Paco Nadal >> El Viajero

12 oct 2010

Las dos caras de Belgrado

Por: EL PAÍS


MADRID-ESTAMBUL EN AUTOBÚS, DÍA 6
Nunca olvidaré la llegada a Belgrado en aquel viaje en autocar desde Madrid a Estambul a través de los Balcanes. La guerra en Kosovo había terminado hacía apenas un año y tres meses de bombardeos de la OTAN habían dejado la capital serbia llena de magulladuras, tanto físicas como emocionales.

Pero mientras que en Eslovenia o en Croacia las heridas del conflicto se veían desdibujadas o, al menos, maquilladas, en Belgrado la tristeza y la escasez se palpaban en el ambiente. Bajar de aquel autobús en una gris estación de edificios destartalados y con un pavimento que un día tuvo que ser de asfalto picado ahora por la viruela de mil charcos fue como retroceder 50 años en la historia de Europa.
Parecía como si todos los habitantes de la ciudad estuvieran en la calle a la vez y tres cuartas partes de ellos, tratara de ganarse la vida en aquella estación de autobuses y sus alrededores. Una marea de presuntos taxistas acosaban a los viajeros recién llegados: ?Taxi, taxi?. En las aceras se agolpaban interminables filas de vendedores ambulantes que a todas luces no fueron siempre vendedores ambulantes. Casi una década de guerra y embargos habían sumido a Serbia en un pozo económico. Y cada cual trataba de sacarse unos dinares trapicheando en la calle con cualquier cosa comerciable.

Caminé en dirección a lo que parecía un centro urbano. Y al primer cartel de "hotel" que vi, me colé. El recepcionista me explicó que sólo podía pagar en efectivo (el embargo de la UE había inhabilitado el uso de tarjetas) pero gustosamente me cambiaba mis dólares a precio de mercado negro: casi tres veces más que el oficial.

Al día siguiente salí a deambular y Belgrado me lo agradeció mostrándome su cara más amable. Subí y bajé varias veces por una calle peatonal llena de vida y ambiente, Kneza Mihaila, la arteria principal del viejo Belgrado, el lugar de los cafetines, de los restaurantes, de los comercios. Un ir y venir de gentes amables pero enfundadas en ropajes oscuros y tristes, con la sombra de la posguerra aún en su rostro, lo que no sabría decir era de qué posguerra, de tantas como han asolado esta torturada región de los Balnaces. Y dediqué muchas horas a holgazanear y observar a los transeúntes en un parque maravilloso que se asomaba al Danubio: Kalemegdan. El lugar al que van a besarse los novios, a jugar al ajedrez los desocupados, a pasear las familias. El pulmón verde de la ciudad.

El atardecer me sorprendió en ese parque, cerca de la Fortaleza, entre parejas que se fotografiaban con el gran río de fondo y otras que buscaban amparo para sus caricias. Y me pareció imposible que esas mismas gentes y en esa misma ciudad hubieran jaleado a un tal Milosevic y sus secuaces para poner en marcha la última gran guerra europea con limpieza étnica incluida.
Localicé una línea de autocar que enlazaba con Sofía, la capital de Bulgaría, y saqué un billete para el día siguiente.

Hay 15 Comentarios

Rafa, ¿tú eres tonto?

Los edificios no se reconstruyen para que todos los que visiten Belgrado sepán lo que la OTAN hizo a esa ciudad, un recordatorio de la verguenza para europa y los europeos y por lo que sé así se quedará por muchos años, yo pienso que así debe ser. En cuanto a la tristeza de su gente, claro que lo estivieron hoy no, son gente orgullosa, gente de bien europeos antes de nacer y no por que hayan entrado o no en UE.

Me gusta como cuentas este viaje, tiene sabor y llevas mucha razón ¿qué posguerra? porque no acaban de recuperarse de una y ya les ha caído otra. Esas estaciones de autobuses, siempre me han parecido los lugares más tristes de cualquier ciudad.Un abrazo.

Qualcuno ha fatto presente all'autore che la città di Belgrado è stata messa e ferro e fuoco solo un paio di giorni prima del suo arrivo? Non viene il dubbio che l'atmosfera cupa alla quale si riferisce sia dovuta all'ennesima delusione della gente di fronte all'intolleranza espressa in un modo così violento?

¿Porque son tan animales los Serbios ???

Yo no sé si esto lo escribiste hace 10 años o lo estás escribiendo ahora, pero tu escritura es muy diferente, es como si estuvieras escribiendo un libro sobre este viaje (y si no lo estás haciendo, hacelo pronto, esta siendo super interesante)La descripción del paisaje ni bien bajás del autobús me recuerda a Buenos Aires: sin tanta guerra, sin tanto embargo, pero con la pata del FMI encimaPD: Una cossita...¿Te dije que volví? Por si no te lo dije, te lo digo ahora

Conocí Belgrado poco después de la guerra y era así como la describes. Ahora ha cambiado, es una ciudad más optimista.

Si un día en Belgrado da para escribir un post, yo me dedicaré a hacer crítica de libros de las reseñas de las contraportadas. Y online desde el FNAC. ¿Dios, dónde nos llevará tanto fast-food?

Dibujas algunas escenas que parecieran ser del 'tercer mundo' (¿se puede decir así?).Muchas gracias por recrearte en el ambiente, en las gentes, en las sensaciones y olvidarte un poco de 'las piedras'. Ya nos lo contarán otros.Un abrazo (rápido-rápido, que te vas a Sofía).

Como en todo, se trata de no generalizar. No todos los ciudadanos serbios apoyaban a Milosevic. Dejo otra pincelada de optimismo: la música de Goran Bregovic, las películas de Kusturica. :-)

De Underground, pelí de Kusturica con música de Bregovic:http://www.youtube.com/watch?v=yeZ3Jaauxy4

La gente de estos paises lo ha pasado muy mal durante muchas generaciones. Puede ser una explicación de porque tienen un carácter tan fuerte. Los croatas han intentado aprovechar al máximos sus posibilidades, mucho turismo, zonas rehabilitadas...

Sí, Belgrado ya no tiene nada de triste. De la guerra queda algún edificio destruido, que impresiona, sobre todo al cabo ya de un buen puñado de años: por lo visto, el Estado no tiene dinero para reconstruirlos. Llegamos en tren desde Rumanía (Timisoara), toda una experiencia cruzar la frontera de la UE (entonces Serbia aún no era comunitaria) y tropezarte con funcionarios que parecían sacados de la ex URSS. Pasé una semana en esta hermosa ciudad hace un par de veranos y fue una maravilla: gente amabilísima, románticos paseos en barca por el Danubio, excelente pescado... Eso sí, no hay término medio en los hoteles: o vas en plan mochilero o te tienes que dejarte pasta. ¡Aprovechad ahora, que aún no está invadido por los turistas!

¿A que estás de viaje? Venga ho!, hacé la adivinanza...

Caramba, mi amigo, esto se pone cada vez más interesante.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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