Paco Nadal >> El Viajero


Manzanos en flor
Estos días la comarca centro-oriental de Asturias viste un manto blanco y huele a manzana regona, soliarina y verdialona.

¡Estamos a finales de abril y los manzanos se despiertan del largo invierno enfundándose un pijama de flores!

Para celebrar este espectáculo de la floración de los cientos de miles de manzanos que crecen en Asturias y de los que sale la famosa sidra local, los seis municipios de la Comarca de la Sidra (Bimenes, Cabranes, Colunga, Nava, Sariego y Villaviciosa) celebran desde hoy y hasta el 2 de mayo la Semana de la Floración. Una excusa como cualquier otra para visitar este finde una de las comarcas más bonitas y auténticas de Asturias.

Están previstas actividades culturales, talleres para hacer con la familia, exposiciones y un concierto de folk asturiano con Duerna en el teatro Riera de Villaviciosa el domingo.

Escanciando sidra Pero la actividad más llamativa será el Sidrobús: un autocar de los años 60 ("como en Cuéntame", según los organizadores) que durante mañana sábado y pasado mañana, domingo, hará rutas por las pumaradas (fincas de manzanos) y llagares de la comarca. Apuntarse a las rutas es gratuito; solo hay que llamar al teléfono 626 990 398.

De todas formas, aquí tenéis el programa de actividades y toda la información práctica de la Semana de la Floración.

Claro, que esto no sería Asturias si parejo al evento no corriera el buen yantar ¡no nos íbamos a reunir para quedar en seco! Así que otra de las estrellas del programa serán las jornadas gastronómicas con menús sidreros que ofrecen varios restaurantes de la comarca. Menús entre 20 y 23 €. El listado de restaurantes, aquí.

¿Has estado alguna vez en una espicha? ¿O no sabes ni lo que es una espicha? ¿Algún asturiano en la sala para que se lo explique?

¡Puxa Asturies!

 

 Y este es.... ¡¡EL SIDROBÚS!! (me acaban de enviar la foto)

Sidrobús delante de El gaitero

Más información sobre qué hacer y ver en Asturias en el blog de "La viajera empedernida", que es una asturiana de pro.

28 abr 2011

Marruecos, ¿el próximo?

Por: Paco Nadal

Jmaa atentado
Cualquiera que haya estado en la plaza Djemaa el Fna de Marrakech sabe que es uno de los lugares más turísticos de Marruecos. Y más impactantes para el occidental.

Todos los recuerdos, lecturas, sueños e idealizaciones que pudiéramos tener sobre el exotismo, el misterio y los decorados de las mil y una noches se materializan en esta plaza, declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Djemaa el Fna es el  mayor espectáculo de Marrakech.

Más que una plaza, es un teatro urbano, la cuna de la picaresca. Un gran espacio público lleno de actividad a todas horas, pero muy en especial al atardecer, cuando en su perímetro irregular se dan cita todo tipo de oficios, personajes y buscavidas: aguadores, cuentacuentos, tragasables, encantadores de serpientes, dentistas, escribas, vendedores de zumos, grabadoras de henna, músicos, carteristas, saltimbanquis, quiromantes, curanderos, timadores...

Un espectáculo de la Edad Media que ha llegado casi inalterado al siglo XXI.

Eso lo sabían muy bien quienes planearon el atentado del café Argana que ha costado la vida, de momento a 15 personas. Sabían dónde golpear para hacer el mayor daño. Casi todos los que hemos visitado Marruecos hemos estado en ese café. Es el que se ve al fondo en esta foto nocturna de la plaza, al lado del minarete, como un balcón privilegiado sobre el gran teatrillo mundano que se escenifica abajo.

¿Será Marruecos el próximo en caer en una espiral de violencia? ¿Cómo afectará el atentado de hoy a la transición en un país clave en la región?, Marruecos, como Túnez y Egipto, vive en buena parte del turismo occidental. Y las consecuencias de este atentado pueden ser demoledoras.. para todos.

¿Será el próximo en desaparecer de los folletos de los touroperadores? 

Plaza djemma

27 abr 2011

Turismo fluvial: dónde, cuándo, cuánto

Por: Paco Nadal

Charente practico puente
Como había prometido aquí van algunos datos prácticos del reciente viaje por las islas de la Charente-Maritime y por el río Charente, en Francia, a bordo de un barco-vivienda.

TURISMO FLUVIAL. La empresa Leboat es una de las que más barcos y destinos tiene en toda Europa; ellos son los que ofrecen la navegación por el río Charente desde su base en Jarnac.

¿Dónde? En Francia tienen barcos en el Canal del Midi y la Carmargue, Aquitania, Lot, Bretaña, Borgoña, y Alsacia, además de Charente. El más famoso es el del Midi pero yo recomiendo buscar ríos menos famosos y transitados (sobre todo en verano) para disfrutar más del viaje.  

También tiene barcos en ríos y canales de Alemania, Italia, Irlanda, Bélgica, Holanda, Inglaterra, y Escocia (me he prometido a mi mismo hacer un día el Canal Caledonio).  

¿Cuánto? Los precios varían según temporadas y países, pero como término medio, un barco para 10 personas durante siete noches cuesta de 2.000 € (Semana Santa) a 3.500 € (verano). Uno pequeño (un camarote doble + 2 plazas en salón útiles para niños), sale entre 900 y 1500 €, según temporada. La estancia mínima es de 3 noches.

 

Charente practico quesos

COMER. Se suele comprar comida para llevar a bordo (tiene cocina completisima, incluido horno). Pero si navegáis por el río Charente os aconsejo que paréis en Bourg-Charente para dedicar al menos una comida o una cena al restaurante La Ribaudière, el único de la región con una estrella Michelin. Una delicia de sitio, con vistas espectaculares al río y excelente cocina de autor a cargo del cheff Verrat Thierry. Tiene menús desde 42 € más bebida. Y un bistro anexo más económico, desde 20€

También se come muy bien en el restaurante L'Essille, en Bassac, muy cerca de Jarnac.

 

Charente practico hotel Re

ISLA DE RÉ

Dormir. Aquí recomiendo el hotel La Sénéchal, en Ars en Re, un sitio original y divertido, formado por varias casas antiguas en el centro del pueblo con habitaciones no muy grandes pero todas diferentes y muy cálidas. El desayuno se sirve en el patio que une las casas, entre buganvillas y flores frescas.

Comer. En el puerto de la ciudadela de Saint Martín de Re, Le Serghi: uno de los mejores de la localidad (la encargada habla español); si hace buen día, pedir mesa en la terraza, al borde del agua; deliciosas las ostras y los mejillones.

 

ISLA DE AÍX.

Dormir. El único hotel del pueblo es el Hotel Napoleón, una antigua casa reformada en estilo vanguardista por dentro; no es barato pero está muy bien decorado, cuenta con buen servicio y su ubicación es la mejor de la isla. Para un capricho.

Más económico y muy bien de calidad: los apartamentos que alquila el restaurante Les Paillotes, a las afueras del pueblo, frente a la playa; entre 60 y 78 € la doble. Lo más económico: La Maison Familiare, tel. + 33 05 55 34 11 55; fuera de verano, habitaciones desde 29€; en verano, con pensión completa, 49,30 € por persona. 

Comer. La cocina del restaurante Napoleón es muy buena, merece la pena ir a cenar allí aunque no estés alojado.

 

Charente practico Beleufont

VISITAS A BODEGAS DE COGNAC.

Casi todas admiten visitas y venden directamente sus productos. Merece la pena visitar una bodega familiar y artesanal, como la de la familia Beleufont, La Grande du Bois, en Bourg-Charente. Llevan desde 1726 haciendo cognac artesanal en una antigua granja fortificada rodeada de preciosos viñedos. La vista es gratuita.

Si prefieres una bodega grande y famosa, la de Barón de Otard, en el mismo castillo de Cognac es la más recomendable, no solo por su coñac sino por el recorrido de una hora que incluye la visita por el castillo medieval, donde nació del rey francés Francisco I. Los reales salas nobles fueron reconvertidos en bodegas para barricas de roble después de la Revolución Francesa. Si tienes la Visa Platino puedes comprar una botella de su cognac top: 3.500 euros la botella, ¡Un capricho! 

 

CÓMO LLEGAR. La mejor manera de llegar a la región del río Charente y a todos los departamentos de Poitou-Charentes es con el tren hotel Elypsos, que une a diario Madrid con París, con parada en Poitiers, la capital de la región. Así te evitas tener que ir en avión hasta París o Nantes y luego bajar en coche o tren. Lleva butacas supereclinables y camarotes dobles y cuádruples.  

Mi barco-vivienda acaba de dejar el pantalán de Jarnac, en el curso medio del río Charente, en Francia (no sin añadirle alguna magulladura más a los protectores de goma que rodean la borda: uno no es un precisamente un viejo pirata habituado a estas faenas marineras del atraque y desatraque del turismo fluvial).

Pilotando la nave desde el mando de la cubierta me embarga una sensación de radiante libertad. El bosque de ribera desfila parsimonioso en ambas orillas, un sol cálido y amigable inunda la escena. Dos caminos de sirga bordean el río; por ellos veo pasar gente en bici, corriendo, caminando; la humanidad parece feliz esta mañana. Cada poco aparecen pescadores en la orilla que me hacen señas con la mano (al principio creía que me saludaban; luego me di cuenta de que mentaban a mi madre por pasar demasiado cerca del sedal; ya dije que lo de la marinería no era mi especialidad). Pero tranquis: poco a poco me voy haciendo con el control de la nave. Esto está "chupao".

Cognac esclusa

Al poco aparece la primera esclusa. ESCLUSA: la palabra mantra del turismo fluvial. La repites cien veces al día. Y la recuerdas de por vida. Si un río es navegable es porque está domesticado. Y se domestica mediante presas. Y para que los barcos superen esas presas hay que hacer esclusas. En algunos canales, como el del Midi, las esclusas son automáticas. Pero en el Charente son manuales y tienes que abrir puertas y escotillas a mano. Esta bien porque además de pegarte unas vacaciones cojonudas vuelves a casa con más musculatura en el torso y brazos que con la que saliste. En hacer la operación de la primera esclusa tardo una hora y cuarto, ¡un récord!; en días sucesivos voy bajando esa marca hasta dejarla en media hora; ¡no hay nada como la experiencia!. De todas formas, el bosque que rodea el río es tan hermoso, los prados tan verdes y bellos y el escenario tan cautivador, que casi haces la maniobra al relentí para disfrutar de cada segundo.

 

Cognac st Brice

Los chateau. Una de las cosas más agradables del turismo fluvial por los ríos de Francia es que cada cierto tiempo aparece entre las arboledas un pedazo de castillo que te provoca estertores de envidia y aplaudes en tu fuero interno que inventaran la Revolución Francesa. ¡Dios, que lugares! Este es el chateau de Saint Brice, uno de los más espectaculares del valle del Charente.

 

Cognac cena Cena romántica. Planee pasar la primera noche en un pequeño pueblecito llamado Bourg-Charente. Como no me dio tiempo a comprar viandas antes de la partida encargué al restaurante L'Esille que me llevaran al barco un pic-nic (un servicio que ofrecen a los viajeros fluviales). Y el dueño se presentó con unas bandejas de madera, una cubertería de lujo, una buena botella de Bordeaux y una cena caliente que preparamos en la cubierta de la nave, mientras el sol se acostaba sobre el puente de piedra de Bourg-Charente. ¡Solo por un momento así merecía la pena el viaje!

 

En el país de Cognac. El río Charente riega el país del coñac, la zona francesa donde se produce el brandy más famoso del mundo. El coñac se obtiene de la fermentación y posterior doble destilación de la uva ugni blanc, y como toda zona de vides, el paisaje de Cognac es de una perfección y belleza inimaginable. Aquí están las grandes bodegas mundialmente conocidas (Hennessy, Courvoisier...) y cientos de pequeñas bodegas familiares donde se produce un cognac artesanal que tiene el color del oro y la transparencia del ámbar. Era por tanto obligado atracar el barco una noche en Cognac, la capital de la región, y dar una vuelta por sus bodegas. La foto es del casco viejo de Cognac al atardecer.  

Cognac cognac

PD: muchos habéis preguntado por datos prácticos para realizar este viaje. Tengo previsto dedicar el último post de este viaje por Poituo-Charentes a esa información, con el dónde, cuando y cuanto.  

Navegación Charente 1

Hay tantas cosas que hacer y que ver en este mundo que ni con una profesión como la mía, periodista de viajes, en la que en teoría estás todo el año viajando, te da tiempo a experimentarlas todas.

He escrito varias veces notas cortas sobre el turismo fluvial en los ríos de Francia como opción para unas vacaciones diferentes. Pero hasta ahora nunca lo había probado personalmente. Hasta ahora, porque...

... he pasado estos últimos días a bordo de un barco vivienda por el río Charente, en la región francesa de Poitou-Charentes, y tengo que confesar que: ¡¡HE ALUCINADO!!. Una de las experiencias más recomendables y placenteras que he tenido en los últimos años. ¡Una forma increíble de desconectar del mundo y deslizarte por unos paisajes de ensueño!

¿En qué consiste? Pues en muchos ríos y canales navegables de Francia (y de otros países centroeuropeos) te alquilan barcos especialmente adaptados para la navegación fluvial, con sus camarotes, baño, cocina, salón, etc. Los hay de diversa capacidad: desde 2 hasta 10 plazas. Y lo mejor de todo: los pilotas tú mismo, no tienes que llevar patrón ni marineros. Ni te hace falta el título de capitán de yate. Te dan un curso de media hora, sueltas amarras, metes gas y.... ya está. Libre como un pájaro para moverte a tu antojo por donde quieras.

Reconozco que si nunca has llevado un barco, al princicpio te metes algunas piñas contra pantalanes y esclusas varias. Pero no hay problema: el barco no se desplaza a más de 8 kilómetros hora y va forrado de protectores de goma por todos lados. Es como un coche de choque, pero con timón.

El plan no puede ser más tentador: llevas a bordo unas bicicletas, cuando ves un pueblecito que te guste, o un chateau, o un prado de mullida hierba... atracas, te bajas, te das una vuelta con tus bicis, compras un poco de vino directamente al productor, buscas unos patés, unos quesos... Y luego te montas una cenita a bordo en un recodo solitario del río o en el muelle de algún pueblecito encantador, viendo como el sol se oculta entre las arboledas.

¡Una delicia! Ideal para ir en pareja, con un grupo de amigos y, sobre todo, en familia con niños.

Estoy ya soltando amarras en el pantalán de Jarnac, en el curso medio del Charente. ¡Zarpamos!

Mañana continuará este cuaderno de bitácora. 

Navegación Charente 2

Napoleón Aix 1
¿Cómo es posible que una isla tan pequeña como Aix (3 kilómetros de largo por 600 metros de ancho; en la desembocadura del río Charente, costa atlántica de Francia) tenga dos museos rimbombantes, uno dedicado a Napoleón y otro...¡al arte africano!

Como ya os comenté, Aix es una especie de llave maestra que controla los accesos al estuario del río Charente y la estratégica ciudad de Rochefort, en el departamento frances de Charente Maritime. Por eso tiene dos imponentes fortificaciones: una de ellas el Fort Lièdot, el de la foto de arriba, es una maravilla de la ingeniería militar.

Pero la isla pasó a la historia porque Napoleón Bonaparte, después del desastre de Waterloo, vino a refugiarse a Aix. Aquí estuvo tres días, sus últimas jornadas en suelo francés, acompañado por unos cuantos fieles antes de entregarse a los ingleses y partir, el 18 de julio de 1815, para el destierro en Santa Helena.

El "petit caporal" pasó esos tres días en la casa del gobernador de la isla, la única mansión palaciega de Aix, reconvertida ahora en museo Napoleónico. Los mitómanos y amantes de la historia disfrutarán en ella: hay manuscritos de la época, muebles originales que usó durante sus estancia, objetos que le pertenecieron (entre ellos, la pluma con la que firmó la capitulación de Madrid en 1808) e iconografía variada.

Cuando la isla fue abandonada por los militares y cayó en el olvido, el barón Gourgaud, un noble francés casado con una rica heredera norteamericana y nieto del general Gourgaud que fue ayudante de campo de Bonaparte en su destierro, compró la casa y otras muchas propiedades de la isla para salvarlas de su ruina.

Napoleón Aix 3 Por lo que parece, el barón Gourgaud pasaba más tiempo cazando en África (en compañía, entre otros, de Denys Finch Hatton, el "novio" de Karen Blixen... pero no sigo por aquí que me pierdo en la crónica rosa) que haciendo compañía a su rica esposa. El caso es que reunió tal colección de objetos de arte africano y piezas de caza mayor disecadas que decidió crear otro museo en su isla: el Museo Africano, instalado en una humilde casa frente al Napoleónico.

El barón reunió una colección arte y utensilios guerreros de África que ya la quisiera yo para mi. Igual que otros muchos museos de antropología.

Pero en lo que más se detienen los escasos visitantes de este atípico museo africano es ante un camello (en realidad, dromedario) disecado que preside la gran sala. Según reza el cartel, se trata del mismísimo animal que usó el general Napoleón Bonaparte como montura durante la campaña de Egipto. El bicho vivió mucho tiempo en el zoo de París hasta que tras su muerte fue momificado y trasladado luego aquí por el propio Gourgaud.

Una isla tan pequeña... ¡y tan llena de cosas extrañas!  

Napoleón Aix 2

 

21 abr 2011

Aix: 239 habitantes, 1.000 bicicletas

Por: Paco Nadal

Aix 2

Sigo por la costa atlántica de Francia. Y si la isla de Ré me pareció pequeña y tranquila, en la que estoy ahora es el epítome del relax.

Aix es la más pequeña de las tres islas que cierran el estuario del río Charentes, en la costa francesa del departamento de Charente-Martitime (las otras son la propia Ré y Oleron). Pero a diferencia de Ré, tuvo la suerte de que nunca la unieron al continente con un puente.

Así que a Aix hay que ir como se fue siempre: en barco. Y sin coche, ya que no está permitido el acceso a la isla con vehículos a motor. Cosa que así de entrada suena a petit paraíso. Y lo es.

Aix 3 Cuando el ferry que viene de Fouras se acerca a la pequeña isla lo único que se ve son las murallas que rodean la aldea. Son parte del fuerte de La Rade, construido también para defender el estuario frente a los ataques ingleses. Cuando pones un pie en el muelle, te asalta la sensación de haber salido al otro lado del túnel del tiempo. 

Sus habitantes viven pendientes de las mareas, porque el ferry solo puede llegar en marea alta; en baja el océano se retira casi medio kilómetro de sus playas. 

Las calles cuadriculadas del único asentamiento de Aix destilan la dulce nostalgia del tiempo que se fue. Solo existe un hotel (el hotel Napoleón), casitas bajas de al menos cien años de antigüedad, unos cuantos restaurantes y más negocios de alquiler de bicicletas que bares. Según el censo oficial, en Aix hay 239 ciudadanos y 1.000 bicicletas de alquiler. Que se quedan cortas cuando llega el verano y unas 5.000 personas invaden a diario la isla en busca de una tranquilidad y armonía que ellos mismos contribuyen a destrozar.

Por fortuna, se van en el último ferry y entonces la isla queda sumida en la misma quietud y silencio que cuando Napoleón pasó aquí sus últimos tres días en suelo francés antes de partir hacia el destierro a la isla Santa Helena.

Porque ¿os había dicho ya que uno de los atractivos morbosos de Aix es visitar la casa donde se alojó el Sire? ¿no? Bueno, pues esa será una buena historia para el próximo post.    

Aix 1

19 abr 2011

¿Quién no se enamoraría de un faro?

Por: Paco Nadal

Ballenas 1 Existen pocos elementos tan literarios como un faro. Ni tan misteriosos. La silueta de un faro es tan enigmática como la de un suicida al borde de los acantilados. Un ojo de cíclope que parpadea en la noche más negra. Un sol en miniatura para navegaciones inciertas. La antesala de otras muchas palabras bellas: olas, sirenas, buque, galerna, viento, farero, tempestad, mar eterno.

Todo lo que envuelve a un faro porta una aureola de misterio.

Decía Álvaro Cunqueiro que el faro que más amó fue el primero que vio en la infancia de sus veraneos: el faro de Tapia de Casariego. El primer faro, como el primer beso, nunca se olvida.

Yo me crié a la vista de un faro, el de Palos, y a él vuelvo cuando siento necesidad de cariño. Me mira, me guiña su ojo de cíclope y me digo reconfortado: "He vuelto a casa"

Atardece en la isla francesa de Ré y el faro de las Ballenas envuelve con una lámina de oro su interminable fusta. Es uno de los faros más altos de la costa francesa (57 metros) y una de las mayores atracciones de esta isla del departamento de Charente-Maritime.

Pero esta tarde brillante de abril casi no hay nadie en los alrededores. Un faro hay que disfrutarlo en soledad, como un buen libro. Camino a lo largo de la playa mientras el atardecer casi funde la silueta altiva del faro nuevo (de 1854) con la del faro viejo, una torre del siglo XVII justo delante del anterior que fue la primera en alumbrar estas aguas traicioneras.

Dos siluetas suicidas al borde de un mar lejano.

Porque la bajamar ha secuestrado el agua y avanzo en la frontera de una llanura pedregosa llena de enredos: pozas, praderas de algas, muros de esclusas que los lugareños levantan para atrapar peces en la marea baja, bajíos y arenales... La sombra del faro se estira y se mueve sobre la llanura cultivada de Ré como la aguja ficticia de un reloj de sol. Hasta que el sol se pone por fin y la sombra desaparece.

El ojo del cíclope se enciende y empieza una noche más su eterno viaje giratorio.

Me paso entonces por la tienda de recuerdos que hay bajo el faro. No soy amigo de las tiendas de recuerdos. Pero esta es especial, el nirvana de los enamorados de los faros: fotos, reproducciones a escala de los faros de Francia, mapas, ilustraciones y una librería de temas relacionados con el faro y el mar, desde Le bateau ivre de Rimbaud hasta Pescadores de Islandia, de Pierre Loti.

Decididamente, ¿quién no se enamoraría de un faro? 

  Ballenas 2

18 abr 2011

Ré, la isla que da la nota

Por: Paco Nadal

Re 2

Una vez estuve en un pueblo llamado ÅFui a Å (en las islas noruegas de Lofoten) solo por el placer de comprobar cómo serían los habitantes del pueblo con el nombre más corto del mundo.  Mi decepción fue mayor: eran igual que los de cualquier otro pueblo del mundo, solo que necesitaban mucho menos espacio en la casilla reservada al lugar de nacimiento en el carné de identidad. 

Valga tan larga introducción para decir que hoy escribo desde una de las islas de nombre más corto del mundo: Re (Enhorabuena a zaphod bleebox, Marta F., Maribel B, Juan Cuadra, Carmen-frei, Inma, Sonia, Trini, Guacimara Velasco, Alex, Capitan Rinchetti, Irene Zamora, Sakurahime, Agustín y Luis80C por acertarlo. Os debo un apartamento en Torrevieja; ¡qué ruina!)   

Debe de ser Re menor porque es una isla pequeña y completamente llana, tan lisa como la superficie de un folio, un cachito de tierra que apenas levanta un palmo sobre la superficie del Atlántico en la costa francesa del departamento de Charente-Maritime, frente al puerto de La Rochelle.

Pero mientras Re menor es la nota de la tristeza y el pesar (Beethoven escribió en esta tonalidad la 9º Sinfonía), Re isla, o la Île de Ré, es una isla de luz y bienestar, uno de los destinos turísticos más elegantes de la costa atlántica de Francia, escondite de muchos famosos, actores, políticos y personajes públicos del país vecino.

¿Qué tiene Ré que a todos encanta?

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Shetland-8 copia Llega de nuevo la celebérrima "porra" del blog de Paco Nadal. Cuando leáis esto estaré casi llegando a un nuevo destino.

Pistas para localizarlo:

1. Es una isla

2. El nombre de esa isla tiene solo dos letras

3.En la isla hay un faro dedicado a un mamífero (y que por supuesto, no es el de la foto)

4. Si doy más pistas... lo acertaréis... es demasiado fácil.

¿Dónde estoy? No prometo un apartamento en Torrevieja para los ganadores, pero si mi gratitud eterna por seguir siendo fieles viajeros blogueros.

Continuará.... desde la isla de parco nombre

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Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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