
Esta entrada será inusualmente larga; es un abuso, pero quiero reproducir fielmente cada paso de una polémica que tuvo lugar lejos. Todo empezó hace tres semanas, cuando la gente de Internazionale, una de las revistas más prestigiosas de Italia, me pidió un análisis breve de los años kirchneristas para un número en el que habría varias notas sobre Argentina –en elecciones. Lo preparé y lo titulé Kirchnerismo para dummies futuros. La editora italiana, prudente, me dijo que el título era malo pero incomprensible y lo cambió por El hambre y las mentiras de una década; era, es cierto, un poco demasiado. El texto, en cualquier caso, es éste:
Dentro de cien años, cuando ninguno de nosotros sea, cuando el mundo sea otro, los manuales de historia argentina –si es que sigue habiendo manuales, si sigue habiendo historia, si Argentina– incluirán, seguramente, diez o doce líneas sobre “la década de los doctores Kirchner”. Esas líneas empezarán por sorprenderse ante el tribalismo arcaizante de una esposa sucediendo a su esposo; dirán quizá que fue el apogeo de lo que alguien llamó la “política de la sangre”, ese período en que, a falta de ideas y proyectos que cohesionaran a sus militantes, los únicos vínculos firmes eran los del parentesco: ese retorno a las formas dinásticas.