Paco Nadal >> El Viajero

La primera vez que lo hice ella rozó mis los labios y sentí un quemazón horrible. Era mucho más áspera de lo que imaginaba. Fue un contacto amargo, necesariamente breve. De primerizos.

La verdad, siendo ella tan famosa como era, tan querida por tanta gente, esperaba de aquel primer contacto un beso nacarado, una pasión sin retorno, un sabor dulzón que explotara en la boca y azotara hasta la última de mis neuronas con un latigazo de placer. Quería que aquel primer contacto carnal me hiciera caer rendido a sus encantos. Pero no ocurrió así.

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25 feb 2011

Come, duerme, cabalga (sin Julia Roberts)

Por: Paco Nadal

Hay muchas cosas que hacer en Mendoza (Argentina), además de ponerte morado a vino. Estas son algunas de las más recomendables

Hacer en Mendoza (caballo)
Un paseo a caballo entre los viñedos. Hay muchas empresas que lo organizan. Yo di uno delicioso al atardecer por la finca Las Lechuzas (www.fincalaslechuzas.con; en construcción), en Agrelo. Me comieron los mosquitos, es verdad, pero el deleite de cabalgar por los caminos que bordean las viñas, meterte entre ellas mientras la tarde te envuelve, embriagarte del olor dulzón de la fruta a punto de ser cosechada y terminar luego con un asado en torno al fuego... es lo más.

 

  Hacer en Mendoza
Dormir en Tupungato Divino. No hay mucho alojamiento rural aún en Mendoza. Pero ya van empezando a aparecer iniciativas dignas de ser recomendadas. Como Tupungato Divino, un precioso restaurante y hotelito rural en medio de las viñas en el valle de Uco, con el maravilloso telón de fondo de los Andes nevados. La habitación doble cuesta unos 95 €, con desayuno. Ofrecen un menú fijo a mediodía a base de cocina regional con toques gourmet. Un lugar delicioso para ir sin prisas.

 

 

Hacer en Mendoza (comer)
Comer en Bodegas Ruca Malén. Casi todas las grandes bodegas de Mendoza tienen restaurante propio. Pero uno de los que más me gustó fue el de Ruca Malén. Por su ubicación: un escaparate abierto a la pradera herbácea, a las viñas y a los Andes. Por su interiorismo: cuidado y cálido. Y por la excelente comida que allí probé. Además está muy bien de precio: menú degustación con cinco platos y cinco vinos (incluido su excelente Kinien cabernet sauvignon del 2002) más un espumante por unos 40 €. Y sin prisas: puedes llegar a las 12 de la mañana e irte a las cinco de la tarde extasiado con las vistas y el escenario que te envuelve... y pagas lo mismo.  

 

Hacer en Mendoza (vino) Un vino recomendable 

Diamandes 2007 Gran Reserva. Lo hace la bodega DiamanAndes con un 70% de malbec y un 30% de cabernet sauvignon. 22 meses en barrica de roble. Un tinto excelente, suave, pleno de aromas y completo en boca. 

 

23 feb 2011

En el corazón de Mendoza

Por: Paco Nadal

 
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Escribo desde Mendoza, la capital argentina del vino.
Decir Mendoza en el Cono Sur es como decir Rioja en España, Bordeaux en Francia o Napa Valley en California.

En Mendoza todo gira en torno al vino. Hay miles de hectàreas de pulcros viñedos, bodegas de diseño donde se han empleado a fondo los mejores arquitectos y vinos excelentes con uvas malbec, cabernet sauvignon, pinot noir... Un nivelazo que no ví en Neuquén o Río Negro, donde la cultura del vino es más reciente.

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Los viñedos de Mendoza son, además, unos de los más bellos del mundo. Un desierto hecho oasis por el hombre, al pie de una colosal barrera de piedra y nieves eternas: los Andes. La imagen de esta planicie cultivada con mimo y tiralíenas con el telón de fondo atrás de los cerros andinos de seis metros de altura recortándonse en el horizonte es una de esas postales que uno jamás olvida.

A Mendoza la vid llegó de mano de las órdenes religiosas españolas, que necesitaban vino para la misas (todo no iba a ser malo en la colonización). Pero hasta hace poco menos de 15 años en esta zona del oeste de Argentina se producía mucho vino y muy malo; es decir, vino de garrafón al que se le agregaba azúcar y se vendía en su mayoría para el mercado nacional en damajuanas, bella palabra que en español de España podrìa traducirse como garrafas de vidrio.

Todo cambió hace una década y media cuando nuevos enólogos y nuevos empresarios se decidieron a dignificar la uva local, la malbec, y empezar a producir vinos de calidad para la exportación.

Hay unas 100 bodegas que ofrecen visitas turísticas en la región de Mendoza. Aunque no las he visto todas (pero casi), os recomiendo tres:

Bodegas Norton: por su bella historia de amor. El joven ingeniero inglés Edmund James Norton llegó a mediados del siglo XIX a Mendoza para trabajar en la construcción de la línea de ferrocarril entre Buenos Aires y Valparaíso (Chile). Se enamoró de Juana Suárez, hija menor de un terrateniente mendozino, y se casó con ella. El señor Norton, padre, montó en colera cuando se enteró de que su hijo se había casado con una criolla sudamericana y le emplazó: o volvía imediatamente a Londres (sin la criolla, por supuesto), o lo desheredaba. El bueno de Norton. hijo, mandó a paseo a la aburrida Inglatera victoriana y se quedó en Mendoza con su Juana querida; para sobrevivir montaron esta bodega (bien hecho Edmund, con un par). Ahora pertenece a la familia austriaca Swaroski y es una de las mejores y más antiguas de Mendoza.

Bodegas Trapiche: por respetar la arquitectura tradicional. Es otra de las bodegas más antiguas y tiene una increíbles instalaciones en las que se ha respetado el edificio original de princpios de siglo XX, hecho con mampostería de ladrillo.

Clos de los Sietepor el lujo sin medida. Siete multimillonarios franceses (entre ellos la baronesa Nadine de Rothschild y el fabricante de los aviones Mirage) se uniaron al enólogo Michel Rolland para crear una finca común en la que cada uno tiene una bodega, a cual más fashion y cojonuda. Arquitectura de vanguardia, catas entre barricas centenarias, actividades tradicionales como paseos en caballo por la finca o más pijas como yoga entre los viñedos. Un inexcusable para amantes de la buena vida.

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La foto de arriba es de la bodega DiamanAndes, una de las del Clos de los Siete. Lo que veís no es la bodega, es la casa particular de los dueños, la familia Bonnie, que invirtió 15 millones de euros en el proyecto. Vienen unas cuatro semanas al año a la chabola, que no está nada mal. Nos recibieron en persona y nos invitaron a cenar con ellos. Una familia majísima, pardiez. Y muy sencilla. Aunque tengan más casas y más viñedos repartidos por el mundo de los que yo podría tener si viviera 15 vidas. Pero así son los multimillonarios. Cuando sea mayor quiero tener una casa así.    

PD: reconozco que es un poco frívolo hablar de vinos y buenos viajes cuando ahora mismo miles de personas se están jugando la vida y muriendo en Libia, en Marruecos o en Bahrein por algo tan preciado y valioso como es la libertad. Aunque este es un blog de viajes y en el periódico hay secciones y blogs donde se tratan los temas de política internacional no puedo por menos que acordarme de ellos y manifestarles toda mi solidaridad, aún desde la fivolidad de un humilde blog de viajes.  

 

Post 3 asado 
Este fin de semana fui honrado con la mejor demostración de amor que te puede hacer un argentino (después de la de regalarte la camiseta del Boca firmada por Maradona, claro): invitarte a un asado.

Para un profano como yo un asado es carne a la brasa. Elemental, querido Watson. Para un argentino un asado es un ritual social tan complejo como un relicario de orfebrería.

Decir asado en Argentina es decir familia, amigos, reunión, domingo por la mañana. Asado es más que comer carne, es socializar, beber, charlar. Se sabe cuando empieza un asado, nunca cuando termina… ni cuanta gente va a venir. Si le pones las tres horas previas preparando las brasas que se tira el papa de mi amiga Juliana, los choripanes de aperitivo, el asado en sí con su matambre, su vacío, sus chinchulines, sus riñones y mollejas (importantísimas) y su queso provoleta, luego la sobremesa con su factura y su mate y el remate del vino sobrante por los recalcitrantes que no encuentran la manera de irse….. pues necesitas un día entero.

Un par de consejos: nunca vengas a un asado con prisas. Y nunca trates de aprender la diferencia entre un ojo de bife, un bife de lomo, un asado de tira o achuras. Es imposible. Más aún si eres gallego.  

El asado además es cosa de hombres. Cada uno tiene su receta, sus utensilios, su procedimiento… y sería un error discutírselo o rebartírselo en su propia casa. Al menos si quieres ser invitado al siguiente asado.

En la Patagonia la gastronomía es tan simple como el paisaje: carne y carne. Pero…¡qué carne, Dios!

Viene a cuento este largo introito porque el viernes me invitaron a un asado en las bodegas Agrestis, en la provincia de Río Negro, donde he pasado el fin de semana. En Río Negro, todavía dentro de la Patagonia, la tradición vitivinícola es mucho más antigua que en el vecino Neuquén. Se empezó a hacer vino hace 100 años, cuando llegaron los primeros colonos, la mayoría de origen europeo.

Post 3 espumante Quedan unas 24 de las 200 bodegas que llegó a haber, algunas de fama internacional como la de Humberto Canale. Agrestis es una bodega más pequeña y familiar pero hacen uno de los mejores espumantes (la versión argentina del champán o el cava) que he probado de momento. Uva chardonnay 100% y método champenoise totalmente manual. El espumante blanco es delicioso: burbuja muy fina y cremosa, fresco, acidez controlada en sintonía con el alcohol y muy equilibrado. Además es una de las bodegas que mejor explotan el tema del enoturismo y las rutas del vino.

Río Negro es una de las pocas provincias argentinas que toca las dos fronteras, la de los Andes, al oeste, y el Atlántico, al este. Tradicionalmente ha sido un sitio de paso entre Buenos Aires y Bariloche, el centro de montaña más famosos de la provincia y de casi toda Argentina. Pero están tratando de potenciar también otros atractivos locales, como los descensos en balsa por el río Neuquén hasta la confluencia con el Limay (ambos dan origen al Negro), la reserva de animales de Bubalcó (con la mejor colección de loros y grandes felinos de Argentina) y, por supuesto, las rutas del vino.

Una de las bodegas más antiguas de la provincia, la de la familia Herzig, es ahora un museo del vino con restaurante gastronómico entre barricas centenarias (Carolina, la cuarta generación de la familia, es la que posa en la foto de abajo).  

Post 3 Carolina 

Post 3 luna ¡Qué decir del asado del viernes por la noche! ¡Y del momento! La casualidad quiso que una luna llena de piel violeta como una uva malbec se elevara solemne sobre los viñedos. Las altas alamedas, plantadas por el hombre para frenar la furia del viento, se recortaban en el crepúsculo como murallas medievales. Podía ser la Patagonia o la Toscana. El perfume afrutado de las chacras, el humo de las brasas, la textura deliciosa de la carne asada a fuego lento durante tres largas horas, el exceso de espumante que corría por la fiesta…. ¡Una gran noche argentina, pardiez!   

PD: un gallego, en el Cono Sur, es un español sea de donde sea. Aunque en realidad sea un señor de Murcia (mi caso).

Otra PD: tenéis más información del viaje en el blog de La viajera empedernida (y sufrida compañera de este atracón a carne y vino que va a acabar conmigo)

Post 3 paco y nani 

18 feb 2011

Horizontes esquivos en la Patagonia argentina

Por: Paco Nadal

Post 2 a 
Viajo por un territorio donde los horizontes no saben de límites. Donde el plano horizontal de tan infinito, asusta, te empequeñece y te diluye en la inmensidad del paisaje. Nada se mueve. Solo unas nubes extrañas que se desplazan majestuosas y suaves, como platillos volantes que rastrearan la meseta desolada en busca de un hálito de vida.

En la Patagonia argentina las palabras toman otra dimensión. Distancia, soledad, cielo, energía, inmóvil... no significan lo mismo que en otras partes de la tierra.

Entre las líneas paralelas del cielo y del final de la tierra a veces aparece una pista de terracería, una explotación petrolífera... o un valle jugoso regado por uno de los ríos que viene de la cordillera de los Andes. Entonces el paisaje mesetario se convierte en una huerta de verdor, una chacra le llaman aquí.

 

Post 2 b 
Esta mañana he estado en uno de esos escenarios transformados por el hombre. En la finca de las Bodegas NQN, otra de las importantes aquí en la Patagonia argentina. Es una de las que más me han gustado de momento: tiene una arquitectura muy vanguardista, un excelente restaurante con vistas a los viñedos y un vino blanco sauvignon blanc muy rico.

Es tiempo de vendimia en el hemisferio sur, un periodo que empieza el 10 de febrero con los uvas para blancos y cortes (sauvignon blanc, chardonnay, pinot noir) y termina a finales de abril. Es una vendimia artesanal (a ella corresponde la foto de arriba), como la de cualquier parte del mundo, solo que aquí estás en el fin del mundo.

Lo que más me ha llamado la atención es el sistema de pago a los cortadores. Cuando tienen un capazo lleno de uva lo llevan a hombro a las cestas grandes instaladas en un lugar estratégico de la finca, allí descargan los racimos y el capataz Post 2 c les lanza una ficha al capazo, que ellos luego recogen y guardan en el bolsillo. En 9 horas tienen que llenar al menos 40 capazos, por los que les darán 40 fichas; si llenan más, más fichas que el capataz les lanzará al capazo con un gesto mecánico, como el que lanza una moneda o una colilla al aire. Luego el jornalero canjea las fichas por pesos, según una tarifa que cada año acuerdan los productores.

Me recordó al perverso sistema usado en tantas zonas mineras en los que los peones recibían su sueldo en vales, que solo eran canejables en el economato del dueño de la mina. Pero no, aquellos tiempos terminaron. Es simplemente un sistema local para pagar a cada uno por lo que recoge.

Los cortadores son golondrinas, temporeros que llegan  a la Patagonia para trabajar la temporada de la fruta desde todos los puntos de Argentina. Pueden ganar unos 100 o 120 pesos al día, entre 20 y 24 euros.

Otro lugar interesante para los amantes de los dinosaurios: el centro de paleontología del lago Los Barreales. Un gigantesco cementerio de animales que vivieron hace 100 millones de años. Y uno de los pocos en los que puedes ver a los paleontólogos excavando sobre el terreno y tocar fósiles de dinosaurios reales y no reproducciones. Tenéis más infomación de él en el blog de mi compañera de viaje: La viajera empedernida.

 

Post 2 d UN VINO RECOMENDABLE

Fin Del Mundo Cabernet Franc 2007

Monovarietal de uva cabernet franc criada en una parcela especial en la que nunca se mezcla con otras variedades. 18 meses en barrica de roble francés. Un tinto amable, que pasa bien en boca, con mucha pimienta y buena estructura en el que se nota poco el alcohol.

 
Post 2 e UNA RECETA

Gigot de cordero

Según lo hacen en el restaurante de las bodegas NQN. Deshuesar una pata de cordero y enrollarla con una pizca de tomillo y romero. Se lía y se pone un mínimo de cuatro horas en el horno a 100 grados. Al final se le da un golpe de calor a 180 grados durante 10 minutos para caramelizar el exterior. Se sirve con guarnición de verduras a la plancha y una reducción de vino tinto Malbec y el jugo de la cocción de los huesos sobrantes.

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He llegado por fin a Neuquén, la ciudad más grande de la Patagonia argentina. Es un sitio curioso porque hace 100 años esto, que ahora luce como un vergel de árboles frutales, no era más que un pedazo de desierto de piedras y arbustos. Todo lo que se ve que tenga más de un metro de altura lo ha plantado el hombre. Aquí, el mapa de situación de Neuquén.

Pero en Neuquén lo que sobra es agua. No la que cae del cielo, que casi no cae una gota, sino la que llega desde la cordillera de los Andes a través de dos grandes ríos, el Neuquén y el Limay. En 1904 se completo el ferrocarril que venía de Buenos Aires y empezó la que se llamó la conquista del desierto: transformar un pedregal en una enorme huerta de manzanas y peras.

La ciudad no tiene mucho que ver, es moderna y cuadriculada. Pero la provincia tiene preciosos paisajes de llanura patagónica, un volcán nevado (el Lanín) y zonas de cordillera andina espectaculares para caminar o esquiar, como San Martín de los Andes y Cerro Bayo.

Y muchos dinosaurios.

Parece ser que en el Cretacico Superior, la última buena época para los dinos, anduvieron por aquí enormes bichos de hasta 40 metros de longitud. Y en cuanto excavas, ¡zas! te sale un fémur de brontosaurio (de esos que tanto juego literario le dieron a Bruce Chatwin).

Eso le ocurrió a los dueños de la bodega Schroeder, una de las 15 que producen vino en la Patagonia. Durante la construcción de la fábrica a las afueras de Neuquén aparecieron restos de un saurio enorme. Tuvieron el buen gusto de respetar el yacimiento y construir la bodega en torno al hallazgo, que ahora puede visitarse como una atracción más en la visita a sus instalaciones.

La de la familia Schroeder es la primera de varias bodegas que he venido a visitar en Argentina. Aquí en la Patagonia, se produce en 2% de los vinos argentinos y con una calidad excelente, y eso que son negocios muy recientes, la bodega más antigua tiene unos 10 años. Entre todas han creado varias rutas turisticas del vino patagónico.

¿Vides en el fin del mundo? Pues si, por increíble que parezca estos territorios extremos son perfectos para el cultuvo de la vid. Como hace mucho viento, la uva se protege así misma generando una piel más dura y gruesa, lo que redunda en un mayor color y carácter en los tintos.

No viajo solo, esta vez voy con mi buena amiga y bloguera Nani Arenas. Una excelente periodista de viajes que ha sabido entender también la importancia de los blogs en las nuevas formas de  comunicación. Por eso se nos ha ocurrido ir contando este viaje en estero, a dúo. Yo daré mi versión en mi blog y ella lo hará, desde otro punto de vista, en el suyo: La viajera empedernida. Los blogueros no tenemos por qué ser competencia. Todo lo contrario, este es un mundo en red y los esfuerzos se suman.

 

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UN VINO RECOMENDABLE

Saurus Pinot Noir, de bodegas Familia Schroeder. Elaborado con Pinot Noir 100%, seis meses en barrica de roble y maceración en frío. Excelente estructura y un delicado color teja. Me gustó mucho.

 

 

 

 

 

 

_MG_7229UNA RECETA

Bife de lomo con costra

Tomar un bife o un solomillo de ternera y sellarlo dándole un par de vueltas en aceite muy caliente, pero que no humee. Sacar de la sartén, agregar una nube de mantequilla, hierbas aromáticas y un diente de ajo y ponerlo en el horno. Mientras se dora al gusto, preparar una masa con pan rallado, yema de huevo, mantequilla, tomates confitados, ajo, un chorro de coñac, sal y pimienta. Se amasa bien, se cubre con ella la pieza de carne y se deja dorar los últimos minutos para que se forme una costra alrededor. Servir con guarnición al gusto.

 

16 feb 2011

Argentina, Aerolíneas y la azafata borde

Por: Paco Nadal

Buenos Aires 

Pue sí, como casi todos vosotros habéis acertado, el país al que acabo de llegar es Argentina. Desde luego, como periodista de viajes no sé, pero como planteador de crucigramas y acertijos tendría menos futuro que una pompa de jabón.

La ciudad al sur con seis letras es Esquel, donde existe una calle llamada Volta. Paul Thèroux cruzó Argentina en El viejo tren de la Patagonia. Y en muchas regiones de este país se hace un buen vino, sobre todo en Mendoza, hacia donde me dirijo para participar en unas jornadas sobre vino y gastronomía a las que me han invitado.

Tampoco era tan fácil, ¿cómo lo habéis acertado tantos?

Acabo de llegar a Buenos Aires en un vuelo de Aerolíneas Argentinas. Un vuelo abarrotado de gente y con los servicos y comodidades justitas para pasar 12 horas hacinado en un asiento. Ah, la maldita crisis que obliga a ahorrar hasta negar al pasajero un mísero antifaz de tela. Dentro de poco tendremos que traer cada uno sus alas.

Pero lo mejor del vuelo han sido las dos azafatas tan bordes que servían en mi sector. ¡Díos mío! y yo que creía haberlo visto todo. No se puede ser más antipático y más altivo con el cliente. Por supuesto, ambas respondían a un patrón clásico en los vuelos transoceánicos de compañías de bandera o que en su día lo fueron. Personal senior con más años que Matusalem en la empresa, quemadas ya de aguantar pasajeros y desfases horarios, que por antiguedad tienen preferencia para elegir estos vuelos largos (lo más apetecibles), pero que no aguantan ya ni a su sombra.

No es que suban al avión a la defensiva, es que suben al ataque. Como si el cliente fuera el enemigo a batir.

Y la verdad, cuando un pasajero se deja cerca de mil euros en un pasaje, que lo traten como a un colegial porque pides otra pieza de pan, jode. Mis compañeros de fila y yo nos lo hemos tomado con sorna y hemos hecho la apuesta de tratar de sacarle como fuera una sonrisa a la más estirada. Ha sido imposible.

Antes decía en plan coña, "cuando llegas a los 50 ya solo te sonríen las azafatas". Ahora ni eso.

Las compañías aéreas se gastan una millonada en promocionar y mejorar su imagen en los medios. Sin darse cuenta de que luego dos miembros del personal de cabina malhumorados y quemados después de 29 años haciendo lo mismo (según me confesó una de ellas) te arruinan la campaña de imagen.

Es cierto que también hay clientes bordes e insoportables, pero lo que no puede hacer alguien que trabaje de cara al público es empezar siéndolo también y de manera indiscriminada.

Por supuesto, se trata de un caso concreto. Las azafatas que iban en ese mismo avión diez filas más adelante eran de lo más simpaticas y eficientes. Y hay personal de cabina de cualquier edad y ambos sexos eficientisimo.

Pero quienes hagan muchos vuelos transoceánicos saben a qué me refiero.  

 PD:Estoy en Buenos Aires de paso hacia Neuquén. Mañana empiezo con las crónicas viajeras (en el que caso de que ésta no lo fuera).

14 feb 2011

Nuevo diseño, nuevos destinos

Por: Paco Nadal

Voilà. Es lunes y este blog de viajes regresa tal y como prometí, pero regresa a una nueva plataforma, con un nuevo diseño, con nuevas secciones. Después de tres años y medio de vida (¡¡ya!!), la plantilla necesitaba una mano de pintura y un cambio de muebles. Creo que este nuevo formato es más limpio y más dinámico, y además permite muchas más aplicaciones.

Cambia y mejora gracias a todos vosotros, los 150.000 visitantes únicos que cada mes decidís viajar conmigo. Los que habéis logrado que este blog esté entre los cinco más leídos de viajes en habla hispana.  

Lo que no van a cambiar son las ganas de viajar, las ganas de contarlo y las posibilidades de hacer de éste un medio participativo, abierto a todos vosotros. Estoy preparando las maletas, esta misma tarde tomo un avión.

¿A dónde voy?

He aquí tres pistas:

1. A un país que tiene muy al sur una ciudad con nombre de seis letras con una calle llamada Volta.

2. A un país que Paul Theróux recorrió en tren.

3. Produce vino.

¿Sabes a dónde voy? Participa. Se sorteará un bonito premio entre los acertantes de "la porra del blog de Paco Nadal".

Puedes dejar tu respuesta en los comentarios o puedes marcar el país al que crees que estoy viajando en el mapa que ves abajo. Solo tienes que abrir el mapa, pinchar en editar (arriba a la izquierda), tomar el marcador azul y colocarlos sobre el país que hayas decidido. Puedes poner tu nombre y el comentario que quieras dentro.

¡Gracias a todos por seguir ahí! 


Ver La porra del blog de Paco Nadal en un mapa más grande

El Viajero: Guía de Viajes de EL PAÍS

Sobre el blog

Un blog de viajes para gente viajera en el que tienen cabida todos aquellos destinos, todos aquellos comentarios, todas aquellas valoraciones que no encontrarás en otros medios.

Un espacio abierto a la participación con información diaria y actualizada sobre países y ciudades, alojamientos, transportes, gastronomía, rutas, ideas para ahorrar dinero o para gastárselo en lo mejor en lo que uno puede invertir su tiempo: en viajar. Todo contrastado y analizado en primera persona.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

Último libro

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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