Paco Nadal >> El Viajero

12 jul 2009

Ia orana e maeva, Tahití

Por: EL PAÍS

Ia orana e maeva, Tahití (hola, bienvenido a Tahití) me dijo, mientras me colgaba al cuello un collar de flores, una encantadora tahitiana el viernes por la noche al llegar al aeropuerto de Papeete. Pues sí, como muchos habéis adivinado (la sabiduría geográfica de los lectores de este blog es encomiable), estoy en Tahití, en la Polinesia Francesa, ¡EN LOS MARES DEL SUR!. Un lugar muy diferente a Groenlandia.
El viaje ha sido una paliza. Primero volé a París, donde hice noche (París bien vale una cena en el Quartier Latin). Luego 12 horas de vuelo hasta Los Ángeles, dos de escala allí con el consabido protocolo de inmigración USA (aunque estés en tránsito) y otras 8 hasta Papeete. Total, que cuando llegas no sabes si eres tu o tu sombra ni si es de noche o de día.
Pero hubo algo que me fascinó de este interminable viaje: ¡sobrevolamos el sur de Groenlandia! Resulta que una de las principales rutas aéreas entre Europa y Norteamérica pasa por allí: ahora me explico la cantidad de aviones y sus estelas blancas como líneas de tiza en el cielo azul que veíamos pasar sobre nuestras cabezas mientras tirábamos de la pulka. Incluso alguno de vosotros preguntó qué eran. Fue emocionante ver desde allí arriba, con esa perspectiva tan inesperada, la banquisa helada por la que caminaba hace apenas 20 días.
No viajo solo por Tahití. Me acompaña un tal Paul, Paul Gauguin, o mejor dicho, sus pensamientos. Una amiga me recomendó "Escritos de un salvaje", el libro que reúne cartas y artículos de Gauguin durante su estancia de casi 10 años en Tahití y las islas Marquesas. Me lo he bebido en el avión. Cuando uno es un genio la expresividad le sale con cualquier herramienta.
Y Gauguin era genial también como escritor. Además de un polemista. Y un visionario: "Toda esta gente va por ahí a cualquier pueblo, en cualquier camino, duermen en una casa, comen sin dar siquiera las gracias a cambio. ¿Y les llaman salvajes? Cantan, no roban jamás, mi puerta está siempre abierta, no matan. Dos palabras los definen: Ia orana (buenos días) y Onatu (que más me da, me da igual). ¿Y se les llama salvajes?", escribía a un amigo. Creo que va a ser una buena compañía para mi viaje iniciático por los Mares del Sur.
?
?P.D: En realidad, Tahití y la Polonesia francesa no es una ex-colonia, como dije. Sigue siendo territorio francés, la Francia de ultramar. Otra: Carmen-frei, como siemrre tan acertada, tiene razón; a Gauguin se le incluye en los post-impresionistas. Y otra más: como veis, los ídolos tahitianos están muy bien dotados.

07 jul 2009

La Cruz de Fierro

Por: EL PAÍS

Acabo de pasar por el lugar más emblemático del Camino Francés: la Cruz de Fierro. Se trata de una sencilla cruz colocada sobre un gran mástil de madera en un cerro de los Montes de León, entre Astorga y Ponferrada. Es un el lugar más elevado por el que transita el Camino Francés (casi 1.500 metros) y un punto cargado de historia pues se cree que ya hubo aquí un altar romano dedicado a Mercurio, dios de los camino. A base de depositar una piedra en el milladoiro que sirve de base al crucero para pedir protección en el viaje -costumbre que ya cumplían los segadores gallegos que iban a trabajar a Castilla a través de este puerto-, los peregrinos han conseguido dejar el lugar limpio de cantos. Por desgracia, ante la ausencia de piedras, en los últimos años se ha puesto de moda dejar cualquier cosa, desde una bota sucia a un paquete de cigarrillos. Una verdadera pena, porque la base del crucero se llena a veces de cachivaches que incitan a pensar más en una romería iconoclasta que en el verdadero espíritu de la peregrinación.
Aun así, me pregunto: ¿qué impulsa al ser humano a creer en los símbolos? ¿cumplir las tradiciones nos ayuda a integrarnos en el grupo? ¿existen de verdad lugares cargados de energía que nos incitan a cumplir con un rito concreto?¿o es solo una pose, una moda?

06 jul 2009

Todo vale para llegar a Santiago

Por: EL PAÍS

El Camino de Santiago Francés entra en una nueva temporada alta. Desde luego, el momento menos recomendable para andar por estas estepas castellanas y leonesas es en julio y agosto, porque "la caló" funde las neuronas. Pero como los españoles solo tenemos o solo sabemos coger vacaciones en julio y agosto... pues ocurre eso: que es temporada alta, al menos para el peregrino nacional, cuando menos debería de serlo. Los jubilados centroeuropeos, que son más listos (aunque solo sea por viejos), vienen en masa en mayo y junio, época mucho más bonancible. Pero claro, si algo les sobra a ellos es tiempo. Para eso son jubilados.
El caso es que estos días los caminos a Santiago están atestados de gente, lo que me está viniendo muy bien para hacer fotos. Gente de toda edad y condición capaz de soportar semejante penitencia por motivos variopintos: unos lo hacen por fe, otros por deporte, otros por turismo, o por experimentar algo diferente. Excusas todas igual de válidas y loables, al menos para mi, aunque no para la Iglesia, que ahora solo te da la compostela oficial (el documento que acredita tu peregrinación) si la has hecho "bajo pietatis causa".
Gente además que inventa las más peregrinas (y nunca mejor dicho) formas de llevar la mochila y hacer más soportable el peso. El del burro venía a pie desde Italia. El de las parihuelas metálicas es un suizo que salió de Le Puy, en Francia. Mil maneras (y mil causas) para llegar a Santiago. Y todas encomiables (aunque la pietatis no sea la causa) .

03 jul 2009

Personas, personajes, personajillos

Por: EL PAÍS

Una de las peculiaridades que diferencia al Camino de Santiago de cualquier otra rutas senderista es su capacidad para atraer personajes curiosos en torno a él.
Templarios, anacoretas, gente que se entrega a los demás, caraduras, buscavidas, humanistas, idealistas, piadosos, pícaros... la ruta jacobea es como un imán para personalidades "especiales".
El Camino no sería lo mismo sin gente como Tomás, el hospitalero de Manjarín; el cura de San Juan de Ortega; el Jato de Villafranca del Bierzo; el showman del bar de Reliegos (el de la foto); el peregrino Marcelino, de La Grajera, en Logroño; Pablito el de las varas, de Ázqueta. Y otros muchos que ya no están, como Resti, el de Castrojeriz (que lo ha dejado) o Felisa, la que contaba peregrinos con palotes, ya que no sabía escribir, a la entrada de Logroño (que murió).
Hay gente que da su tiempo por los demás. Otros que aprovechan para hacer caja. Algunos que no encuentran su hueco en la vida real y aquí se construyen un personaje. Otros que aspiran a resucitar a los templarios. Unos incitan a la ternura; otros a la admiración, algunos (los menos), suscitan rechazo. Pero esa es la grandeza del camino de Santiago. Hay sitio para todos. Y no sobra nadie.

(Sigo en el Camino, haciendo fotos. Hace un calor de muerte. No se como algunos no caen fulminados con sus mochilones bajo este sol de justicia que derrite los páramos de Castilla. Entiendo que si llegan vivos a Santiago les perdonen los pecados. ¡Qué menos! Lo que deberían es hacerles un monumento, pobres)
PD: no te preocupes, ET, porque no te gusten los post del Camino. La semana que viene me voy a otro viaje largo; a un sitio my distinto a Groenlandia. A ver si ese "te pone más".

01 jul 2009

De nuevo en el Camino

Por: EL PAÍS

El titular podría parecer el de una canción de Alberto Cortez. Pero no. Es que estoy otra vez en el Camino de Santiago (tengo ya más indulgencas plenarias ganadas que pecados puedo cometer en esta vida y en otra que me regalaran; como no creo en la Resurrección estoy por venderlas, como los puntos del carné, por internet).
Aunque advierto que esta vez no voy de peregrino clásico. Este año vamos a cambiar las fotos de la guía de "El Camino de Santiago Francés a pie" y estoy haciendo un nuevo reportaje fotográfico; viajo en coche.
Cada vez que vuelvo me sorprende más el cambio que ha dado este Camino Francés. Cuando lo hice por primera vez, en 1993, era difícil encontrar un teléfono público en muchas aldeas y había tramos larguisismos sin refugio ni acogida alguna para los peregrinos, sobre todo en invierno. Ahora en pueblos de nombres pintorescos y dos docenas de habitantes, como Terradillos de Templarios, o en aldeas perdidas de Galicia donde hay más ánimas que gente viva existen dos, tres y hasta cuatro albergues, media docena de bares y restauranes, tiendas y ciber cafés.

La mercantillización del Camino ha sido brutal. Todo el que tenía un terreno, una cochera, una cuadra o un chamizo al pie de la ruta jacoeba se ha inventado un negocio para dar servicios (y a veces, sablazos) a los peregrinos. Aunque en el fondo, no es nada nuevo. Como me decía el hospitalero de uno de los albergues, ya en la Edad Media éste era un camino de peregrinación pero también de comercio y de picaresca. Y ahora que ha vuelto a renacer, vuelve a ser lo mismo. El razonamiento es bueno. Solo que yo veo cada vez más picaresca y menos hospitalidad.
(la foto está hecha en el tramo que va de Hornillos del Camino a Hontanas, en la provincia de Burgos)
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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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