Paco Nadal >> El Viajero

27 jul 2009

Mi vida en un atolón

Por: EL PAÍS

La buena vida a bordo del Bora Bora Cruises ha terminado. He acabo el trabajo que venía a hacer, pero dado que estoy en la otra punta del mundo sería absurdo volverse tan pronto. He decidido aprovechar y quedarme unos días más por mi cuenta. Ya conozco la parte más glamourosa de Tahití, la de sus islas más turísticas. Lo que me apetece ahora es conocer la otra parte, la de la vida local, la de los tahitianos.
Para ello he elegido Rangiroa, un atolón del archipiélago de las Tuamotu (uno de los cinco que componen la Polinesia Francesa), a unos 400 kilómetros (una hora de vuelo) de Tahití. Un atolón es uno de los caprichos geográficos más fascinantes que existen. Desde el avión parece un flotador de arena y palmeras perdido en mitad del océano. Cuesta pensar que una estrucutura que no levanta más de dos metros sobre la superficie del agua no sea engullida por ésta en un mal temporal. Sobre su formación solo tenemos teorías, la más palusible es la que formuló el mismísimo Darwin, a saber y de forma muy resumida: un volcán submarino emerge con su torrente de lava y rocas sobre la supercie del mar. Cuando se apaga, alrededor se forma un anillo de coral. El volcán va desgantándose por la erosión y hundiéndose en la agua por su propio peso. Al cabo de unos millones de años, la montaña desaparace y queda solo el anillo de arrecifes de coral que la rodeaba. ¡Casi nada!
Esta es mi cabaña en Rangiroa. En casi todas las islas habitadas es fácil encontrar una pensión familiar, el alojamiento más práctico si quieres huir de los grandes resort turísticos. Casi todas ofrecen cabañas como ésta, muy sencillas, con techo de paja, paredes de madera y una tarima elevada sobre pilotes. Desayuno y ceno con los dueños, Norbert y Tilde y sus cuatro hijos. A veces voy con Norbert a ver los delfines en el paso de Tiputa o me enseña cómo prepara el atún crudo y la leche de coco para la cena.
La vista desde mi cama (pasada por el tamiz de la mosquitera). Una cabaña polinesia en un sitio en el que resguardarse del sol y la lluvia pero íntimamente ligada al entorno a través de mil vanos, huecos y agujeros. Huecos que aprovechan todos los insectos de la zona para hacerte visitas a cualquier hora. Por la noche, cuando enciendo la luz del cuarto de baño, rezo para que lo que vea en ese momento nos sea más grande ni más negro que lo que vi la noche pasada. A veces aparecen lagartijas en el lavabo, curiosos renacuajos en el pie de ducha o cucharachas en cualquier rincón. A estas últimas las aniquilo tan rápido como puedo. A la mañana siguiente su cadáver ha desaparecido sin dejar rastro: me malicio que hay otros muchos inquilinos por aquí a los ni conozco pero a los que les encanta que les deje cena todas las noches.
¡Ahora si que me acuerdo de Paul Gaugin y su vida de salvaje!

Hay 18 Comentarios

Semejante paraiso vale la pena el bicherío, mi amigo Paco!Abrazos desde esta gélida Argentina!

Tu vida en un atolón, tu vida en un arrecife coralino, lugar ideal para estudiar los cambios del nivel marino... Darwin, Ludwing, Beche... casi me parecen románticos hoy esos nombres de estudiosos de la formación de los atolones que rescato de aquella asignatura que siempre daba un poco de miedo: la geomorfología de los arrecifes coralinos... luego vino lo del atolón Bikini y las pruebas atómicas. Feliz estancia y creo que, después de esto, tu jamás podrás decir "que perra vida". Saludos.

Tu descripción es tan fantástica que es como estar allí viendo delfines y preparando atún.Gracias! Y disfruta!!!

Pues debo decirte que me gusta más este Paco viajero. Lo del barco de lujo estuvo bien, pero sin conocerte me da que te mueves mejor entre cabañas, lagartos y aborigenes que entre la jet-set. De todas, fomas....¡que gran aventura! Gracias por llevarnos hasta allí

¿Tienes novia? ¿Necesitas alguien que te lleve las maletas? ¿una secretaria? ¿cocinera? Porfa, porfa... llámame a mi

Ahora empieza el verdadero viaje por la Polinesia Franceso. Ahora te envidio mucho. Suerte

¡Ahora sí que das envidia Paco, mucha!

Ooooooh!!! Realmente precioso, Paco! Yo difiero de Daniela: te envidiaba antes y te envidio ahora, pero sí que es cierto que te envidio más ahora que ya no estás trabajando. Ya te pediré el contacto para ir a la cabaña esa, ¿eh?

Primicia, las fotos de Penelope Cruz en tetas en Vanity Fair con tripita de tres meseshttp://comielotrodia.wordpress.com

Creo -y deseo- que a partir de ahora SI eres "mi niño-viajero"(?). Hasta empiezo a intuir que todos los comentaristas que "te doraban la píldora" van a sentirse más unidos a tí, ya fuera del mundo ese de "hijoputillas" (dicho con respeto) de tomo y lomo.La libertad y la individualidad, aún siguen siendo más importante que el derroche que supone convertir en aventureros-despreciables a cuatro 'mindundis' que tienen dinero.¡Que les den!. ¡A mamarla!.Para tí, un abrazo muy -pero que muy- comprensivo.

Esto es aprovechar el tiempo, Paco, y ver un mismo lugar con dos lentes muy diferentes. Y creo que, muchos preferimos, como dice Blas, esta nueva forma de viajar mucho más al alcance de todos y más aprovechable.Pero si nos invitaran al crucero no diríamos que no.Un abrazo desde tus antípodas.

jo esperarme allí que llego prontoooooooooooo

Tú sí que sabes. De todo un poco. Atolon, tú sí que eres un pedaso de atolon..que no atolondrado. Y después de esta paridilla, decirrte que en Tailandia, en una isla conocida por sus fiestas a la luna, dormí en la zona más alejada de las dichas fiestas, en el norte. Mi cabaña era algo parecida a la de la foto...pero en comparación, el tuyo es un paraíso de sobresaliente y el mío de notable. Pero también fueron días maravillosos. A cinco pasos del agua, con un arrecife de coral, buceando con las gafas y las aletas a cualquier hora. Una ayudita contra las cucarachas que descubrimos sin querer: dejar una botella de cerveza abierta apoyada sobre una pared, a la mañana siguiente aparecen todas las que intentaron entrar en tu cama...en el fondo de la botella. :-)

Hola Paco! he seguido en lo posible tú crucero por la Polinesia Francesa y sabes? llego a la conclusión que yo las haría más exclusivas aún. No veo con buenos ojos la invasión turística y creo que siempre la población local pierde con la parva de ignorantes que los visitan ... En fin, es una discución seguramente muuuuuy larga.Me ha gustado mucho tu cabaña en la arena, no le temas a tus visitantes nocturnos, lagartijas aparecen en tooooooodas las zonas tropicales. He estado por ejemplo en Acapulco, en casa de unos amigos y cada noche se me aparecían en las paredes éstas lagartijas tan simpáticas, terminé por acostumbrarme y poniéndoles nombres a cada una ... JE!

Ostras.... y que hago yo en la China! Es broma, estoy encantado de estar viajando durante tres meses por la China, pero como amante de las islas, de los oceanos y del buceo, no dejo de sentir sana envidia con tus relatos de sobre la Polinesia. Disfruta Rangiroa

Hola Paco, hace como cosa de un mes he descubierto tu blog y me gusta mucho, además acabo de leer "El cuerno del elefante" y tus vivencias extremas en Sudán enriquecen tus comentarios en el crucero de superlujo que has hecho. Cuando lo estaba leyendo me daba cuenta de que una persona es ella y sus/las no sus miserias y lujitos. Me está dando un poco de corte, bicos.

El viaje en el crucero empezaba a ser tan de envidia...que este viaje tuyo me empieza a emocionar realmente. Me recordaste a Kapuscinski cuando en aquella Africa ignota se rodeaba de todos y por esos bichos también. Para GusPlanet las lagartijas que dices localmente son conocidas como cuijas son de lo más común y presumen de tener limpio el piso de alacranes.

Paco, pues me gusta tu cabañita, una vista plácida desde la cama. Que conste que he disfrutado de lugares muy parecidos en Pulau Tiomán (Malasia) y en Boracay (Filipinas) y en Maldivas...je, je...que envidiosa soy...Y lo que se aprende de tí y de los comentaristas, no sabía que a las cucarachas les gusta tanto la cerveza.Como dice Juan Manuel, si me invitaran al crucero no diría que no.Esta noche puede que sueñe con Rangiroa por tu culpa...Sigue disfrutando de tu atolón, guapo.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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