La vida del consumidor moderno es un puro sobresalto. La publicidad nos hace creer que todo es cada vez más fácil y más barato. Pero la realidad es que los "listos de la clase" trabajan para las multinacionales... y trabajan para que lo que parece un descuento o una tarifa promocional termine siendo un sobrecosto.
La venta online, sin ir más lejos, parecía la panacea para ahorrarse las comisiones y gastos extras que -según los popes de la modernidad- generaba el sistema tradicional de agencias de viaje. Venta directa del productor al consumidor. Y todos ganamos.
¡Una falacia!
Iberia, por ejemplo, acaba de sumarse a la tendencia del sector y desde el 16 de abril cobra entre 4 € y 7,5 € de comisión por pagos con tarjeta de crédito, según se trate de vuelos nacionales o internacionales. Una comisión muy superior a la que le cobra a Iberia el banco emisor de nuestra tarjeta, y por tanto ilegal según denuncian las organizaciones de consumidores.
British Airways y la alemana Lufthansa también han empezado a aplicar esa tasa, según informa Hosteltur.
De momento la comisión no se cobra en los pagos con tarjeta de débito (y solo de momento, ya veremos lo que tardan en ampliarlo a esta modalidad) o en efectivo. Pero claro, ¿quien va ya a una ventanilla con un fajo de billetes a pagar un pasaje aéreo?
Los mayoría de buscadores de vuelos por internet cobran también una tasa por "gastos de gestión". Pero qué carajo de gestión me pregunto... ¡si me lo hago yo todo!
Cada día, los consumidores viajeros perdemos un poquito más. Si esta nueva tasa la sumamos a todos los escarnios que te hacen pasar las low cost por gestionarte tu mismo un billete a través de internet, como perder tu tiempo, imprimirlo en colores con tu propia impresora, pagarlo al contado y sin posibilidad de devolución ni cambio, pagar un extra por facturar una maleta o por tener derecho a un asiento concreto... ¿sabéis que os digo?:
Que ya empiezo a añorar el viejo sistema de la agencia de viajes presenciales. Por lo menos esa comisión de 7,5 € servía para generar puestos de trabajo y además me atendía una señorita amable que me decía buenos días en vez de trastear en soledad con una aséptica pantalla de ordenador en la que me lo tengo yo que hacer todo.
¡Qué harto estoy de que me cobren comisiones hasta por vivir! ¿Y tú?