Paco Nadal >> El Viajero

14 oct 2010

Estambul y el Pudding Shop

Por: EL PAÍS

La mezquita Azul de Estambul


Hay muchos autobuses diarios entre Sofía y Estambul, pero no sé por qué todos los que yo encontré salían al atardecer. Así que para el último tramo de esta aventura terrestre hacia Oriente, para el punto y final del mayor atracón de autobús de mi vida... me tocó pasar otra noche en ruta. Diez horas más en blanco.
Cuando por fin las primeras luces del alba delataron la cercanía de Estambul, mi alma debatía seriamente la posibilidad de romper lazos de unión con mi cuerpo. Tras ocho días de viaje y 3.681 kilómetros de autocar (menos el tramo Triestre-Ljubliana en tren, para ser precisos), la puerta de Asia se abría ante mí, radiante de cúpulas y minaretes. Radiante de exotismo. Pero yo era incapaz de sentirlo. Al bajar en la estación de Estambul me hice la promesa de no volver a montar nunca más en autobús.
En Estambul siempre me ha gustado hacer dos cosas: ir a Santa Sofía , a reconciliarme con el género humano, capaz de levantar semejante prodigio de la ingeniería nada menos que en el año 537. E ir a relajarme en un hamman, dejando que un señor gordo, peludo y con bigote me masajée como si quisiera matarme.
Pero esta vez me tenía prometido otros dos rituales si terminaba el viaje con éxito. El primero: cruzar el puente sobre el Bósforo para poder contar algún día a mis nietos que llegué a Asia por carretera.
El segundo era ir casi en peregrinación al Pudding Shop . Para quien no haya oído hablar de él, es un antiguo café-restaurante cerca de la plaza de las mezquitas que fue el centro de reunión de hippies y mochileros desde los años sesenta. En una época en que no había Twitter ni móvil, ni oficina de turismo ni reservas por Internet, Estambul se convirtió en una especie de hub intermedio entre Europa y los destinos exóticos en Asia para los buscavidas de todo el mundo. Y el Pudding Shop era su local de reunión y su agencia de viajes.
Pasaban por aquí y dejaban mensajes clavados en las paredes demandando un transporte para Kathmandú o para Goa, un compañero para la aventura, un sitio para dormir o algo para fumar. Prisa no había.
Creo que el Pudding sigue perteneciendo a los mismos propietarios, pero como ya nada es lo que era en esta Estambul vendida al turismo de masas, se ha transformado en un restaurante self-service con wi-fi, mantel de hilo y aire acondicionado.
Hay que agradecerles que hayan mantenido (o al menos mantenían, cuando yo estuve allí por última vez) engalanadas las paredes con recortes de periódicos y fotografías de aquel pasado glorioso, cuando docenas de trotamundos se ponían aquí ciegos a baklava y marihuana, cenaban a la luz de la luna en su famoso patio y esperaban un camión, una Combi Wolksvagen o cualquier cosa con ruedas que les permitiera seguir viaje a destinos míticos: Afganistán, India, Nepal, la Ruta de la Seda? en lo que dio en llamarse el "hippie trail" Pero esa, la verdad, será ya otra historia.
Para saber más del Pudding y aquellos viajes a Asia recomiendo el libro de mi amigo Chema Rodríguez, "Anochece en Kathmandú".


El Pudding Shop, en la época en que llegué a Estambul en autobús

Hay 22 Comentarios

Eres un santo. Mil besos. Descansa. Que cansas de sólo saberte yendo y viniendo. Espero ir a Estambul en esta vida. Me has convocado. Como siempre, mil gracias, Angeles

Pues el trayecto en autobús Sofia-Istanbul es una delicia comparado con el trayecto Istanbul-Teherán. Tardé aproximadamente 55h en pleno invierno en un autobús sin calefacción (aunque unos viajeros pusieron un hornillo de gas en el pasillo!!) y con iraníes borrachos (lo último que hacen antes de cruzar la frontera con su país es ponerse ciegos a cervezas)...En fin, toda una experiencia...llega un momento que uno es capaz de dormir en cualquier posición.....

hola, javier. también soy muy curiosa, algunas veces me dicen eso de : la curiosidad mata al gato. respondo con otro eso de: tienen siete vidas.gracias por tu curiosidad. voy a poner otro careto. no sé dónde sadrá, así que colóquese después de: nos vemos, javier.nos vemos [`´]

nieves v, reconozco que mi curiosidad ha sido muy muy poco elegante. Te pido disculpas.

[8|]

qué no javier, qué no, en absoluto. y no tienes que disculparte por nada.va a ser verdad que hablo raro, dando pie a confusión. he dejado un comentario en tu blog...creo que no lo has visto.voy poner otro careto, tiene que aparecer después de ... yo qué sé, al final y ya está.alah, hasta mañana, si san asís quiere. qué querra, para eso es santo

¿y el careto¡ pera un poco qu va[:[][;)][8|][|(][:|][:D][8D][:(][:)][8o][¬¬][:#][`´]¡viva trieste y la pasma

Sí, yo también peregriné hace unos años al Pudding Shop. Mitómano que es uno. Aya Sofia es verdaderamente impresionante, aunque lo mejor que he hecho en Estambul es la visita a Eyüp, un lugar a orillas del Cuerno de Oro realmente maravilloso.Un abrazo Paco,y a todos los demás, PD: nieves v, por favor, no nos dejes así, en ascuas! (aquí, si supiese como, iría un emoticono con cara de curioso...)

Tus posts sobre este largo viaje realizado hace varios años se tornan históricos, nos llevan hacia lugares que han cambiado y que son diferentes en la actualidad. Qué interesante será ver los contrastes cuando vuelvas a estos mismos lugares. Un abrazo,

Magnífico viaje!!! Desde el principio hasta el final. No me extraña que pensases en no volver a montar en autobús!!!jajajajja!!!un saludo grande.

en google map está la estacion. Podeis ver los autobusescopiando Bostan Arkas?, Istanbul, Türkiye

Estuve en el Pudding Shop en 1976 y regresé en 2009. El dueño actual (de unos 30 y pico años) es hijo del que había en los 70, y de todo el personal de aquel entonces solamente sigue trabajando allí uno de los cocineros. Es el mejor restaurante de la zona de Sultanahmed, que está plagado de antros inmundos para turistas.

después del buen tiempo que hemos tenido por aquí, hoy es un sábado gris. así que pensaba leer uno de tus días y dormir la siesta, pero terminé leyéndolos todos y ¡adiós siesta [|(].trieste es una ciudad que recuerdo porque cuando llegué al puerto empecé a hiperventilar, creí que me daba un infarto. luego algo sucedió y casi acabo durmiendo en chirona [:(]

los caretos de los emoticonos se han colocado donde les ha dado la gana, los pongo en su sitio:el primero, el refunfuñón, va después de: ¡adiós siesta.el segundo, va al final, después de la chirona.aprovecho para un abrazo

GRACIAS, POR PERMITIRNOS VIAJAR CONTIGO.

Jeje... ¿te crees que te has librado? Pues va a ser que no, querido... ¡Que flojo! tres mil y poco kilómetros en bus (menos el menos del tren) y ¿ya estás derrotado? Es broma, es broma, pero te aseguro que siete mil en moto y durmiendo de camping son un poquito peor.Me apunto ese libro de tu amigo y si me pierdo en Estambul no me busques en el Pudding.Besos.

Qué arte Paco!

Me están dando ganas de repetir tu viaje. La única pregunta que me surge es, ¿te dió tiempo de ver las ciudades donde paraste?

(Tu recomendación, ya leído. Y, según te iba leyendo la parte final, me acordaba de él. Sin ser un gran libro, merece la pena).Entretenido tu viaje.Un abrazo.

Este verano estuve unos días en Estambul porque no me pilla mal desde mi ciudad de residencia. Me gustó asomarme al Mar Negro, enterarme de lo que es una mezquita, darme cuenta por primera vez de que tres religiones como el cristianismo, el judaísmo y el islamismo tuvieron un origen común (esto debe de ser como descubrir el Mediterráneo, pero yo me enteré este Julio, sí), también me extasié con Santa Sofía, comí Baklava, aprendía a decir palabritas en turco, me comí una patata asada en Ortaköy, flipé de estar en la estación del Orient Express, etc, etc. Pero a las vacacones de Estambul las llamé las "vacaciones de mercadillo". Estaba lleno de matrimonios de mediana edad (muchos espanholes) que se plantan allí en dos horas de vuelo barato y se hinchaban a comprar, comprar, comprar en el Bazar o en las tiendas de alfombras. Puede ser un buen plan, pero no para mí. No hubo forma de pasar desapercibida. Era una turista a la que había que vender lo que fuese, un agobio. Te dabas cuenta de la dimensión de aquello cuando el turco de turno que te preguntaba de dónde eras y le respondías que de Bilbao, te soltaba toda la retahíla de "Agur, Aupa Athletic, Kaixo, ondo pasa", con un acento clavado, que ni el de Txomin el del Regato. Del Pudding Shop, es que ni había oído hablar. Qué bueno enterarse de eso, aunque sea a destiempo en todos los sentidos.

Totalmente de acuerdo: entras en Santa Sofía y te quedas impactado. Y el puente de Gálata, otra pasada. Ahí van un par de fotos, a ver si os gustanhttp://dacalleja.wordpress.com/

Lo más acojonante de todo es que Santa Sofía se construyó en solo ¡¡¡¡5 años!!! Impresionante, ¿no?

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Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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