He estado viajando esta semana por la provincia de Valladolid (la de España, porque hay muchas otras Valladolides en Latinoamérica e incluso una en Filipinas). Una tierra de la que hasta ahora solo podía decir aquello de tan cerca y tan desconocida. Confieso que pese a estar tan próxima a mi lugar de residencia (una hora en tren desde Madrid) o precisamente por eso, conocía muy poco de Valladolid.
¿Yo solo? Creo que si hiciéramos una encuesta así a bote pronto sobre a qué le suena a la gente el topónimo 'Valladolid' la inmensa mayoría contestaría que a Semana Santa y a vino de Ribera del Duero. Y poco más.
Valladolid es la Castilla llana e infinita. La de los horizontes siempre lineales y los labrantíos interminables. Es la Tierra de Campos; o más bien -como decía Jesús Torbado-, la tierra de cielos, porque aquí hay unos cielos explosivos, inabarcables y diáfanos que enamoran y ayudan a ensanchar el ánimo.
Lo que he descubierto estos días es que además de eso, la provincia de Valladolid está llena de sorpresas, desde villas romanas a pueblos con casi tantas librerías como habitantes.
Estos son algunos de los lugares que no deberías perderte:
Museo de las villas romanas Almenara-Puras
Uno de los mejores yacimientos romanos en torno a una granja agrícola y su correspondiente villa palaciega de los siglos I a III d.C. Puede verse toda la planimetría de la factoría, los suelos de mosaicos de la villa, restos de las instalaciones agropecuarias… En el didáctico museo anexo se explica muy bien la vida en estas instalaciones que no solo surtían de grano y otros productos a los mercados locales, sino que contribuían con sus impuestos al mantenimiento de las legiones que luchaban en los confines del imperio. Una visita más que recomendable para dedicar una mañana sin prisas. Los domingos hay visitas teatralizadas a cargo de un grupo de actores locales. Ésta es la web del museo.
Planetario de Tiedra
Otra sorpresa mayúscula. En un minúsculo pueblo perdido en la llanura -pero con un castillo imponente- aparece de repente este curioso centro astronómico privado con un planetario digital con capacidad para 35 personas y telescopios para observar en directo el sol, los planetas, las nebulosas, las galaxias… La negritud de la llanura que rodea Tiedra reduce al mínimo la contaminación lumínica y garantiza una buena observación. Más info, aquí.
Canal de Castilla
Medina de Rioseco era una de las dársenas finales del Canal de Castilla, la red de canales navegables con la que los gobernantes ilustrados españoles pretendieron unir las capitales castellanas con el puerto de Santander. La obra quedó inconclusa, pero los 207 kilómetros que sí se terminaron (por las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid) son ahora un buen reclamo para el turismo activo. En el Centro de Turismo de Medina de Rioseco, en la misma dársena, organizan paseos guiados en canoa por el canal o en bicicleta por los caminos de sirga que lo acompañan; o alquilan bicis y canoas para quien quiera hacerlo por su cuenta. Desde allí mismo parte también el barco de pasajeros movido por aspas que recorre el Canal de Castilla vallisoletano hasta la primera esclusa.
Parque Temático del Mudéjar de Olmedo
Otro buen lugar para ir con niños (o sin ellos). Una amplia zona ajardinada con reproducciones a escala de todos los monumentos mudéjares de Castilla y León además de dos enormes réplicas de los castillos de Coca y de Medina del Campo a cuyo interior se puede acceder. Tan interesante como desconocido para el gran público. Aquí tienes información, tarifas y horarios.
Curiel de Duero
Este pueblo podría ser un buen ejemplo de lo que ocurre en muchas localidades vallisoletanas: con solo 120 habitantes tiene dos castillos imponentes (uno de ellos, reconvertido en hotel), dos iglesias igual de imponentes (la de Santa María además con un soberbio artesonado mudéjar recientemente restaurado), la reproducción de una escuela de la postguerra y unas bodegas (bodegas Comenge) que organizan visitas a sus instalaciones y paseos en calesa por los viñedos y alrededores del pueblo.
Museo del pan
Interesante instalación en Mayorga, en plena Tierra de Campos, en torno al cereal y su producto más popular. Dicen que el pan de Mayorga es el mejor de la provincia. Y en el museo enseñan cómo hacerlo, poniéndote manos a la masa para hornear tu propio pan. Muy recomendable para ir con niños. Más info, aquí.
Castillo de Peñafiel
Si algo hay en abundancia en Valladolid (además de vino) son castillos (por algo esto se llama Castilla). Hay docenas, por todos lados; algunos tan espectaculares como el de Peñafiel, el más famoso y visitado de todos. Su soberbia red de almenas rodeando una torre del Homenaje es la estampa más fotogénica de esta villa, sede además de algunas de las bodegas más famosas de Ribera del Duero (todas organizan visitas guiadas y venta de productos). Tanta es la vinculación con la vid que el interior del castillo acoge el Museo Provincial del Vino y cuenta con una sala de catas que organiza cursos y catas para el público.
Urueña, la Villa del Libro
La única localidad española dentro de la red europea de Villas del Libro es esta pequeña localidad amurallada con 200 habitantes y 10 librerías. Las hay dedicadas al libro infantil, especializadas en cine, librerías de viejo, generalistas… por haber hay incluso un museo del cuento y una librería-enoteca. Las Villas del Libro agrupan a 17 poblaciones europeas de especial relevancia cultural y monumental que han hecho de la letra impresa su seña de identidad.
Fotos © Paco Nadal y El rincón de Sele