Vuelve la celebrada y simpar serie de los porqués viajeros. Esta vez nos hacemos preguntas viajando al trópico utópico:
¿Por qué nunca encuentro la palmera que se inclina sobre la playa, esa que sale en los folletos?
¿Por qué la gente dice que ha estado en el Caribe cuando en realidad ha estado una semana en un hotel todo incluido?
¿Por qué nos ponemos en el trópico camisas y bañadores con estampados que escandalizarían a las cortinas de nuestra abuela?
¿Porqué en el Caribe el ron sabe mejor y además no te chispas (tanto)?
¿Por qué pensamos que por 900 € todo incluido nos van a dar lujo de primera?
¿Por qué Curro nunca estuvo en el Caribe?
¿Por qué viajamos pensando que en el Caribe siempre hace sol, cuando llueve más que en Santiago de Compostela?
¿Por qué nadie le ha dicho a los turistas americanos que también se pueden llevar chanclas sin calcetines blancos?
¿Por qué (Tote King “dixit”) a los turistas españoles se nos conoce desde que bajamos?
¿Porque es de horteras ir a un hotel de pulseras?
¿Por qué nadie tirotea de una vez a los animadores de la piscina del hotel?
¿Por qué tras tirotear a los animadores no guardamos la última bala para la orquesta que ameniza las cenas?
¿Por qué hay tanta gente que pasa una vida soñando con ir al Caribe y al tercer día solo sueña con salir de allí?
¿Por qué en los hoteles del Caribe hay dos mantas en la cama y luego tienen el aire acondicionado a toda potencia?
¿Por qué algunos vuelven del Caribe sorprendidos porque detrás de la línea de fachada de los hoteles había negros y pobreza?
Por supuesto, se admiten más porqués o sus respuestas.