Paco Nadal >> El Viajero

30 jun 2010

Mascando droga (o no) con los colegas

Por: EL PAÍS

No todos en Etiopía alcanzan el estado de consciencia mística mediante la peregrinación a Lalibela. Otros prefieren llegar a ese nirvana por una vía mucho más expeditiva. Mascan khat, una planta rica en alcaloides estimulantes cuyo consumo está prohibido en Europa y Estados Unidos, pero que es legal ? y muy común - en Etiopía.
Un día paseaba por Bahar Dar, a la orillas del lago Tana, cuando vi un ?comedero de khat?, locales públicos donde la gente se reúne para hacer lo que más le gusta a un etíope en su tiempo libre: charlar con los amigos y mascar khat.
Les pregunté si podía unirme a ellos y me ofrecieron encantados un sitio en el suelo del estrecho cuartucho. Estaba atestado de gente joven con los ojos enrojecidos y la mirada perdida dos calles más allá.
?Si antes de ir a trabajar comes khat, te sientes mejor, trabajas mejor. Si no me tomo mi ración de khat no me siento bien, solo masticándolo evito estar apagado. Con el khat olvidas los problemas, siento que todo está en mis manos?, me decía uno de ellos, Alis Endris, mecánico, de 20 años.
Al khat se le conoce como te abisinio y es a la cultura etiope lo que la hoja de coca a la de los pueblos andinos. Sus efectos son parecidos a los de las anfetaminas: hiperactividad, retraso del sueño, el cansancio y el hambre, optimismo, locuacidad, excitación y alegría, claridad mental.
Probarlo y entenderlo es fundamental si quieres comprender y analizar la realidad social del país. Los hombres ?también vi a mujeres- se reúnen por las tardes en fumaderos, o más bien comederos, como éste, y pasan las horas muertas mascando hojas tiernas. Pero no basta con masticarlo y escupirlo. Hay que mantenerlo en las encías durante horas y renovarlo para que haga efecto.

Otro de mis compañeros de fumata me decía: ?Lo malo es que si mezclas el khat con el alcohol y luego te entran ganas de irte con una chica o con una prostituta?.¡no funcionas!, ¿me entiendes?. No puedas completar tu tarea (risas generales)? (algunos estudios indican que, en efecto, el khat reduce la líbido)
En 1980 la OMS lo calificó como droga y aconsejó su prohibición. Lo que no entiendo es por qué se ha de prohibir el khat en Etiopía o Yemen y no el alcohol o el tabaco en nuestro primer mundo. ¿Un poco incongruente, no?

29 jun 2010

Una noche en el túnel del tiempo

Por: EL PAÍS

Organicé este viaje a Etiopía de manera que me coincidiera la celebración de la Pascua etíope en Lalibela.
La Pascua es la festividad más importante del calendario etíope, un calendario por cierto que no tiene nada que ver con el nuestro porque se rige aún por la regla copta: hoy en Etiopía es 21 de sené de 2003 (entre el calendario copto y el gregoriano u occidental hay siete años de diferencia, tampoco los meses y las horas coinciden: las 12 de la noche nuestras son las 6 de la mañana para ellos; ¡un lío si quieres coger un autobús!).
Cuando yo estuve allí para mi era el 1 de mayo de 2005; para ellos, el 23 de miazilla de 1998. ¡con razón me sentía más joven!
El Viernes y Sábado Santo, como culminación de los dos meses de ayuno que exige la Pascua Etiope, miles de peregrinos llegados de todo el país se concentraron junto a las iglesias excavadas en la roca de Lalibela . Envueltos en sus gabis blancos caminaron en procesión durante toda la noche en torno a las templos trogloditas. Al ritmo de percusión de los kebero, los tambores rituales, y de los grandes meleket, las trompetas monocordes. Los sacerdotes, de espaldas a los fieles, entonaban cánticos en ge´ez, la antigua lengua del reino de Aksum que la iglesia copta etíope lleva usando desde hace más de 1.500 años.
Una comitiva de popes, músicos y portaestandartes con iconos de pan de oro y cruces meskal de varios siglos de antigüedad precedía a las filas de peregrinos.
No había luz eléctrica ni nada que nos recordara que ya había llegado el siglo XXI (si exceptuamos el micrófono que usaba uno de los curas). Apenas una quincena de extranjeros asistíamos atónitos aquella noche mágica a una ceremonia sacada de la Edad Media.
Fue como cruzar el túnel del tiempo. Volver a los orígenes de la civilización. Ver en persona y en primera fila una manifestación religiosa que ha debido de cambiar muy poco en los últimos 15 siglos.
Pase la noche en vela, dando gracias por poder ser testigo de esa maravilla.
Aún hoy recuerdo como si estuviera en Lalibela esas letanías monocordes, el retumbar de los kebero, el sonido agudo de los meleket.
Y se me vuelven a poner los pelos de punta.
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28 jun 2010

Las iglesias trogloditas de Lalibela

Por: EL PAÍS

Etiopía es un país negro y cristiano. Cristiano ortodoxo. Las viejas iglesias son circulares y con techo de paja, los fieles se tumban en el suelo alrededor del templo a escuchar la monótona letanía de los popes y los olores, los colores y los rostros perdidos en la lejanía nos anuncian que estamos a años luz de todo lo que creíamos conocer.
Para entender el cristianismo ortodoxo etiope hay que viajar hasta al extremo norte del país, cerca de la frontera con Eritrea, a unas montañas áridas, pobres y desnudas que apenas verdean durante la temporada de lluvias.
Aquí se encuentra la aldea de Lalibela, un ignoto lugar más del África olvidada si no fuera porque en el siglo XII un rey decidó construir en este remoto lugar una docena de iglesias excavadas en la roca para ocultarlas a los ataques de los invasores musulmanes del norte. Fue la segunda Jerusalén.
Lalibela es una de las maravillas de la Antigüedad. Una de las experiencias viajeras más recomendables que conozco. El lugar que más me impresionó de este impresionante país..
Los obreros de Lalibela excavaron la roca volcánica y maleable de esta montaña hasta ?deconstruir? a golpe de cincel una docena de templos, vaciando la roca hasta lograr un volumen interior igual al que se hubiera conseguido en un templo clásico, con planta de cruz griega, columnas, capiteles, bóvedas de medio punto y altares, solo que todo de una sola pieza.
Al descender por los túneles que dan acceso al santuario troglodita se magnifica la sensación de viajar en el tiempo. La percepción de encontrarse ante los orígenes de la fe, pues el cristianismo etiope vivió y se desarrollo aislado del resto del mundo hasta el siglo XVI. Las cruces de bronce recuerdan a las de Bizancio, las túnicas ceremoniales de los sacerdotes lucen el amarillo impoluto de los profetas, las mitras van tan cargadas como las de un pope alejandrino. Es el retorno a los orígenes.
Un lugar al que habría que ir al menos una vez en la vida.


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Os dejo una selección de las mejores imágenes de Lalibela que aparecieron en el documental
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24 jun 2010

Etiopía: un circo en (casi) cada pueblo

Por: EL PAÍS

Muy poca gente sabe lo extendida que está en Etiopía la tradición del circo. Yo mismo lo desconocía hasta que me puse a investigar para preparar este viaje.
Parece ser que el primer grupo circense lo montaron en 1991 Andy Goldman, un americano que trabajaba en una fundación de ayuda a judíos etíopes (los falashas) y Marc LaChance, un canadiense profesor de la Escuela Internacional y juglar aficionado. Su idea era darle a los niños de la calle una ocupación y un posible trabajo remunerado.
Ese primer circo de Goldman y LaChance nació en Addis Abeba pero desde entonces han proliferado los grupos circenses por todas las regiones etíopes. Circos humildes, de titiriteros y acróbatas, de cuentacuentos y tragafuegos. Nada de circos espectaculares con tres pistas, fieras africanas y trapecistas vestidas de lentejuelas.
El más famoso de todos y el de mayor proyección internacional se llama Circus Ethiopía . Estuve con ellos durante uno de sus ensayos en la sede que tienen a las afueras de Addis Abeba y no pude dejar de pensar en la similitud con aquel entrañable Circo de los Muchachos que había en la España franquista de mi niñez.
Su director en aquel momento, Behelu Ayele, me contaba que la tradición circense etíope viene de la riqueza de las danzas de las diversas etnias que componen el país. Ellos viajan por las aldeas del interior grabando esas danzas y fiestas tradicionales, algunas muy antiguas, para enseñarselas luego a los chicos en los entrenamientos y que así el circo se convierta en un reflejo de las tradiciones del país.
Pese a haber actuado ya en muchos países de Europa, Asia y África, el circo no genera recursos suficientes para mantenerse. La sede y la sala de entrenamiento se mantiene gracias a las subvenciones del Ayuntamiento de la capital. En agradecimiento, cada viernes hacen una función al aire libre y gratuita para los vecinos.
Si un día los veís por Europa o por América, no dejéis de acudir a su espectáculo. Contribuiréis a mantener una bella tradición.

23 jun 2010

El reparador de candados de Addis Abeba

Por: EL PAÍS

Addis Abeba, la capital de Etiopía, es una ciudad enorme, caótica y vibrante. Como todas las metrópolis africanas compendia las cualidades y las miserias del continente. La pobreza más extrema y el lujo casi occidental, las grandes avenidas presidenciales y el caos urbano de los barrios de chapa metálica, basura y barro.
Las calles del centro, como ocurre también en todas las grandes ciudades africanas, son un gigantesco mercado al aire libre sin principio ni fin. Aquí le llaman el Mercato, así en italiano, recuerdo de aquella vergonzosa invasión italiana, cuando Mussolini quiso crearse un imperio en Abisinia .
Dicen que es el segundo mercado más grande de África, pero esto lo he oído en todas las ciudades africanas que he vistado. Nadie me dice cuál es el primero.
Pero lo que llama la atención del Mercato de Addis no es lo que se vende, sino lo que se recicla. Cuando vienes de una sociedad consumista en extremo donde todo se usa y se tira, donde nada se repara, donde un teléfono celular nuevo vale menos que la reparación del viejo y un coche se deshecha con tres años de antigüedad, encontrarte a un reparador de candados te provoca sentimientos encontrados entre la candidez y la vergüenza propia por todo lo que desperdiciamos en este llamado primer mundo.

Y ahí estaba, Corgi Kefene, 58 años, reparador de cerraduras y candados en el Mercato de Addis Abeba. Con su chaqueta roja y un paño amarillo en el suelo por todo mostrador de trabajo. Y una paciencia infinita para abrir, cuidar, mimar, engrasar y devolver a la vida humildes y baratos candados metálicos. Listos para otros muchos años de uso

?¿Ve este candado??, me decía mientras le filmaba, ?lo hicieron los blancos europeos, sí. Los blancos lo hacen, pero yo me encargo de mantenerlo. Aquí no tiramos nada. Si una cerradura como esta se rompe, me la traen, yo la opero, así, ¿ve?. Y ahora la coso y ya está. Otra vez en funcionamiento. ¡En África no sobra nada!?
Se equivocaba. En África solo sobra una cosa: el tiempo. Y cada cultura desperdicia lo que le sobra. En Europa nos sobra (de momento), dinero y recursos energéticos y todo lo arreglamos desperdiciándolos. En África todo se arregla con la misma herramienta: el tiempo. Es lo único que tienen en abundancia.
PD: también había recicladores de hornos chinos (de cada tres inservibles obtenían uno bueno), zapateros de sandalias hechas a partir de neumáticos viejos, fabricantes de fregonas y escobas con restos de ropa desechada? Un ejemplo de sostenibilidad.

21 jun 2010

Hacia Etiopía

Por: EL PAÍS

No. Por desgracia en estos momentos no estoy volando hacia Etiopía. Pero cuando la semana pasada colgué el post sobre las cataratas del Nilo se me cayeron encima un montón de buenas sensaciones de aquel viaje que hice en solitario por Etiopía hace 5 años. Y he decidido desempolvarlas. Así que durante los próximos días, si os apetece acompañarme, nos vamos virtualmente al país más inclasificable de África.
En aquella época trabajaba yo para un programa de cultura y tendencias de una televisión generalista muy importante. Y trabajaba de una manera muy especial: viajaba solo, con una pequeña cámara miniDV de aficionado con pretensiones. Y grababa, producía, escribía el guión, me las apañaba con el sonido y con todos los problemas que hubiera o hubiese yo solo; la caballería ligera de la TV. No se podía obtener la misma calidad de imagen que con un equipo tradicional, por supuesto, pero ir así de ligero y de incógnito daba otras ventajas: más cercanía al sujeto, inmersión total en el tema a grabar. La gente no posaba para mi, que es lo que pasa cuando llega un equipo de TV clásico; actuaba de forma natural, como si yo no estuviera.
Hoy la TV está llena de programas con minicámaras de ese tipo; pero hubo un tiempo en que grabar así era una herejía para los ortodoxos del tema.
El de Etiopía fue uno de los viajes más intensos de mi vida. No recuerdo en ningún otro al que llegara al hotel al mediodía llorando a lágrima tendida, nunca supe porqué: por agotamiento, por calor, por sobredosis de emociones, por tanta miseria, por tanta vida, por tanta alegría, por tanta magia que transmite África...
Pero mejor no adelantar acontecimientos. Estamos llegando a Addis Abeba, la capital del país más inclasificable de África. El único que nunca fue colonizado... (continuará)

19 jun 2010

Azinhaga, el pueblo de Saramago

Por: EL PAÍS

Nunca tuve el placer de conocer personalmente a José Saramago. Pero una vez me sentí emocionalmente muy cerca de él. Fue cuando pasé por Azinhaga, su pueblo natal. Iba caminando desde Santarem a Golegá, por un laberinto de maizales que riega con fertilidad de madre amorosa el río Tejo / Tajo.
De repente apareció el cartel: "Azinhaga" y entré en la aldea como quien entra en el recinto sacrosanto de uno de sus mitos. Saramago nació en esta pequeña localidad ribatejana el 16 de noviembre de 1922 aunque solo estuvo aquí un año y medio porque sus padres emigraron a Lisboa en busca de mejor futuro.
Pero todos los veranos de su niñez y adolescencia volvía de vacaciones a la aldea, donde ?siempre andábamos descalzos los niños y las mujeres.... me gustaba mucho llegar a la aldea, quitarme los zapatos y meterme en el río, pisar el lodo y los rastrojos duros?, cuenta en Las pequeñas memorias, su libro autobiográfico en el que narra sus primeros años de vida a caballo entre la capital y el pueblo. Azhinaga sigue siendo aún una tranquila y agradable población agrícola, ?la aldea más portuguesa del Ribatejo?, reza un cartel a la entrada.
Los viejos toman el sol en la plaza y los parroquianos y parroquianas parecen moverse siempre en bicicleta. Hay bellas mansiones señoriales en la calle principal, la rua do Espíritu Santo, a la que se asoma también la Igreja Matriz, del siglo XVII.
Estoy seguro de que hoy Saramago, acompañado por todos los personajes de sus novelas, antes de ir a descansar allá donde vayan los premios Nobel cuando ganan por fin la eternidad, pasará un momentito por Azinhaga para descalzarse por última vez y meter los pies en ese río Tejo de su infancia.

18 jun 2010

El palacio que no tenía cuartos de baño

Por: EL PAÍS

Cuando viajas por el norte de España en busca del patrimonio arquitectónico, sobre todo por Cantabria (donde estuve la semana pasada) y por Asturias, hay una palabra que aparece inevitablemente en toda conversación: indianos
Los indianos fueron los emigrantes que salieron de estas tierras hacia América a partir del siglo XVI y muy en especial en el XIX con una mano delante y otra detrás (es decir, pobres como las ratas) y que volvieron millonarios. Todos se hicieron una gran mansión en su pueblo natal para demostrar a los vecinos quién había triunfado en la vida. Son las famosas casas de indianos que engalanan el paisaje del norte de España, todas con su inevitable palmera en la puerta, nostalgia tardía de un mundo lejano más cálido y sensual que éste.
Pero algunos no se conformaron con esto. Su fortuna era tal que tenían que destacar incluso por encima de los demás indianos. Y levantaron palacios, iglesias, seminarios y obras de caridad sin reparar en gastos.
En el caso del palacio de los Selgas, en El Pito (el Versalles asturiano) o de los dos conjuntos monásticos de Cóbreces, un pequeño pueblo de Cantabria, donde los hermanos Quirós construyeron una abadía cisterciense y un colegio de estudios agrícolas, y los hermanos Villegas, para no ser menos que sus vecinos, levantaron la iglesia neogótica de San Pedro Advíncula (la de la foto de abajo) y otros dos colegios para niños y niñas pobres. Por eso llamaban a Cóbreces "la Alcalá de Henares del Cantábrico".
Pero el indiano más famoso de todos, arquetipo de un nuevo rico venido del otro lado del Atlántico, fue Antonio López y López , que salió con 14 años de su pueblo natal, Comillas, empezó en Cuba como mozo de un abarrote y terminó siendo el marqués de Comillas, el hombre más rico de España, financiero de guerras y otros asuntos de Estado del rey Alfonso XII. El fue quien construyó en Comillas el gigantesco seminario que luego fue Universidad Pontificia de los jesuitas (el de la foto de arriba) y el fastuoso y anacrónico palacio de Sobrellano .
Edifiicios cargados de historias singulares, por ejemplo:
El palacio de Sobrellano de Comillas, la residencia del hombre más rico de España en 1889, no tenía...¡ni un solo cuarto de baño! (lo de la ducha diaria no se llevaba entonces).
El último marqués de Comillas lo vendió por un precio simbólico al gobierno cántabro, entre otras cosas, por el frío que se pasaba dentro: a nadie se le ocurrió poner calefacción.
La abadía de Santa María de Viaceli y el colegio de los hermanos Quirós en Cóbreces costaron ...¡dos millones de pesetas!. Una fortuna en la época. "Y ahora, por reparar el camino de acceso hemos tenido que pagar ocho millones", me confesaba el hermano Mauro, uno de los pocos frailes -todos menos uno, septuagenarios- que quedan en la abadía.
No ha entrado ningún novicio en la abadía de Santa María de Viaceli desde hace 40 años.


16 jun 2010

La virgen de la cama

Por: EL PAÍS

Cuando viajo por la España rural me acuerdo mucho del periodista y escritor Luis Carandell, de quien tuve el honor de ser amigo, y su Celtiberia Show , la columna que empezó a escribir en los 60 en la revista Triunfo. Para quienes no llegaron a conocerla, en Celtiberia Show Carandell comentaba con humor e ironía esquelas, anuncios por palabras, pintadas en la pared, imágenes religiosas o cualquier artículo o texto que el mismo veía o que le mandaban los lectores, siempre con un toque esperpéntico. Él lo llamaba ?museillo de gracias y desgracias de la vida española?. Ironías y costumbres de un país de botijo y pandereta.
Si el bueno de Luis levantara la cabeza, encontraría aún material para varios tomos nuevos de Celtiberia Show.
Esta Virgen en la cama la encontré en la iglesia de Santa Cruz, en La Lastra (Cantabria). Claro que en un país donde también hay una Virgen con un garrote (Sahagún) y un Niño Jesús jugando a las cartas con san Antonio de Padua (Cacabelos)... todo es posible. ¿No, Luis?
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PD: ha caído más agua en Cantabria que en el Diluvio Universal. ¡Dios, que manera de llover! Y eso que es junio. Pero no me ha llevado la riada. Sigo por aquí.

Esta mañana he estado paseando por alguna de las mejores playas de Cantabria. La playa de Laredo, que se llama la Salvé (foto de arriba), es un espigón infinito de dunas de arena que acaba en el Puntal, donde una barca de aroma trasnochado te cruza al otro lado de la marisma, hasta Santoña.

Playas como la de Berria (foto de abajo), que pese a tener el penal de El Dueso en una esquina, es un playazo de soledades infinitas y horizontes esquivos. Un lugar donde imaginarse feliz sentado entre los carrizales, oyendo el graznido de la gaviotas, el ulular del viento.

Playas como la de Noja, como la de Arenillas, en la ría de Oriñón. Lugares donde uno maldice ser urbanita y tiraría del hilo de la vida para que llegara pronto la jubilación y retirarse a vivir a un sitio como estos.

Por todas ellas transita el Camino de Santiago del Norte a su paso por Cantabria. Un festín de sentidos para el peregrino.

Pero no todo es poesía. También hay prosa y de la mala. El ladrillo ha hecho estragos en la costa cántabra (por desgracia el mal gusto urbanístico no es patrimonio del Mediterráneo). Ya lo decía Iucce en un comentario del post anterior . ¿Cómo se pudo destrozar un lugar como el Puntal de Laredo con todos esos edificios sin gusto? ¿Cómo se ha podido llenar Castro Urdiales de urbanizaciones de ladrillo visto? ¿Cómo se sigue construyendo en plan salvaje en Noja?

Un amigo colombiano me dijo una vez: ?vuestro narcotráfico es el ladrillo. Todo lo puede, todo lo corrompe?. Y va a ser verdad.


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Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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