Paco Nadal >> El Viajero

16 ago 2011

Cerrado por vacaciones

Por: Paco Nadal

Llegado a este punto confieso, exhausto, que necesito unas vacaciones. Me gustaría estar varias semanas más hablando de islas para perderse, todavía conozco algunas más, pero esta nave empieza a estar justa de combustible. Cierro el chiringuito por un par de semanas. Muchos me preguntáis ¿qué hace un periodista de viajes cuando está de vacaciones? Pues en mi caso... ¡no viajar! Me encierro en casa y escondo bajo llave las maletas y la cámara de fotos, no me vayan a dar tentaciones.... Soy capaz de estar 15 días mirando al mar... sin hacer otra cosa. 

Será por poco tiempo. Vuelvo el 1 de septiembre. Será un placer y un honor encontraros por aquí de nuevo.

PD. Recuerda que El Viajero mantiene abierto el concurso GANA UN VIAJE A ÁFRICA. Envía tu mejor foto del continente y podrás ganar un viaje de 15 días a Kenia, Tanzania y Zanzíbar

 

Viajeo San Juan 1
Reconozco que siempre tuve cierta prevención a ir a Puerto Rico. Como otros muchos viajeros pensaba que un siglo de dominación norteamericana habría transformado esta isla caribeña en algo típicamente yanqui. Que me iba a encontrar en yanquilandia, vamos. Cuando por fin fui a la isla me di cuenta de lo equivocado que estaba.

Puerto Rico es puro Caribe.

Aunque nominalmente sea un Estado Libre Asociado a los EEUU y sus ciudadanos tengan pasaporte norteamericano, la geografía es tozuda y se empecina en situar a esta isla tropical en pleno Mar de las Antillas.

Como se ufanan en decir los portorriqueños, esta es una isla que tiene lo mejor de los dos mundos: el bolsillo norteamericano y el corazón latino. Aunque existen problemas de seguridad y delincuencia en algunas zonas, goza de un nivel de vida superior a la media de las Grandes Antillas.

Y sin embargo, el viajero hispano que se sumerge una noche de sábado por las calles del Viejo San Juan - una de las ciudades coloniales más hermosas de América - , siente que está en territorio cercano, amigo. Hay buganvillas y palmeras, agradables calles peatonales a las que se asoman balcones llenos de flores, casas de planta baja de colores alegres y chillones, mucha gente por la calle, restaurantes que no cierran hasta bien entrada la madrugada, parejas que se dan arrumacos en el malecón que rodea la muralla y mucha música salsa y bomba -el son puertorriqueño por excelencia-, que traspasa los dinteles de los garitos para inundar las calles de sones caribeños.

Playa Puerto Rico 1
Otra cosa que me sorprendió: creo que de todos los países latinoamericanos, en Puerto Rico (además de en Cuba) es donde con más cariño se recuerda la herencia española (percepción personal, por supuesto, no es ningún dato demostrable). Supongo que como después de soportar a nuestro "imperio" tuvieron que aguantar a otro "imperio" mayor.... pues eso, que un clavo saca a otro clavo.

Hay un sitio que me fascina en la isla: el bosque lluvioso de El Yunque, la única selva tropical de los EEUU, protegida por el Sistema Nacional de Bosques por ser una reliquia de la cubierta vegetal húmeda que un día cubrió buena parte de la cuenca caribeña. En la oscuridad de sus forestas conviven 240 especies diferentes de árboles y otras cientos de vertebrados e insectos distribuidas en más mil metros de desnivel y cuatro biotopos diferentes. Así era el Caribe cuando llegó Colón

Un buen sitio para comer en el viejo San Juan: La Mallorquina, un histórico local fundado en 1848 por un emigrante mallorquín, Antonio Carbonell, donde sirven especialidades caribeñas e internacionales. 

Para darse un chapuzón hay excelentes playas en El Condado e Isla verde, a 10 kilómetros del Viejo San Juan, en la costa que da al Atlántico. Aunque el baño más alucinante del mundo está en las bahías bioluminiscentes de La Parguera y de Vieques. ¿Te has bañado alguna vez con la sensación de que eres una bombilla de 60W?

Todo es posible en Puerto Rico

Bioluminicente

Mapa puertorico Datos prácticos

Capital: San Juan de Puerto Rico. Idioma: Español e inglés. Superficie: 9.104 km2. Cómo llegar: Iberia tiene vuelos directos a San Juan. Más información: www.gotopuertorico.com 

10 ago 2011

¡Islas! (para perderse y no volver): Jamaica

Por: Paco Nadal

Jamaica baile
Jamaica es una isla equívoca.
Uno oye la palabra Jamaica y enseguida lo asocia con Bob Marley, bares con música reggae, buen rollito, vida fácil y un canuto de cannabis.

Bueno, pues de eso, poco. Por las calles de Kingston no suena reggae, sino raggamuffin; los jamaicanos nunca ganarían el premio Nobel de la simpatía y en algunas zonas, como Kingston y Ocho Ríos, tienes que salir armado cuando cae el sol... si que es eres tan osado como para salir. Recuerdo que fui una noche (a pesar de todo) con otros amigos a una discoteca de Kingston y la gente nos miraba con desprecio, como preguntándose: ¿qué diablos hacen estos blancos aquí?

Y de los rastafaris, ni hablo. Será una apreciación mía, no lo dudo, y como toda valoración personal, será parcial y sesgada... pero si eres blanco te miran como si les debieras algo.

Jamaica paisaje
Dicho esto, Jamaica es también una isla llena de encantos naturales y con zonas en las que puedes perderte, ser feliz y no querer regresar. Solo hay que saber encontrarlas.

Recorrí en bici un poco de las Blue Mountains, una de las cordilleras más altas del Caribe, espina dorsal de Jamaica, en cuyas terrazas abancaladas se produce el café más caro y apreciado del mundo. “Es porque se recolecta a mano, comprobando la maduración de cada grano, uno por uno, y siempre por manos femeninas, que son las que tiene el cuidado necesario para que no estropear ninguna rama, ningún grano”, me confesaba Alex Twyman, propietario de uno de los cafetales tradicionales de estas Montañas Azules, que en realidad son de un color verde lujurioso.

Las cumbres de las Blue Mountains están casi siempre envueltas por una bruma que desdibuja los espectaculares paisajes de cafetales, cedros, bananos, majaguas, palos de rosa, palmeras de coco, pimenteros y árboles del pan.

Jamaica caballo
También di un paseo a caballo por las playas de Trelawny, al norte de la isla; la excursión termina en una fabulosa mansión colonial del siglo XVII que domina la propiedad desde una colina. Y me bañé en las playas de Montego Bay, la zona más turística de Jamaica, donde están los macrohoteles de todo incluido y los turistas se siente más seguros y protegidos.

Aunque mi consejo es que si buscas algo más auténtico el mejor sitio es Negril: playa kilométrica, menos macrohoteles gigantescos que en Montego y más hotelitos sencillos, pequeños y de espíritu local, fiestas nocturnas en la playa... aquí si hay –por fin - buen rollito. Y mucha música en vivo.

Para mitómanos: la casa de Bob Marley, el lugar más vistado de Jamaica, donde todavía son visibles los agujeros de las balas que dispararon contra él en un atentado. Curiosamente siempre ronda por allí un supuesto primo o supuesto hijo ilegítimo de Marley para dejarse fotografiar por los turistas.    

Jamaica carteles

En realidad Jamaica es como el ackee, la fruta nacional. El ackee es venenoso si lo tomas verde, pero cuando madura es una delicia llena de sabor. Como esta controvertida isla caribeña.

Fotos © paco nadal

 

Mapa-de-jamaica Datos prácticos

Capital: KingstonIdioma: inglésSuperficie: 10.990 km2Cómo llegar: con American Airlines vía Miami o con British Airways vía Londres. Puntualmente algunos touroperadores españoles tienen paquetes muy económico de avión + hotel. Más información: web de la Oficina de Turismo de Jamaica, en español

Cíes 1
Las islas Cíes frenan los malos vientos y las tempestades del Atlántico en la bocana de la ría de Vigo, contribuyendo en buena parte a la riqueza piscícola de este entrantes de mar de la costa de Galicia, en el noroeste de España.

Las Cíes forman un precioso archipiélago deshabitado y medio salvaje con tres islas: Monteagudo, Faro y San Martiño, de una altura máxima de 197 metros. Un reducto del ecosistema litoral gallego que ha resistido de puro milagro a las agresiones urbanísticas. En sus dunas y playas pervive el matorral autóctono de toxos, xestas y torviscos, anida la mayor colonia del mundo de gaviotas de patas amarillas amén de otro importante número de gaviotas oscuras y cormoranes y crecen las últimas higueras y rebollos, relictos de la cubierta vegetal original que un día cubrió las costas gallegas.

Por eso fueron declaradas Parque Nacional en 2002, junto con las cercanas islas de Sálvora (a la entrada de la ría de Arousa), Ons (a la entrada de la ría de Pontevedra) y Cortegada (al fondo de la ría de Arousa).

Cíes 2 El enclave más famoso y frecuentado de las Cíes es la playa de Rodas. El periódico británico The Guardian publicó hace unos años una reportaje sobre las mejores playas del mundo en el que Rodas ocupaba el número 1 de la lista. En fin, como sé cómo se hacen estos reportajes, dudo que el autor visitara todas las playas del mundo a fin de comparar y tener elementos de juicio para semejante afirmación. Pero aún así, coincido en que Rodas, si no la mejor, es una de las playas más bellas que he visto. Lo que no quita para que el agua esté fría de narices y haya que tener piel de foca para aguantar el baño, incluso en agosto.

Pero en la Cíes hay otros muchos lugares sensacionales. Si se toma un sendero que nace en esa misma playa de Rodas se puede subir al Alto do Príncipe. En tres cuartos de hora se alcanza un mirador mágico desde el que se ve la imagen más impactante de estas islas que protegen las Rías Baixas gallegas.

Al ser parque nacional el acceso a las Cíes está controlado. Solo se admite un máximo de 2.200 personas al día y se requiere un permiso, pero éste se otorga automáticamente al adquirir un billete con alguna de las empresas navieras autorizadas.

Cíes 3

Mapa Cíes 2

Fotos © paco nadal

 

Datos prácticos

Capital: no hay ningún núcleo habitado. Lengua: español y gallego. Superficie: 4,46 km2. Cómo ir: barcos desde Vigo, Baiona y Cangas de Morrazo, entre Semana Santa y finales de septiembre. Información: Centro de Información en las ruinas del antiguo monasterio de San Estevo, tel. 986 68 75 02. www.iatlanticas.es

 

Rangiroa 3
 Cuando uno sobrevuela por primera vez un atolón coralino piensa: “¡Ahí no aterriza un avión!”.

Eso al menos es lo que imaginé yo, entre sudores fríos, cuando mi avión se aproximaba al atolón de Ranguiroa, uno de los cientos de atolones perdidos en el Pacífico que forman la Polinesia Francesa; éste en concreto está en el archipiélago de las Tuamotu, que es como decir en el culo del mundo... acuático (entenderé que en este momento os vayáis a Google Maps para ver dónde diablos está Ranguiroa y las Tuamotu). Adjunto un mapa como ayuda. 

Pero al final sí, el avión aterriza, apurando la frenada para no salirse de la exigua banda de arena, pero aterriza. Y tu te bajas extasiado en una isla que representa el epítome de la isla de los náufragos en los chistes de Forges.

Ranguiroa 1
Un atolón coralino es algo así como un flotador de arena y palmeras olvidado en medio del océano. Una estructura tan frágil que a nadie le extrañaría que una mala tempestad la engullera. Pero no la engullirá. Los atolones coralinos, uno de los caprichos geomorfológicos mas fascinantes del planeta, han tardado millones de años en formarse y costará otros millones hacerlos desaparecer.



Mapa_polinesia_frances1 Rangiroa no levanta más de dos metros sobre el nivel del mar
y aunque tiene 200 kilómetros de perímetro, éste no es continuo: está fragmentados por canales y pasos de agua, como si cortáramos a pedazos un roscón de Reyes. Cada uno de esos pedazos es un motu. En el motu principal y más grande tiene 10 kilómetros de largo por 800 metros de ancho y ahí está el aeropuerto, las dos únicas aldeas (Avatoru y Tiputa), cada una con su iglesias, la única carretera asfaltada del atolón, un cementerio, una oficina de correos, dos bancos y media docena de tiendas de abarrotes.

Y poco más. En el resto de los 200 kilómetros, nada más: arena, cocoteros y arrecifes de coral. La pesadilla de Robison Crusoe.

En él pasé cinco maravillosos días, en una cabaña de troncos y palmas en la orilla de la laguna del atolón, viendo las aguas azul turquesa sin necesidad de levantarme del camastro a través de las ventanas sin cristal de la cabaña, descalzo y en bañador todo el día, partiendo cocos y comiendo pescado.

¿Existe mejor forma de desconectar?

En sitios como Rangiroa, uno vuelve a creer en el mito del buen salvaje.

Ranguiroa 5
Ranguiroa 7

 Fotos © paco nadal

Datos prácticos

Capital: AvatoruIdioma: Francés y reko pa’umotuSuperficie: 1.640 km2Cómo llegar: hay que ir a Papeete, la capital de Tahití, y desde allí un vuelo (una hora) con Air Tahití. Más información: www.tahiti-tourisme.es

Sbalvard 1
En la puerta de los restaurantes y comercios de Longyearbyen, la capital de la islas Svalbard, existen unos ganchos especiales para colgar los rifles junto a un cartel que ruega a la clientela entrar desarmada al local. Pero no es por los bandidos, es por los osos polares. En las islas Svalbard hay más plantígrados blancos que humanos y no es improbable verlos merodear incluso por las afueras del poblado. Por eso no es solo recomendable salir armado de casa: ¡es obligatorio!

Pero, ¿dónde diablos están la islas Svalbard? 

Pues mil kilómetros al norte de las costas de Noruega, entre los paralelos 75º y 81º (para hacerse una idea, el extremo norte de Groenlandia está en el 84º), a poco más de 1.200 kilómetros del Polo Norte. Son el territorio habitado permanentemente más cercano al polo. Puntiagudas y cubiertas en un 60% por hielos y nieves perpetuas, las islas  emergen en pleno océano Glacial Ártico en un lugar en el que en buena lógica no debería de existir vida humana.

Sbalvard 3
Pero existe, y de muy buena calidad. En Longyearbyen, la capital, la noche polar (24 horas diarias de oscuridad) dura cuatro meses lo que no quita para que haya hoteles, aeropuerto, universidad, oficina de turismo, piscina municipal climatizada, cálidos restaurantes y hasta una enoteca con los mejores vinos de todo el mundo.

¿Cómo es posible?

Las Svalbard fueron, desde sus descubrimiento en 1596 por Willem Barents, un territorio de nadie, frecuentado por balleneros, pescadores y mineros de muchos países. Hasta que en 1920 se firmó el Tratado de las Svalbard por el que se reconocía la soberanía de Noruega sobre las islas a cambio de que mantuviera una población estable en ellas y de que permitiera la libre residencia y trabajo a los nacionales de las otras 42 naciones firmantes del tratado.

LocationSvalbard Así que el gobierno noruego, uno de los más ecológicos del mundo, subvenciona cada año con millones de euros las minas de carbón de Svalbard, una de las pocas fuentes de riqueza del archipiélago hasta que se inventó el turismo, para mantener allí una población de cerca de 3.000 personas que dé soberanía a las islas; la mayoría son parejas jóvenes con niños atraídas por las ventajas fiscales y los buenos sueldos que se ofrecen por vivir en el culo del mundo. La última vez que estuve en las Svalbard había un residente mayor de 70 años, solo cuatro jubilados y nadie en el paro. 

A cambio, esa latitud ártica les regala en invierno los paisajes helados más fascinantes que he visto en mi vida. Y luego en verano, cuatro meses de luz ininterrumpida, desde el 19 de abril hasta el 23 de agosto, durante los cuales las Svalbard se convierten en un puro espectáculo de vida. Es el mejor momento para visitarlas y cuando el vuelo diario que llega desde Trømso descarga docenas y docenas de mochileros. Llegan armados con botas de trekking y ropa de abrigo, dispuestos a recorrer a pie o con esquís un territorio virgen, en el que no hay carreteras ni árboles, pero si glaciares, osos polares, zorros, renos en libertad, más de 160 especies diferentes de plantas y un juego de colores que deja la primavera de cualquier otra parte del globo en ridículo.

Sbalvard 02
Sbalvard 5
Fotos © paco nadal

Hola de nuevo. Siento esta súbita desaparición y los días sin actualizar el blog, pero he estado una semana absolutamente perdido por el sur de Italia. Ni móvil, ni internet, ni siquiera tam-tam. A veces hace falta. Pero aquí estoy de nuevo. Hoy es 1 de agosto, el mes de las vacaciones, el mes en el que nos juramos leer todo lo que no hemos podido leer en invierno. Así que permitidme hacer un pequeño paréntesis en la serie ¡Islas! para recomendaros algunos de los libros de viaje que he leído estas últimas semanas. Literatura viajera para un mes de tumbona y sombrilla:

Roumeli Roumeli, viajes por el norte de Grecia (Patrick Leigh Fermor, Acantilado)

Habría dado el páncreas y los higadillos a cambio de una sola hora de mi vida charlando con Leigh Fermor. Habría tratado de sonsacarle cómo fue capaz de escribir esas geniales y documentadisimas descripciones de lugares y situaciones; habría donado con gusto ambos riñones solo por hojear durante 30 segundos sus libros de notas. Ya no podré hacerlo porque Leigh Fermor murió el pasado 10 de junio. Roumeli, segundo tomo de su antología sobre Grecia (el primero se titula Mani) es su última obra traducida al español (por Dolores Payás para Acantilado); la primera edición inglesa es de 1966. Una soberbia demostración de la mejor literatura de viajes, la riqueza del vocabulario y la metáfora llevadas a la sublimación. Un viaje por regiones desconocidas de Grecia donde el preciosismo de la palabra exacta y la minuciosidad de las descripciones cautivan al lector desde el primer párrafo.     

 

Naipaul La máscara de África, un viaje por las creencias africanas (V.S. Naipaul, Mondadori) 

Cuando uno empieza con La máscara de África piensa que los genios de la literatura bendecidos con el premio Nobel, como el británico Naipaul, se toman a veces vacaciones de neuronas para escribir obras menores de encargo (generalmente libros de viajes) que le dejaran pingües beneficios pero por las que difícilmente volverían a ser invitados a la ceremonia de Estocolmo. El libro fue muy criticado en en el Reino Unido y la verdad, en los primeros compases pensé que con razón. Pero conforme te adentras en él, Naipaul te va enganchando y descubres que tras esa prosa en exceso sencilla, tras una narración a veces sin pulso y tras ese recorrido demasiado cómodo y en ocasiones manipulado por lo que le interesa ver para contar lo que le interesa contar hay un ensayo (incompleto pero muy bien hilvanado y lleno de escenas reveladoras) sobre la dicotomía entre pasado y modernidad en el continente negro y sobre la forma de ser y entender la religión y la espiritualidad en países como Nigeria, Ghana, Uganda, Gabón, Costa de Marfil y Sudáfrica. No es la sesuda y metódica obra de un antropólogo, pero si una interesante pincelada sobre las creencias africanas muy recomendable para todos aquellos enamorados o interesados en la cultura de África. Por sus continuas referencias a las propinas y lo que le cobran de mas o de menos, me da la sensación de que mister Naipaul no solo es un cascarrabias, también es un buen tacaño.      

Ruta Seda Thubron La sombra de la ruta de la Seda (Colin Thubron, Península)

El británico Thubron es uno de los mejores narradores de viajes vivos (personalmente me gustan mucho más su relatos viajeros que sus novelas) y en este recorrido por la mítica ruta de la Seda lo demuestra. El arranque del libro es magistral y te engancha desde el primer párrafo (como deben ser los buenos reportajes). Colin estuvo dos años viajando (con interrupciones) por Asia sin evitar ningún país ni ningún conflicto. Y traza un magistral relato de los diversos pueblos y naciones por las que atravesaban las rutas caravaneras. No es una mera descripción de paisajes y situaciones; en este libro hay mucho también de política actual, de historia, de economía y de antropología de una región que Thubron conoce bien porque habla ruso y chino mandarín. Un libro imprescindible para todo aquel que pretenda viajar por la Ruta de la Seda. 

 

Derrota Vasco de Gama Derrota de Vasco de Gama, el primer viaje marítimo a la India (Isabel Soler, Acantilado)

Un libro para amantes de la era de los grandes descubrimientos y para los apasionados de los viajes históricos por mar. Recoge la traducción al castellano del Roteiro (libro de derrota) escrito por uno de los tripulantes de Vasco de Gama en aquel trascendental primer viaje por mar desde Europa a la India, llevado a cabo por naos portuguesas entre 1497 y 1499. Resulta muy interesante leer en palabras de un testigo directo el sentir de aquellas gentes del siglo XV, su forma de ver el mundo, de relacionarse con otras culturas y de afrontar un viaje lleno de peligros del que ellos mismos ignoraban su posterior trascendencia histórica. Pero más interesante aún, al menos en mi opinión, es el prólogo (casi tan extenso en páginas como el propio Roteiro), de Isabel Soler, profesora de literatura y cultura portuguesa en al Universidad de Barcelona, lleno de datos y aclaraciones que ayudan a entender el sentido político y comercial de aquellos viajes transoceánicos del XV y el XVI y la dificultad de los historiadores para separar el grano de la paja en textos de los que generalmente solo nos han llegado copias de siglos posteriores.    

 

Vigilantes de los días Los vigilantes de los días (Alberto Granados, Espasa)

No es un libro de viajes sino una novela de acción. Pero ambientada en un México tan real y actual que sirve también de guía viajera por un país que Granados conoce muy bien y que define como "bellísimo y salvaje". Dicen que la primera novela siempre tiene algo de autobiográfico y en esta opera prima Alberto Granados, periodista y locutor de la cadena SER, tira de un entorno conocido y en el que se mueve seguro (el mundo del periodismo) para montar un thriller trepidante en torno a un equipo de TV de la CNN que llega a México para grabar unos reportajes de color local para complementar la futura visita de Obama y termina envuelto en una trama criminal de poderosos narcos y políticos corruptos con las creencias prehispánicas y los sacrificios humanos como telón de fondo. Una novela que parece estar pidiendo a gritos una adaptación cinematográfica.

Y muchos más libros de viajes en la web www.leeryviajar.com, donde encontraréis más de 50 reseñas de buena literatura viajera. 

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

Último libro

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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