colapso a la economía islandesa y la corona se ha depreciado casi a la mitad. Si antes por un euro te daban 90 coronas, ahora recibes 178. Es decir, que está casi todo a mitad de precio. No se lo que durará, pero mi consejo es que si queréis visitar Islandia, ahora es el momento.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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