Paco Nadal >> El Viajero

30 nov 2009

Rumanía, datos prácticos

Por: EL PAÍS

 

Hoy empiezo una nueva sección dentro del blog. Creo que faltaban datos prácticos de mis viajes, ideas y apuntes concretos de los destinos que visito. Así que a partir de ahora incluiré siempre como último post los datos prácticos de cada periplo. No se trata de una guía exhaustiva del país, pero sí muy vivida. Si hablo de algo es porque lo he visto, lo he probado y lo puedo valorar. Como debería de ser.

 

Cómo fui. En un vuelo Madrid-Bucarest de Tarom , la línea aérea rumana. Puntuales, el avión de vuelta algo caduco, aún dan comidas a bordo, aunque muy ramplona (algo es algo de todas formas). Tienen también un vuelo desde Barcelona y otro de Madrid a Cluj-Napoca, a veces muy barato (120 euros) que te permite pasar un fin de semana largo o un puente en esta interesante ciudad (la Salamanca rumana). Easyjet (desde Madrid) y Vueling (desde Barcelona) también vuelan a Bucarest.

 

Para subir al Moldoveanu, la cima de los Cárpatos. Se accede desde un pequeño pueblo llamado Victoria, en la carretera entre Sibiú y Brasov. Desde allí parte un camino, luego senda, que sube al refugio Turnuri , a 1.500 mts. de altitud (unas 4/5 horas); el refugio tiene guarda, dan comidas y abre todo el año. Dos horas más arriba hay otro refugio, el Podragu (2.100 mts), pero éste cierra del 1 de noviembre hasta primavera. Desde el Podragu a la cumbre hay otras 5/6 horas. Asequible en verano a senderistas con nivel medio. En invierno, la cosa cambia: es necesario equipo y experiencia de alta montaña.

 

Dónde dormí. En Sibiu, en el hotel Casa Luxemburgo , en la piata Mica. Edificio histórico muy bien situado en pleno centro, puedes ir a pie a cualquier sitio. Acogedor y sencillo, pero sin grandes lujos; tiene algunas habitaciones bien decoradas y otras muy poco logradas. Mejor que te las enseñen antes. Unos 72 ? la habitación doble.

En Fagaras estuve en un hotel nuevo, el Bulevard , muy limpio, confortable y funcional (aun con cierto toque hortera en la decoración); la doble, cuesta 53 ?.

 

Dónde comí. La mejor relación calidad precio, en Butoiul de Aur (Pasajul Scarilor, s/n, tel. 0729 500677), en Sibiu; buena cocina tradicional rumana a precios tirados (cena con vino rumano por 10 ?). Taberna Romaneasca (Targul Pestelui, 4); cocina popular en un sitio agradable (aunque con música a volumen Match 2, como en casi todos); servicio muy lento.

 

LO MEJOR DEL PAÍS. Las ciudades históricas, como Sibiu o Cluj-Napoca. El precio tan asequible de los restaurantes. Los bosques de Transilvania. La ruta de las iglesias fortificadas alrededor de Sibiu. La experiencia de conocer en plena transición a uno de los países que más encerrado en sí mismo estuvo del bloque del Este. La amabilidad de los rumanos.

 

LO PEOR DEL PAÍS. Las malas comunicaciones por carretera. La forma temeraria de conducir de los camioneros. El servicio lento y con un toque aún estalinista en muchos restaurantes. El parque temático montado en Bran en torno a Drácula. El precio de los hoteles, desbordado para la realidad económica del país.

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27 nov 2009

Paisajes de otro tiempo

Por: EL PAÍS

Cerca de Sibiu existen 18 pueblos sacados de otro tiempo. Le llaman la ruta de los alrededores de Sibiu, toda una inmersión en la Rumanía más atávica y tradicional. No tienen mayor atractivo arquitectónico, pero por sus calles desfilan aún personajes anclados en un cuento costumbrista, gente que nada sabe de facebook, de globalización y de redes sociales. Es la Rumanía de siempre, la agrícola, la que soportó en silencio y anonimato los oscuros años de Ceaucescu y la que todavía no se ha enganchado al carro de la Unión Europea.

 

En sus calles se escenifica ese momento duro que atraviesa la sociedad rumana en el complejo tránsito del comunismo al capitalismo. Ves aparcados Audis 8 de 60.000 euros (y no uno, sino varios en la misma calle), pero junto a ellos desfila un paisano con un carro de caballos que lleva estiércol para abonar los prados.

 

En Rod, uno de los 18 pueblos, veo un camión que reparte algo. Me acerco y pregunto: ?Es una ayuda que da el Gobierno a jubilados, parados y gente necesitada?, me dice el funcionario a cargo de la operación. ?Son 15 kilos de azúcar y harina por persona al año".

En un ultramarino, una señora con pañuelo en la cabeza me atiende con toda la simpatía que puede, aunque no hablamos ni una palabra en común. En los estantes veo casi la mismas mercancías que en supermercado español. Y, lo que es más llamativo, casi los mismos precios. Solo que aquí, un sueldo difícilmente pasa de los 200 euros. Y te explicas que según las encuestas, mucha gente en Rumanía eche de menos el comunismo.

 

Las transiciones nunca son fáciles. Y dejan muchos damnificados por el camino.



 
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PD: camino de la ruta de los 18 pueblos está el Museo Astra de Civilización Tradicional Popular , el mayor museo al aire libre de Rumanía y un lugar muy recomendable para aprender más de la vida tradicional del país.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

25 nov 2009

La locura de los palacios gitanos

Por: EL PAÍS

 

Dicho está que en Rumanía hay grandes ciudades de origen medieval llenas de soberbios edificios. Pero si alguna tipología constructiva te deja boquiabierto en este país de sorpresas son los palacios de los gitanos de la zona de Timisoara y de Valaquia. Ni castillos de Drácula ni leches. Esto sí que son mansiones hechas para epatar. Y de verdad que lo consiguen.

 

El fenómeno empezó hace unos años en diversas zonas del país pero tiene su máxima expresión en el pequeño pueblo de Buzescu, a 100 kilómetros de Bucarest, donde la calle principal es un muestrario de estas viviendas de ciencia ficción.

 

Los gitanos ricos se construyen ellos mismos mansiones inclasificables, el reino del kitsch, donde mezclan sin pudor ni miedo a la extravagancia todo tipo de estilos y elementos: pagodas, frisos grecorromanos, columnas dóricas, tejados de zinc, mármoles, metales de todo tipo.... Un batiburrillo que se dio a conocer gracias a Tinseltown Project , un trabajo de dos arquitectos rumanos, Mariana Celac y Marius Marcu-Lapadat y el fotógrafo de la misma nacionalidad, Iosif Király, quien por cierto expuso en Photoespaña 09 .

 

¿Signo de ostentación?, ¿mal gusto?, ¿nuevo estilo arquitectónico? ¿nuevas señas de identidad de un pueblo antes nómada ? Si además la mayoría trabajan como chatarreros... ¿de dónde sacan el dinero para semejantes palacetes? Muchas preguntas sin resolver. Y todo esto, en barrios donde no llegan los servicios básicos, las calles son lodazales sin asfaltar y los cables cruzan el cielo sin orden no concierto.

 

El mejor artículo que he encontrado sobre este fenómeno de los palacios gitanos de Rumanía lo firma Natalie Lazar en Cafebabel.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay muchas cosas que sorprenden en Rumanía. La primera es la cantidad de ciudades monumentales que atesora este país. Cluj-Napoca es una Salamanca en pequeño. Timisoara es un centro cultural al que se le llamó la pequeña Viena. Sighisoara , la ciudad natal de Vlad Tepes, es uno de los mejores burgos medievales de Europa. Y Sibiu , la ciudad donde me encuentro, ofrece rincones que nada tienen que envidiar a Praga o Budapest.


La vida en el Sibiu histórico se desarrolla entorno a tres plazas contiguas, Piata Mica, Piata Mare y Piata Huet. Calles empedradas, arcos que comunican espacios íntimos y silenciosos, campanarios que se elevan como soldados en vigía, tejas de barro rojizo, la pátina de óxido y verdín que cubre las paredes, los viejos rótulos en hierro fundido? Una escena perdida hace ya mucho tiempo en la Europa del oeste.

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Otra cosa que sorprende: cuando intentas aprender algo de rumano te das cuenta de cuan lejos en el espacio y cerca en nuestras raíces estamos. El rumano es una lengua de origen latino que comparte muchas palabras y sintaxis con el castellano. ¿Unde e? (¿dónde está), Strada principala (calle principal), Timisoara este un centru cultural (Timisoara es un centro cultural). Si lo escuchas, no te enteras de nada. Pero leído, es fácil de traducir. En el fondo somos primos lejanos.

Más cosas. Me sorprende y me avergüenza como español el cliché con el que hemos etiquetado a los rumanos. Ni todos son gitanos ni todos se organizan en bandas para robarle el bolso a la primera viejecita que pase. Por aquí solo he vista gente amable y culta, digna y servicial, algo más fríos y secos en el trato corto que los latinos, pero con una dignidad encomiable. Y la etnia gitana en Rumanía es una minoría reconocida en el país, con su lengua, su cultura y su identidad; con gente buena y mala como en todos sitios (os contaré en otro post algo de los palacios gitanos).

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Los clichés son armas de destrucción masiva. Y por desgracia, vivimos a golpe de cliché, de titular, de ignorancia. Es más fácil que pensar, razonar, comparar y sacar conclusiones por ti mismo. ¿Será verdad que viajar nos hace más tolerantes?

 

 

 

 

 

 

 

23 nov 2009

Sibiu, con calma

Por: EL PAÍS

Mi siguiente parada en Rumanía fue Sibiu , una de las ciudades más bonitas de Transilvania y de todo el país. Un pequeño burgo medieval lleno de palacios, casonas, iglesias ortodoxas, católicas y evangelistas y calles peatonales donde la vida discurre aún a escala humana. Vine hasta Sibiu para unirme a un grupo de viajeros con calma a los que quería incluir en el documental que produzco sobre Rumanía.

 

Hace algunos post os hablé de un amigo que trata de instaurar la filosofía slow (la que ya triunfa en el slow food, cuyo gurú es Carl Honoré ) en los viajes: el slow travel. Ha montado una pequeña agencia que se llama Con Calma Viajes y vende destinos a quienes quieran disfrutar aún de los sitios sin necesidad de tener que ver más tarde las fotos para saber dónde han estado. Y pedir otras vacaciones para descansar de las estresadas vacaciones

 

¿Qué es un viaje con calma? Por ejemplo aquel que huye de los vuelos a horarios incómodos de forma gratuita (si hay un vuelo a mediodía por qué tomar uno a las 7 de la mañana); aquel que busca hoteles pequeños, familiares y céntricos en vez de establecimientos de grandes cadenas donde las habitaciones son todas iguales; aquel que programa estancias de al menos cuatro días en la misma ciudad y el mismo hotel, para no tener que andar haciendo y deshaciendo maletas, y desde allí plantea visitas tranquilas y a lugares de interés, pero sin recargar. No hay que verlo todo: hay que ver lo justo y disfrutándolo. Por ejemplo, quedándose a leer un libro junto a una ermita románica en vez de tratar de ver doce ermitas románicas en una sola mañana.

 

 

Sibiú es una ciudad perfecta para esto. Un pastel de colores suaves cuyas fachadas de estilo sajón fueron rehabilitadas cuando la ciudad fue elegida como Capital Cultural Europea, en 2007. Mañana seguiré contando cosas de ella.

 

PD: como veréis, hablo en pasado. Ya estoy de vuelta en España, pero con muchas cosas más que contar sobre Rumanía, un país que me ha fascinado y por muchas razones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

19 nov 2009

Lápidas sin fecha de caducidad

Por: EL PAÍS

Me gusta ir siempre a los cementerios de los países que visito. A veces los muertos te cuentan muchas cosas de cómo son los vivos. Además, si cayeras del cielo cual paracaidista podrías saber en qué cultura has aterrizado solo con ver el cementerio más cercano. Nada que ver un camposanto musulmán con un cristiano; uno católico con otro protestante; uno ortodoxo u otro maronita. Hay cementerios que incitan a la belleza, como el de Luarca, o a la simetría, como los de la II Guerra Mundial en Normandía. Y otros que resultan inquietantes, como el de Samarcanda (lo contaba en este post ).



En muchos pueblos de Transilvania , la gente coloca su lápida en vida, pone su nombre, la fecha de nacimiento y hasta una foto (es el caso de esta foto en el cementerio de Sibiel). Y deja pendiente y en blanco la fecha de la muerte. Práctico, sin duda. En vez de pagar el seguro de decesos, te haces la tumba mientras estás en activo. No es una mala inversión. Al fin y al cabo, si algo tenemos asegurado en esta vida, es la muerte. ¿Por qué no organizarla cuando aún puedes? Aunque, como decía Sabina, el ?traje de madera que estrenaré no está siquiera plantado?.


18 nov 2009

Drácula: ni está ni se le espera

Por: EL PAÍS

Hemos bajado ya de la montaña. Y aunque se salía un poco de nuestra ruta hemos ido hasta el castillo de Bran, un tópico en toda visita a Rumanía : el supuesto castillo de Drácula.

 

Bran es un castillo de soberbia estampa, elevado sobre una roca de 60 metros, construido para frenar los ataques turcos a Valaquia por Mircea el Viejo, abuelo de Vlad Tepes Dracuela. Pero ni el famoso Vlad el Empalador vivió aquí ni la documentación histórica es capaz de asegurar que pasara más allá de algunas estancias en la fortaleza. Lo que no quita para que en el pueblo se haya montado todo un circo en torno a la figura de Drácula: hay souvenirs de toda ralea, pollo al Drácula en el menú de los restaurantes y los taxis llevan unos rótulos con letras chorreando sangre de lo más kitsch.

 

En realidad los rumanos están hasta el moño de que su país solo sea conocido como el país de Drácula o el país de los gitanos. No es ni una cosa ni la otra. El escritor Bram Stoker se basó en la vida del cruel príncipe de Valaquia, Vlad Tepes el Empalador para crear el mito literario de Drácula . Pero Vlad Tepes, que desde luego no era ningún santo, es una figura histórica en Rumanía; un héroe nacional que defendió el cristianismo (¿?) y su pequeño país del continuo asalto de los turcos musulmanes. Que lo hiciera metiéndole una vara afilada y untada en aceite por el ano a sus víctimas y las elevara empalándolas hasta que la punta de la vara salía por el vientre o por el hombro en una agonía que podía durar días, no deja de encuadrase en la crueldad con la que se las gastaban los gobernantes de la Edad Media en esta convulsa zona.



 

Pero el turismo necesita de mitos. Y el turismo genera dinero. En Bran los saben. Por eso el montaje. Aún así, merece la pena la visita: con o sin vampiro, el castillo de Bran es espectacular. Y dentro han tenido el buen gusto de no hacer ninguna mención a Drácula.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

17 nov 2009

Buscando (desesperadamente) la cumbre

Por: EL PAÍS

 

El domingo, al amanecer, salimos de la cabaña Turnuri (1.500 mts.) en busca de la cumbre del Moldoveanu (2.544 mts.), la cima más alta de Rumanía. En condiciones normales se tardan una siete horas desde el refugio hasta la cima, más las que te lleve luego el regreso. Así que partimos mentalizados de que iba a ser un día muuuuuuy largo.



Dos horas después se alcanza la cabaña Podragu, a 2.100 metros de altitud, el refugio más alto de esta vertiente, situado junto a una laguna (ahora helada), al pie de un hermoso circo de piedra. En verano este es el punto habitual desde el que se suele atacar la cumbre. Pero cierra el 1 de noviembre, así que en estas fechas hay que estirar la jornada desde Turnuri.



Hasta aquí todo iba bien. El día nublado, amenazando nieve... pero aguantaba. Luego viene un corredor de unos 40 grados entre paredes muy verticales que te coloca por fin en la arista cimera, ya a unos 2.350 metros de altura. Pero la cima no está cerca. El Moldoveanu no es una montaña aislada, es más bien la cresta que destaca sobre otras muchas cumbres de parecida altura a lo largo de una arista de varios kilómetros de longitud.



Empezamos a caminar por ella... hasta que la suerte cambio. O lo que es lo mismo, cambio el tiempo. Las nubes se cerraron, la nieve empezó a caer y nos vimos avanzando por el filo de una navaja en medio de una sopa de leche. No se veía nada. Hicimos tres o cuatro cumbres menores casi a ciegas. Hasta que la niebla se hizo tan espesa que si uno de adelantaba el otro lo perdía de vista. Calculo que llegamos a una antecumbre llamada Vistea Maris, muy cerca ya del pico final. Pero podíamos estar en lo alto de la Giralda que nos daba lo mismo: todo blanco alrededor (como podeis comprobar en la foto inferior).



Así que cumpliendo esa máxima nunca suficientemente bien poderada de que una retirada a tiempo es una victoria, nos dimos la vuelta. Estuvimos (casi) en lo más alto de los Cárpatos, pero no nos enteramos de nada. Así es la montaña. No siempre se gana.







 

 

 

 

 

 

 

 

15 nov 2009

Fin de semana en los Cárpatos

Por: EL PAÍS

Hola a todos. No he podido conectarme hasta ahora porque andaba perdido por las cumbres de los Cárpatos. El viernes aterricé en Bucarest y esa misma noche salí con un coche de alquiler hacia el norte. Viajo con mi compañero de penas y fatigas varias, Antonio Alpañez, y nuestro primer objetivo en Rumanía es escalar su pico más alto: el Moldoveanu . La cima de los Cárpatos. Un monte de solo 2.544 metros de altitud pero muy agreste porque en Rumanía los inviernos son más crudos que un steak tartare y a esas altitudes te puedes esperar de todo.

 

Es muy impactante llegar a un país desconocido, montarte en un coche y lanzarte a la carretera en plena noche. Conduces con los ojos como platos, en estado de alerta. No sabes los códigos, las costumbres... y mucho menos, las direcciones. ¿habría algún sitio para cenar en el camino? ¿encontraríamos algún sitio para dormir?

 

Por fortuna para los viajeros, el mundo es un sitio más previsible de lo que parece. Y lleno de buena gente. Restaurante a pie de carretera hay miles en Rumanía (eso si, todos con la música a volumen Match 2; en el que paramos nosotros, camino de Pitesti, había un orquesta en directo con el volumen tan alto que vibraban las copas: ya hemos podido comprobando que lo de comer con los decibelios a tope es un clásico en Rumanía). También fue fácil dormir: hay muchos hoteles y moteles por todos lados.

 

El sábado por la mañana cruzamos los Cárpatos y entramos en Transilvania . Fue como cruzar el túnel del tiempo. Pueblos agrícolas anclados aún en la época de Ceausescu , casas de labranza de tejado a cuatro aguas junto a bloques de apartamentos de corte soviético. Un mundo aún pausado, rural, donde los paisanos trasladan las mercancías en carromatos tirados por caballos y la gente levanta la mano al pie de la carretera para parar un vehículo cuando quiere desplazarse de un lugar a otro. Gente amable en exceso cuando el forastero se detiene en la plaza a preguntar por donde se va al siguiente pueblo o dónde podría comprar pan.

 

Transilvania. Nombre mítico donde los haya. Todos lo asociamos al conde Drácula. Aunque en realidad Vlad Tepes fue príncipe de Valaquia. Ya habrá ocasión de volver sobre el tema.

 

 

Para subir al Moldoveanu hay que llegar a un pequeño pueblo llamado Victoria, en la carretera que une Sibiú con Brasov. Desde allí hay cuatro horas de ascenso hasta el refugio Turnuri, por un soberbio bosque de coníferas. Fue una subida memorable, en plena naturaleza de un país aún salvaje, en el que todavía viven osos en libertad y los donde bosques parecen hechizados por druidas y hadas. La cañaba Turnuri nos esperaba a 1.500 metros de altitud, justo donde el bosque acaba y da paso el reino de la piedra, la nieve y el hielo. Era el sábado por la tarde. Recuerdo que hacía mucho frío. Y que la sopa que nos hizo el guarda del refugio supo a gloria .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12 nov 2009

¡¡Que vienen las grullas!!

Por: EL PAÍS

Algo está ocurriendo estos días en las dehesas y los complejos lacustres de la península ibérica. Ciento de miles de viajeros procedentes de Escandinavia, de las repúblicas Bálticas y hasta de Rusia atraviesan el continente para pasar aquí del invierno.



¿Nos invaden de nuevo las suecas? ¿empleados de IKEA?



No. Son las grullas, esas enormes aves de silueta estilizada, largas patas y cuello y plumaje gris que como cada año, cumplen su rito anual de migración hasta las dehesas españolas huyendo de los fríos nórdicos.

Las grullas llevan viniendo cada mes de noviembre a España desde tiempos inmemmoriales. Pero como a los humanos nos gusta etiquetarlo todo y aprovecharlo todo, se han convertido ahora en un excelente reclamo turístico para las zonas en las que anidan.

La laguna de Gallocanta celebró el pasado fin de semana el Festival de las Grullas de Gallocanta . Si no la conocéis, no debéis de demorar una visita a esta hermosa laguna cercana a Daroca, entre los límites de Teruel y Zaragoza. Un buen año pueden aterrizar allí hasta 100.000 ejemplares de grulla. La nube que forman al atardecer, cuando regresan de comer en busca del cobijo nocturno de la laguna, ensombrece al ocaso y es uno de los espectáculos más fascinantes de la naturaleza. Aparecen en perfecta formación, en un ballet aéreo lleno de armonía, con la banda sonora de su típico canto: ?kruu-kruu?, ?kruu-kruu?. Abajo, cientos de curiosos y amantes de las aves observan cada tarde el fenómeno extasiados.

Este fin de semana empieza el Festival de las Grullas de Extremadura , otro destino clásico de estas aves. Allí, entre las copas de las encinas de las dehesas, invernan entre 60.000 y 80.000 ejemplares. Otro espectáculo. Y una buena excusa para mover el culo este fin de semana, coger el coche y darse un garbeo por la bella Extremadura.

PD: La foto es de Pedro Retamar, compañero, buen periodista y excelente fotógrafo de naturaleza que también tiene un blog de viajes .



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Un blog de viajes para gente viajera en el que tienen cabida todos aquellos destinos, todos aquellos comentarios, todas aquellas valoraciones que no encontrarás en otros medios.

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Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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