Paco Nadal >> El Viajero

29 jun 2012

Las mejores playas de Galicia

Por: Paco Nadal

Aún a riesgo de que mis paisanos del Mediterráneo me impidan regresar allí, no me cansaré de insistir en que las mejores playas de España… ¡están en Galicia! 

He visto pocos playazos inmensos, salvajes, limpios y naturales como los de las rías Altas y Bajas (si exceptuamos algunos de la costa atlántica de Cádiz, para ser justos). Es verdad que luego el verano cae en martes y la mayoría de las veces tienes que echar el bronceador junto con el paraguas en la bolsa de playa, pero nada es perfecto. De todas formas... hasta esto está variando: el cambio climático es imparable.

Si estás preparando ya las maletas para el veraneo, aquí van algunas de mis playas favoritas de Galicia, que no son necesariamente las más conocidas (como veréis no sale la de Las Catedrales ni La Lanzada):

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Ushuaia
Usuhaia es la ciudad más austral del mundo. Está en la isla de Tierra del Fuego, 3.200 kilómetros al sur de Buenos Aires (Argentina) y a tan solo unas horas de navegación del cabo de Hornos. Es, literalmente... el culo del mundo.

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Costa Brava 1
Estoy de viaje estos días por la Costa Brava. Y aunque este celebérrimo tramo del litoral catalán cuentan con aberraciones urbanisticas donde si entrara la piqueta a saco y las derribara para construirlas de nuevo, ganarían (Lloret de Mar o Platja d'Aro, por ejemplo), también ofrece aún rincones maravillosos donde la locura del ladrillo no consiguió acabar con la magia de lo natural.

Estos son algunos de ellos:

 

Costa Brava Creus1.Un atardecer en el cap de Creus

Un lugar lleno de magia y con una fuerza que parece salir del fondo de la tierra. Del mismo lugar que salieron las negras rocas que dan forma a este paraje singular, el extremo oriental de la península ibérica. El lugar donde los Pirineos se rinden por fin al mar. No es de extrañar que se rodará aquí la película “La luz del fin del mundo”, con Yul Briner y Fernando Rey. Los haces destellantes del faro barren la negritud del cabo como aspas de un molino de luz. Un inglés que quedó colgado de estas soledades compró la vieja casa de carabineros junto al faro y montó en ella un restaurante de aires bohemios en el que deleitarse con un curry o una cerveza bien fría mientras el ocaso se adueña de este paraje irreal.

 

Costa Brava cala Rustella2. Un baño entre cala Rustella y cala Jòncols

Si quieres huir de playas atestadas y clásicas, sigue con el coche desde Roses en dirección a Cala Montjoi, bien por la carretera asfaltada clásica o por la pista del Camí de Ronda que sale desde La Almadraba hacia Punta Falconera. Varios senderos señalizados entre pinadas y roquedos bajan hasta calas de piedra que solo se pueden ganar en barco o a pie; el agua allí es tan transparente como la de una piscina. Una de ellas es cala Rustella (la de la foto), poco antes de llegar a Cala Montjoi (donde estaba El Bulli), muy apreciada por nudistas. Tras cala Montjoi la pista de tierra continúa hasta cala Jòncols y pasa por otras muchas encantadoras zonas de baño poco atestadas (menos en domingos de temporada alta, en los que la marabunta llega a cualquier lado; ya no quedan paraísos secretos, aviso).

 

Costa Brava Rodes3. Monasterio de Sant Pere de Rodes

Cuesta creer cómo los monjes benedictinos lograron levantar un edificio de semejante envergadura en la ladera de una montaña, a 520 metros de altitud, y en la muy lejana Edad Media. Aún hoy, cuando subes en coche los 8 kilómetros de cuestas y revueltas que separan el monasterio de Sant Pere de Rodes de El Port de la Selva, solo el hecho de llegar allí se antoja una verdadera aventura. San Pere de Rodes fue uno de los centros de poder político, económico y eclesiástico de Europa entre los siglos XII y XIII. De aquella época es el campanario románico que sobresale entre las encrespadas cuestas de la montaña y la soberbia iglesia de la foto, única en el mundo, con manifiestas influencias romanas. Como tantos otros monasterios, cayó en el abandono y solo una ingente rehabilitación finalizada en 1999 le devolvió parte de su antiguo esplendor. Una visita más que recomendable.

 

Costa Brava santa Pau4. Casco histórico de Santa Pau

No está en la Costa Brava sino en la comarca de La Garrotxa, en el interior, pero es una excursión clásica y muy recomendable si te alojas en el litoral. Santa Pau ofrece un precioso casco urbano medieval conservado casi a la perfección; si no fuera por la cantidad de coches que llena la plaça Major, te creerías teletransportado en el túnel del tiempo. Y menos masificado que el vecino Besalú. Encontraréis muchas tiendas donde comprar fesols (alubias) de Santa Pau y ratafía de Olot. Y un buen sitio para comer, Cal Sastre, en los soportales de la placeta dels Valls.

 

Suquet en San Ma_55. Un arroz caldoso en San Martí d’Empuries

En la Costa Brava hay cientos de sitios para comer malos y caros; normal en una comarca que lleva viviendo décadas del turismo. Pero afinando un poco también se pueden encontrar locales estupendos donde comer buenos pescados, buenos suquet de peix o buenos arroces. Uno de los mejores que me he tomado estos días es el arroz caldoso que hacen en La Terrassa d’Empuries, en San Martí d’Empuries, un pequeño pueblecito junto a las ruinas de la ciudad romana. Un festín de sabor por 18 € la ración. Aún me resuena también en las papilas gustativas el arroz con bogavante que probé en el restaurante El Far, en el faro de San Sebastiá, de Llafranc; éste con el valor añadido además de tener una de las mejores vista de todo el litoral gerundense.

Mania avión 2
Viajar es una de las actividades más estresantes del ser humano. Nos guste o no, somos mamíferos, gregarios y sedentarios. Y todo viaje, aunque sea de placer y por propia decisión, es un reto para los nervios porque nos saca de nuestra previsible y confortable rutina.

Siempre he defendido que lo mejor y lo peor de cada uno aparece cuando estás de viaje (¡cuantas parejas rotas; cuantas amistades perdidas solo por no haber seleccionado bien a los compañeros de viaje!).

Y si tienes una manía... ésta se exacerbará hasta límites inimaginables.

Porque ¿quién no tiene manías confesables (e inconfesables) a la hora de viajar? Que levante la mano.

El explorador Richard Burton era un obsesivo de las lenguas y tenía que aprender todas aquellas de los territorios por los que pasaba; incluso se dice que llegó a domesticar a un grupo de monos con la esperanza de aprender sus códigos de lenguaje.

El también explorador sir Samuel White Baker, descubridor de las cataratas Murchison, en el Nilo, no viajaba sin su mujer, Florence (codescubridora de ese accidente geográfico).

Robert F. Scott, el del Polo Sur, no soportaba en su equipo a nadie que no fuera de la carrera militar.

Jennifer López se lleva sus propias sábanas porque no aguanta las de los hoteles.

Y dicen que Megan Fox tiene miedo a los aviones y solo vuela escuchando a Britney Spears en su Ipod (debe ser porque ni en el cielo ni en el infierno te admitirían llevando semejante selección musical, con lo cual no te puedes morir: ¡no tendrías a dónde ir!).

Yo también tengo mis manías viajeras confesables. No me ruboriza confesar que:

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El avión perfecto
Imagina que te dan un martillo y unas docenas de tornillos rosca-chapa y te dicen que construyas el avión de tus sueños. ¿Cómo lo diseñarías?

El portal de reserva de vuelos Skyscanner le hizo esta pregunta (o similar, lo del martillo no iba incluido) a 1.000 de sus clientes para idealizar entre todos cómo sería el avión soñado si los viajeros pudiéramos decidir su diseño.

Como era de esperar, el mayor porcentaje de peticiones (20%) tenía que ver con la comodidad del asiento: preferían literas con camas en vez de esos sillones liliputienses en los que para aliñar la ensalada de la bandejita tienes que meterle el codo en el hígado necesariamente a tu compañero.

Pero curiosamente otras muchas propuestas tenían que ver con un tema ya propuesto y debatido (no sin polémica) en este blog: espacios insonorizados para niños y asientos anti-fieras pataleadoras.

Algunos cachondos propusieron también zonas íntimas reservadas para parejas “in love” o suelos transparentes para ver el paisaje. Por pedir, que no quede.

Jumbo con camas

El listado final de demandas más votadas fue este:

1. Literas con camas estilo cápsulas (20%)

2. Secciones insonorizadas para niños (18%)

3. Asientos almohadillados por la parte trasera para evitar patadas de niños ( 8%)

4. Sillones de masaje (8%)

5. Uso gratuito de iPads (5%)

6. Suelos y techos transparentes (5%)

7. Zona íntima para solteros y solteras (4%)

8. Duchas (4%)

9. Un cine a bordo (3%)

10. Un bar a bordo (2%)

Ya puestos a decir tonterías, si me hubieran preguntado yo hubiera pedido una piscina, como en los cruceros.

¿Y tú? ¿Qué le pedirías al avión de tus sueños?


Zanzíbar, playa Nungwi
Hablar de playas paradisíacas, vacaciones tropicales y mojitos al atardecer con la que está cayendo (me refiero a esa española que tiene una prima con los niveles de riesgo por estrógenos a más de 500) puede parecer una frivolidad.

Pero hay que seguir viviendo… y sobre todo soñando. Si no diluimos un tanto la dosis de veneno diaria que nos inoculan los titulares con la inminente llegada del Armagedón económico se nos va a joder el hígado con tanta bilis.

Por lo menos… que nos dejen soñar. Y que le den al rescate por donde amargan los pepinos.

Soñar por ejemplo con lugares como el que acabo de regresar: Zanzíbar. Una isla exhuberante del océano Índico, frente a las costas de Tanzania, perfecta en mi opinión para quienes no hayan vivido antes una experiencia tropical.

Tiene increíbles playas (sobre todo en el norte, en la zona de Nugwi, y en la costa este), buena infraestructura hotelera y mucho ambiente joven y de neomochileros. Y es relativamente asequible de precio. Un final perfecto para descansar unos días, por ejemplo si has estado haciendo un safari por los parques nacionales de Kenia y Tanzania (como era mi caso) o has ido a subir el Kilimanjaro. Zanzíbar es un destino sobre todo de sol y playa, pero además de tostarte al sol hay algunas cosas más que ver y hacer en Zanzibar.

Las que os cuento en este vídeo:

 

Falsos masais

Un falso masai trata de ligar con tres turistas holandesas en una playa de Zanzibar

Mi viaje en camión por los parques nacionales de Kenia y Tanzania tuvo un final más relajado y menos polvoriento: las playas de Zanzibar.

Zanzibar, como Wikipedia dice, es un pequeño archipiélago frente a las costas de Tanzania, con dos islas grandes y habitadas y kilómetros y kilómetros de playas de arenas blancas y aguas prístinas. Un típico destino de sol y playa tropical, y el descanso perfecto para cuando te has pegado dos semanas tragando polvo y calor por las sabanas del África Central.

Hay muchas cosas destacables de Zanzibar, las iré desgranando en los próximos post, pero hay una que llama la atención poderosamente apenas pones un pie en el primer resort de playa: la cantidad de mujeres blancas europeas con un “novio” negro. Zanzíbar es un paraíso para el turismo sexual femenino. Y aunque su práctica es tan vieja como el mundo, tuvo un punto de crecimiento exponencial muy claro: la novela, luego llevada también al cine, La Masai Blanca.

Sinopsis (para los que no sepan de qué va): La Masai Blanca es la historia real y autobiográfica de un joven suiza, Corinne Hofmann, que en un viaje por Kenia con su novio cae perdidamente enamorada de un guerrero masai (en realidad, samburu) con el que tiene una voluptuosa noche de amor.

Tan perdidamente enamorada que al volver a Suiza, deja su novio, su empresa, su vida… y se vuelva a la sabana de Kenia a buscar a su masai. La historia de amor y desencuentros de una joven blanca tratando de adaptarse a la vida en una aldea de pastores sin agua corriente ni energía eléctrica, en una cultura donde existe la poligamia y el inevitable desenlace entre dos mundos antagónicos e incapaces de mezclarse atrapó a millones de lectores y espectadores.

También, todo hay que decirlo, contribuyó al éxito el cuerpazo y los atributos sexuales que lucía Lemalian, el masai (samburu) de la historia real. El caso es que las playas de Zanzíbar están llenas de falsos Lemalian. Masais de pega en busca de su Corinne real. Y de un perfil de viajera tipo “mujer, blanca, soltera busca….” en busca de eso, de un masai como el de la novela.“Es un fenómeno que siempre ha ocurrido”, contaba Ana, una española que lleva dos décadas viviendo en Zanzíbar, “pero a raíz de la película se han convertido en una plaga”.

Los falsos masais están por todas partes: en la playa al atardecer, en los bares, en las botellones de la Full Moon party… tan plúmbeos como Andres Pájares y Fernando Esteso en Los Bingueros. Pero a juzgar por la cantidad de parejas mixtas que vi… tienen éxito. No sé si todos están tan bien dotados como Lemalian, pero lo intentan.

Así que ya sabes, si quieres ligar en Zanzíbar, disfrázate de masai.

PD: Siempre he detestado el turismo sexual, sobre todo cuando se basa en una posición de dominancia sobre la población local, aprovechándose de sus miserias y escasos recursos económicos. Y más aún el que se ejerce sobre menores, al que muchos países persiguen y castigan.

Pero hay una cierta corriente de opinión que no considera tan punible el turismo sexual cuando es la mujer la que busca hombres.

¿Es así? ¿El hecho de que quien busque sexo a cambio de dinero o regalos sea la parte débil (la mujer) lo hace más tolerable? ¿El turismo sexual femenino no siempre implica prostitución y por eso es distinto al masculino?

Queda abierto el debate.

Crater Ngorongoro
Si he de quedarme con una sola imagen que resuma todo este viaje por los parques nacionales de Kenia y Tanzania me quedo con la del cráter del Ngorongoro al atardecer.

El Área de Conservación del Ngorongoro, en Tanzania, es el más singular de toda África porque ocupa el interior de un viejo cráter a 2.000 metros de altitud. A diferencias de las inabarcables planicies del vecino Serengeti, el Norongoro es un reserva animal constreñida por las abruptas paredes del volcán.

Una cubeta irreal, de 20 kilómetros de diámetro y unos 360 kilómetros de perímetro, en cuyo interior existe una laguna de agua salada llena siempre de rosáceos flamencos y varias otras lagunas de agua dulce que permiten la vida a grandes manadas de ñús, cebras, impalas, gacelas, antílopes. Amén de elefantes, hipopótamos, leones… Solo faltan las jirafas, que no pudieron colonizar el cráter porque no pueden bajar por las inclinadas paredes de la caldera.

Si tienes la fortuna, como me ocurrió a mi, de llegar a la cima del cráter al atardecer, por la pista de tierra que viene del Serengeti, lo que de repente se abre a tus pies es una página de "El mundo perdido", de Conan Doyle. Un cuadro hiperrealista donde podrías tropezarte aún con Adán y Eva o con los dinosaurios de Jurassic Park.

Como no se puede pernoctar en el interior, se pasa la noche en tiendas de campaña en la cima del volcán, a 2.550 metros de altitud (hace un frío que pela, aconsejo traer un buen forro polar, aunque estemos en África) y al amanecer se desciende hasta el fondo de la caldera por un bosque espectral de ficus y acacias.

Lo que aguarda abajo tiene bastante menos de poético. El Ngorongoro es uno de los parques más famosos, accesibles y pequeños de Tanzania. Y está siempre saturado de visitantes. En estos días, principios de junio, ya hay bastantes. Pero en pleno verano, temporada alta, se forman hasta atascos y los rangers del parque tienen que dirigir la circulación cual guardias municipales.

Aún sí.... a veces ocurren cosas sorprendentes en el interior del Ngorongoro. Esto fue lo que me pasó a mi:

 

11 jun 2012

Postales desde el Serengeti

Por: Paco Nadal

El Serengeti es el parque nacional más famoso de Tanzania. Lo crucé por primera vez en mi vida la semana pasada a bordo del camión y quedé fascinado por esta interminable llanura herbácea, donde el ciclo de vida y muerte lleva repitiéndose anualmente desde hace miles y miles de años sin que el hombre haya logrado alterarlo. Es África en su versión primigenia. Serengeti significa la "llanura sin fin" en masai. Pero en contra de lo que parece, el paisaje muta continuamente y no deja de sorprenderte cada día, cada hora.    

Paisajes del Serengeti

Solo las acacias ponen una nota vertical en el plano infinitamente horizontal de la sabana.

 

Paisajes del Serengieti 7

Un viejo león macho vigila sus dominios desde un kopje, una afloración de granito típica del Serengeti.Los guionista del Rey León tuvieron que inspirarse en una imagen parecida a ésta. 

 

Paisajes del Serengeti 4
Campamento Sero 5, en el corazón del parque. Una noche oímos un rugido de león muy cercano y nos quedamos helados. Iluminamos con las linternas unos matorrales y vimos reflejados cuatro ojos sanguinarios. Dos leones macho nos observaban agazapados entre la hierba, a unos 60 metros del campamento. Nos metimos en las tiendas (con cierto acojone, por qué negarlo) y no salimos en un par de horas.

 

Paisajes del Serengeti 9
Tras la ceremonia de circuncisión, los adolescentes masai se visten de negro y se pintan la cara de blanco para anunciar a todas las aldeas su nueva condición.

 

Paisajes del Serengeti 2
Este es el atardecer que se veía desde la puerta de mi tienda.

 

  Paisajes del Serengeti 5

Una pareja de guepardos, los fórmula 1 de la sabana, deja pasar las horas más duras de calor al abrigo de una sombra. Pueden llegar a alcanzar los 120 km/h.

 

Paisajes del Serengeti 11
Atardecer en el río Seronera.

 

Paisajes del Serengeti 13
El Serengeti está en tierra masai. Las poblaciones que vivían allí fueron obligadas a mudarse a las zonas de protección anexas cuando se creó el parque nacional. 

Paisajes del Serengeti 3
No es Cocodrilo Dundee. Es mi amigo Dani Serralta, un tipo con carrocería de leopardo solitario pero corazón de impala. 

 

 

 

06 jun 2012

África, desde un camión

Por: Paco Nadal

Camión Endake
Como ya comente, viajo estos dias por Kenia y Tanzania haciendo un reportaje en un camion especial para safaris fotograficos. Una forma de viajar por Africa que cada vez tiene mas adeptos. Se trata de camiones todoterreno especialmente preparados para este tipo de rutas. Caben unas 18 personas y van equipados para ser autosuficientes. Dormimos en tiendas de campana en medio de la naturaleza mas espectacular (escuchando de cerca el rugido de los leones, una experiencia que acojona y fascina a partes iguales), comemos y cenamos en sillas plegables tambien rodeados de los paisajes mas fascinantes y usamos letrinas portatiles o las de campamentos fijos. Cada camion lleva un conductor y un cocinero. Y tragamos todo el polvo del camino, pero es parte de la aventura.

Este en el que viajo es de la empresa espanola Endake, que aunque empezo hace muy poco tiene ya siete camiones propios y varios campamentos tambien levantados por ellos mismos en Masai Mara y Serengeti. Los campamentos los construyen y mantienen en colaboracion con poblaciones locales, por lo que generan beneficios y trabajo para esas comunidades. Y Dani Serralta, uno de los duenos y mi guia en este viaje, es un encanto de tipo ademas de un enamorado de Africa y un magnifico contador de historias al calor de una hoguera. Tiene rutas en camion por varios paises del centro y el sur de Africa.

Las ventajas de un camion frente al clasico todoterreno son obvias: es mas comodo para viajes largos porque te puedes mover, el punto de vista elevado facilita una mejor observacion de animales y las grandes ventanas laterales sin cristales se convierten en una pantalla de cinemascope sobre los mas bellos escenarios africanos.

Pero no me nerollo mas: como una imagen vale mas que mil palabras, en este video os podeis hacer una idea de como se viaja por Africa en un camion adaptado.

(obviamente, escribo desde un ordenador tanzano, sin tildes. Lo siento)

 

 

El Viajero: Guía de Viajes de EL PAÍS

Sobre el blog

Un blog de viajes para gente viajera en el que tienen cabida todos aquellos destinos, todos aquellos comentarios, todas aquellas valoraciones que no encontrarás en otros medios.

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Sobre el autor

Paco Nadal

Paco Nadal es viajero-turista antes que periodista y culo inquieto desde que tiene uso de razón. Estudió Ciencias Químicas pero acabó recorriendo el mundo con una cámara y contándolo. Escribe en EL PAÍS sobre viajes y turismo desde el año 1992. Es también escritor y fotógrafo, colabora con la Cadena Ser, además de presentar series documentales en diversas televisiones.

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El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

El cuerno del elefante, un viaje a Sudán

Un relato trepidante por unos de los destinos menos turísticos y más inseguros del mundo. Un viaje en solitario lleno de emoción y melancolía a lo largo de una región azotada por constantes guerras y conflictos étnicos. Un viaje plagado de sentimientos que consigue conectar al lector con los sufrimientos y las esperanzas de África.

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