Martín Caparrós

Sobre el autor

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) es escritor y periodista, premios Planeta, Herralde, Rey de España. Su libro más reciente es la novela Comí.

Un ministro se quiere ir

Por: | 25 de abril de 2013

En esos tres minutos de video está casi todo. El funcionario –ministro de Economía, dice su carnet, aunque a nadie le consta– debe contestar las preguntas de una periodista televisiva y griega. El ministro da cifras que no cree y las da mal, dubitativo.

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Honestismo

Por: | 23 de abril de 2013

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Jorge Lanata lo hizo otra vez. Con 30 puntos de rating, con millones de personas mirándolo, con más millones comentándolo, su programa dejó de ser un programa para transformarse en un fenómeno cultural y político. Hace diez días que toda la Argentina –eso que llamamos toda la Argentina– habla de sus revelaciones; hace diez días que instaló metáforas nuevas: la idea de la plata pesada, por ejemplo –de tanta plata que no se puede contar sino pesar–, va a terminar siendo uno de los símbolos de estos años tristes. Y la Ferrari de Fariña se reunió con la Ferrari de Menem en el panteón de los gobiernos muertos.

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Somos truchos

Por: | 16 de abril de 2013

Osprey-catching-trout-scott-linsteadMe equivoqué otra vez –y ya es costumbre. Pero en ésta me equivoqué durante años, entusiasta. Siempre pensé que uno de los grandes frenos que trababan al estado argentino era la insistente ilegalidad con que la mayoría de los ciudadanos nos relacionamos con él. Todos sabemos que casi todos lo hacemos. Aunque hay, por supuesto, grados y maneras.

Una cosa es ese tercio largo de los trabajadores que debe resignarse a vivir en negro: que no puede gozar de las garantías y seguridades de trabajar legalmente porque su necesidad y el poder de sus patrones –privados, públicos– consiguen que así sea.

Otra, la costumbre perfectamente generalizada –que muy pocos argentinos desdeñan– de esquivar ciertas cargas: no declarar ingresos, no hacer una factura, coimear a un policía en lugar de pagar una multa. Lo que alguna vez, hace muchos años, llamamos “la corrupción de todos”.

Y otra más, muy distinta, es el complejo sistema de disfraces, desvíos, argucias leguleyas y corruptelas de funcionarios que practican las empresas más o menos grandes para no cumplir con las reglas fiscales.

Son formas muy diversas pero todas responden a esa palabra tan argenta: trucho, trucha. Bien exacta, bien nuestra: no hay, en otros castellanos, términos que definan tan precisos lo que trucho sí. Trucho es como quien dice falso con cariño, te engaño pero con buena onda, no es lo que debería ser pero igual sirve. Trucho incluye, claro, ese resto de aprecio, casi admiración, por los que consiguen truchar bien esto o aquello.

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Cumpleaños

Por: | 07 de abril de 2013

P-P (1)Hoy mi padre cumpliría ochenta y cinco años; ya lleva muerto más de veintisiete. Me falta poco para tener su última edad: ahora sé lo joven que era. O como quiera que eso se llame: lo poco viejo, la tanta vida que podía esperar –pero no.

Hoy lo recuerdo porque es su cumpleaños, tantos otros días porque sí. Y más ahora, de vuelta en el país que él dejó hace sesenta y cinco años, y al que volvió, sin querer, casi treinta después.

Lo pienso, me pregunto. Lo imagino en Madrid, 1936. Me pregunto cómo habrá sido ser un chico de ocho años en medio de los bombardeos, un chico de diez en la derrota más sangrienta, uno de doce con el padre preso; cómo habrá sido vivir del lado de los vencidos, tener que sufrir los ritos de los triunfadores: las misas, el colegio de curas, la prohibición de decir ciertas cosas, la amenaza constante del poder o el pecado. Me pregunto qué habrá imaginado que iba a encontrar en la Argentina cuando sus padres, mis abuelos, entendieron que la guerra de Franco contra ellos y los suyos no se iba a terminar porque se hubiera terminado y buscaron la forma de escaparse. Me pregunto cómo habrá sido para ese muchacho guapo, despierto, un poco frágil, tan víctima de su tiempo, pasar del silencio franquista a la ebullición de Buenos Aires 1948. Me pregunto qué vio en aquel país de controversias, e imagino que un paraíso en construcción: contra la sombra de su España debía serlo. Podía leer lo que quisiera, decir lo que quisiera, pensar lo que quisiera; podía incluso pelear contra el gobierno peronista que a veces intentaba impedírselo. Podía, también, hacer amigos nuevos, cortejar chicas con sus ojos verdes y su historia romántica; podía tener la sensación de una vida por delante. En esos años se hizo comunista, se recibió de médico, se casó con mi madre, se volvió psicoanalista y profesor, nos tuvo.

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Ya no

Por: | 01 de abril de 2013

Bici
Primero me pasó por casualidad; después empecé a provocarlo. La escena se repitió muchas veces:

–¿Vos sabés cuándo fue la última reunión de gabinete?

–¿La última qué?

–Reunión de gabinete.

–Perdoname: ¿qué es una reunión de gabinete?

Es cierto que me aprovecho de los chicos: se lo pregunto a señoras y señores de no más de veinticinco años. Su ignorancia es sorprendente y es muy lógica: la Argentina está por cumplir diez años desde su última vez.

–Bueno, y entonces,  ¿qué era eso de la reunión de gabinete?

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El País

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