Durante estos últimos días por Asturias he tenido la oportunidad de comer en sitios maravillosos. En Asturias nos solo se come bien en casi todos los fogones, por populares que sean, es que además se come en abundancia, yo diría que hasta en exceso. La medida asturiana para el plato de comida debería sacarse del sistema métrico decimal y hacerle uno propio. ¡Por Dios, qué raciones!
Lo normal es que cuando al forastero le ponen una fuente de fabada de primero, piense que esa fuente es para compartir entre todos los comensales del local... porque es inimaginable que un solo ser humano pueda ingerir semejante cantidad de comida.
En los fogones de Asturias se cuecen muchas y buenas noticias. Cocineros jóvenes (como Ricardo González, Ángel Arroyo o Raúl Villar, entre muchos) están sacando lo mejor de unas materias primas envidiables para dar un toque de autor y de vanguardia a las eternas recetas de la abuela.
Aquí van, a modo de ejemplo, dos de los locales en los que he comido estos días y que me han gustado de manera especial. Son muy diferentes como veréis el uno del otro. Seguro que hay muchos más restaurantes recomendables en Asturias; se admiten comentarios y sugerencias.
Bar Blanco (Cangas del Narcea)
La familia Ron regenta este bar de pueblo en la calle Mayor de Cangas de Narcea desde hace más de 50 años. Ahora son los tres hijos, con Pepe Ron en los fogones, los que gestionan el local, pero la familia en quorum decidió que para dar de comer bien no había por qué pintar las paredes de amarillo albero ni comprar muebles de diseño en Ikea. El envoltorio sigue siendo el mismo: un genuino bar de pueblo asturiano, con su barra de madera, sus botellas de licores en las estanterías, el suelo de losa hidráulica y la máquina del euromillón en lugar prominente. Dentro, el mismo comedor de siempre, con media docena de mesas. Pero la transformación llegó a donde tenía que llegar: a la cocina. Ofrecen una carta reducida basada en productos de temporada de la comarca, con bacalao y rodaballo como pescados estrellas, e innovaciones en torno a la cocina asturiana de siempre, como las verdinas con chipirones y langostinos o el crujiente de centollo y langostinos con jugo de carabineros. Todo un descubrimiento.
Koldo Miranda (Castrillón)
Nacido en Santurce, criado en Castrillón (Asturias) y formado como cocinero en la escuela vizcaína de Archanda, Koldo Miranda es uno de los valores consagrados de la nueva cocina asturiana. Tras pasar por el Guggenheim, el Tragabuches y La Boche decidió volver a sus orígenes para crear en Castrillón su propio local. Eligió una antigua casona asturiana del XVIII que rehabilitó con mucha calidez, sin caer en minimalismos. A los dos años ya tenía una estrella Michelin.
La carta se basa en productos de temporada de las montañas, huertas y mares cercanos. Yo probé un menú degustación extenso (sobre todo para cenar) pero equilibrado. El tiradito de pez mantequilla levantó olas de pasión. Y la costilla glaseada con castañas y cerezas arranco vítores entre el respetable.
Más información de Asturias, en su web "Lo dice todo el mundo"