Este es un post copioso. En estos días el kirchnerismo termina su década y todos estamos de memoria. Entonces se me ocurrió buscar artículos o trozos de artículos que publiqué –desde aquel 25 de mayo inaugural– cada fin de mayo, estos diez años. Alguna idea, errores varios, una forma –tan mala como cualquier otra– de revivir cierto aire de época: de tratar de recuperar la mirada de entonces -cada entonces-, cuando todavía no sabíamos todo lo que ahora ignoramos.
Un recorrido largo pero por suerte desalentador.
Mayo 2003
(Revista 23)
Mi mito. Ya estoy en la edad –provecta, y más esta semana– en que uno puede empezar a conocer el mito y sus orígenes. Digo, quiero decir: no sólo el mito, también la realidad que lo produjo. Digo, quiero decir: que me impresionó este domingo escuchar en la plaza de Mayo a seguidores jovencitos del señor K:
–Nosotros no estuvimos el 25 de mayo del 73, pero este va a ser nuestro 25 de mayo.
La comparación es difícil: son obvias las diferencias entre una manifestación de pocos grupos consolidados y algún público suelto para recibir a un gobierno con escasa base política todavía y la irrupción de cientos de miles de personas organizadas que salían a sostener a un gobierno que ofrecía cambiar todo –para no hablar de las diferencias de programa. Pero lo que más me impactó fue ver cómo algo que para mí es también un recuerdo personal se convierte en un mito de origen, en algo lejano y generalmente mal interpretado que sirve para fundar ideas, actitudes. O sea: estar tan viejo.