Este fin de semana fui honrado con la mejor demostración de amor que te puede hacer un argentino (después de la de regalarte la camiseta del Boca firmada por Maradona, claro): invitarte a un asado.
Para un profano como yo un asado es carne a la brasa. Elemental, querido Watson. Para un argentino un asado es un ritual social tan complejo como un relicario de orfebrería.
Decir asado en Argentina es decir familia, amigos, reunión, domingo por la mañana. Asado es más que comer carne, es socializar, beber, charlar. Se sabe cuando empieza un asado, nunca cuando termina… ni cuanta gente va a venir. Si le pones las tres horas previas preparando las brasas que se tira el papa de mi amiga Juliana, los choripanes de aperitivo, el asado en sí con su matambre, su vacío, sus chinchulines, sus riñones y mollejas (importantísimas) y su queso provoleta, luego la sobremesa con su factura y su mate y el remate del vino sobrante por los recalcitrantes que no encuentran la manera de irse….. pues necesitas un día entero.
Un par de consejos: nunca vengas a un asado con prisas. Y nunca trates de aprender la diferencia entre un ojo de bife, un bife de lomo, un asado de tira o achuras. Es imposible. Más aún si eres gallego.
El asado además es cosa de hombres. Cada uno tiene su receta, sus utensilios, su procedimiento… y sería un error discutírselo o rebartírselo en su propia casa. Al menos si quieres ser invitado al siguiente asado.
En la Patagonia la gastronomía es tan simple como el paisaje: carne y carne. Pero…¡qué carne, Dios!
Viene a cuento este largo introito porque el viernes me invitaron a un asado en las bodegas Agrestis, en la provincia de Río Negro, donde he pasado el fin de semana. En Río Negro, todavía dentro de la Patagonia, la tradición vitivinícola es mucho más antigua que en el vecino Neuquén. Se empezó a hacer vino hace 100 años, cuando llegaron los primeros colonos, la mayoría de origen europeo.
Quedan unas 24 de las 200 bodegas que llegó a haber, algunas de fama internacional como la de Humberto Canale. Agrestis es una bodega más pequeña y familiar pero hacen uno de los mejores espumantes (la versión argentina del champán o el cava) que he probado de momento. Uva chardonnay 100% y método champenoise totalmente manual. El espumante blanco es delicioso: burbuja muy fina y cremosa, fresco, acidez controlada en sintonía con el alcohol y muy equilibrado. Además es una de las bodegas que mejor explotan el tema del enoturismo y las rutas del vino.
Río Negro es una de las pocas provincias argentinas que toca las dos fronteras, la de los Andes, al oeste, y el Atlántico, al este. Tradicionalmente ha sido un sitio de paso entre Buenos Aires y Bariloche, el centro de montaña más famosos de la provincia y de casi toda Argentina. Pero están tratando de potenciar también otros atractivos locales, como los descensos en balsa por el río Neuquén hasta la confluencia con el Limay (ambos dan origen al Negro), la reserva de animales de Bubalcó (con la mejor colección de loros y grandes felinos de Argentina) y, por supuesto, las rutas del vino.
Una de las bodegas más antiguas de la provincia, la de la familia Herzig, es ahora un museo del vino con restaurante gastronómico entre barricas centenarias (Carolina, la cuarta generación de la familia, es la que posa en la foto de abajo).
¡Qué decir del asado del viernes por la noche! ¡Y del momento! La casualidad quiso que una luna llena de piel violeta como una uva malbec se elevara solemne sobre los viñedos. Las altas alamedas, plantadas por el hombre para frenar la furia del viento, se recortaban en el crepúsculo como murallas medievales. Podía ser la Patagonia o la Toscana. El perfume afrutado de las chacras, el humo de las brasas, la textura deliciosa de la carne asada a fuego lento durante tres largas horas, el exceso de espumante que corría por la fiesta…. ¡Una gran noche argentina, pardiez!
PD: un gallego, en el Cono Sur, es un español sea de donde sea. Aunque en realidad sea un señor de Murcia (mi caso).
Otra PD: tenéis más información del viaje en el blog de La viajera empedernida (y sufrida compañera de este atracón a carne y vino que va a acabar conmigo)