
Un falso masai trata de ligar con tres turistas holandesas en una playa de Zanzibar
Mi viaje en camión por los parques nacionales de Kenia y Tanzania tuvo un final más relajado y menos polvoriento: las playas de Zanzibar.
Zanzibar, como Wikipedia dice, es un pequeño archipiélago frente a las costas de Tanzania, con dos islas grandes y habitadas y kilómetros y kilómetros de playas de arenas blancas y aguas prístinas. Un típico destino de sol y playa tropical, y el descanso perfecto para cuando te has pegado dos semanas tragando polvo y calor por las sabanas del África Central.
Hay muchas cosas destacables de Zanzibar, las iré desgranando en los próximos post, pero hay una que llama la atención poderosamente apenas pones un pie en el primer resort de playa: la cantidad de mujeres blancas europeas con un “novio” negro. Zanzíbar es un paraíso para el turismo sexual femenino. Y aunque su práctica es tan vieja como el mundo, tuvo un punto de crecimiento exponencial muy claro: la novela, luego llevada también al cine, La Masai Blanca.
Sinopsis (para los que no sepan de qué va): La Masai Blanca es la historia real y autobiográfica de un joven suiza, Corinne Hofmann, que en un viaje por Kenia con su novio cae perdidamente enamorada de un guerrero masai (en realidad, samburu) con el que tiene una voluptuosa noche de amor.
Tan perdidamente enamorada que al volver a Suiza, deja su novio, su empresa, su vida… y se vuelva a la sabana de Kenia a buscar a su masai. La historia de amor y desencuentros de una joven blanca tratando de adaptarse a la vida en una aldea de pastores sin agua corriente ni energía eléctrica, en una cultura donde existe la poligamia y el inevitable desenlace entre dos mundos antagónicos e incapaces de mezclarse atrapó a millones de lectores y espectadores.
También, todo hay que decirlo, contribuyó al éxito el cuerpazo y los atributos sexuales que lucía Lemalian, el masai (samburu) de la historia real. El caso es que las playas de Zanzíbar están llenas de falsos Lemalian. Masais de pega en busca de su Corinne real. Y de un perfil de viajera tipo “mujer, blanca, soltera busca….” en busca de eso, de un masai como el de la novela.“Es un fenómeno que siempre ha ocurrido”, contaba Ana, una española que lleva dos décadas viviendo en Zanzíbar, “pero a raíz de la película se han convertido en una plaga”.
Los falsos masais están por todas partes: en la playa al atardecer, en los bares, en las botellones de la Full Moon party… tan plúmbeos como Andres Pájares y Fernando Esteso en Los Bingueros. Pero a juzgar por la cantidad de parejas mixtas que vi… tienen éxito. No sé si todos están tan bien dotados como Lemalian, pero lo intentan.
Así que ya sabes, si quieres ligar en Zanzíbar, disfrázate de masai.
PD: Siempre he detestado el turismo sexual, sobre todo cuando se basa en una posición de dominancia sobre la población local, aprovechándose de sus miserias y escasos recursos económicos. Y más aún el que se ejerce sobre menores, al que muchos países persiguen y castigan.
Pero hay una cierta corriente de opinión que no considera tan punible el turismo sexual cuando es la mujer la que busca hombres.
¿Es así? ¿El hecho de que quien busque sexo a cambio de dinero o regalos sea la parte débil (la mujer) lo hace más tolerable? ¿El turismo sexual femenino no siempre implica prostitución y por eso es distinto al masculino?
Queda abierto el debate.