Jamaica es una isla equívoca. Uno oye la palabra Jamaica y enseguida lo asocia con Bob Marley, bares con música reggae, buen rollito, vida fácil y un canuto de cannabis.
Bueno, pues de eso, poco. Por las calles de Kingston no suena reggae, sino raggamuffin; los jamaicanos nunca ganarían el premio Nobel de la simpatía y en algunas zonas, como Kingston y Ocho Ríos, tienes que salir armado cuando cae el sol... si que es eres tan osado como para salir. Recuerdo que fui una noche (a pesar de todo) con otros amigos a una discoteca de Kingston y la gente nos miraba con desprecio, como preguntándose: ¿qué diablos hacen estos blancos aquí?
Y de los rastafaris, ni hablo. Será una apreciación mía, no lo dudo, y como toda valoración personal, será parcial y sesgada... pero si eres blanco te miran como si les debieras algo.
Dicho esto, Jamaica es también una isla llena de encantos naturales y con zonas en las que puedes perderte, ser feliz y no querer regresar. Solo hay que saber encontrarlas.
Recorrí en bici un poco de las Blue Mountains, una de las cordilleras más altas del Caribe, espina dorsal de Jamaica, en cuyas terrazas abancaladas se produce el café más caro y apreciado del mundo. “Es porque se recolecta a mano, comprobando la maduración de cada grano, uno por uno, y siempre por manos femeninas, que son las que tiene el cuidado necesario para que no estropear ninguna rama, ningún grano”, me confesaba Alex Twyman, propietario de uno de los cafetales tradicionales de estas Montañas Azules, que en realidad son de un color verde lujurioso.
Las cumbres de las Blue Mountains están casi siempre envueltas por una bruma que desdibuja los espectaculares paisajes de cafetales, cedros, bananos, majaguas, palos de rosa, palmeras de coco, pimenteros y árboles del pan.
También di un paseo a caballo por las playas de Trelawny, al norte de la isla; la excursión termina en una fabulosa mansión colonial del siglo XVII que domina la propiedad desde una colina. Y me bañé en las playas de Montego Bay, la zona más turística de Jamaica, donde están los macrohoteles de todo incluido y los turistas se siente más seguros y protegidos.
Aunque mi consejo es que si buscas algo más auténtico el mejor sitio es Negril: playa kilométrica, menos macrohoteles gigantescos que en Montego y más hotelitos sencillos, pequeños y de espíritu local, fiestas nocturnas en la playa... aquí si hay –por fin - buen rollito. Y mucha música en vivo.
Para mitómanos: la casa de Bob Marley, el lugar más vistado de Jamaica, donde todavía son visibles los agujeros de las balas que dispararon contra él en un atentado. Curiosamente siempre ronda por allí un supuesto primo o supuesto hijo ilegítimo de Marley para dejarse fotografiar por los turistas.
En realidad Jamaica es como el ackee, la fruta nacional. El ackee es venenoso si lo tomas verde, pero cuando madura es una delicia llena de sabor. Como esta controvertida isla caribeña.
Fotos © paco nadal
Datos prácticos
Capital: Kingston. Idioma: inglés. Superficie: 10.990 km2. Cómo llegar: con American Airlines vía Miami o con British Airways vía Londres. Puntualmente algunos touroperadores españoles tienen paquetes muy económico de avión + hotel. Más información: web de la Oficina de Turismo de Jamaica, en español