Equis tiene
24 años, es argentina nativa y por opción, vive con su familia en un barrio del
sur de la ciudad de Buenos Aires. Equis es una chica muy activa: le falta poco
para terminar derecho, trabaja en una repartición pública, tiene un novio,
amigas, intereses. Cada mañana, de lunes a viernes, Equis se levanta poco antes
de las seis de la mañana para tomar el colectivo que la lleva al trabajo. Hace
un año, dos tipos la asaltaron mientras lo esperaba y le robaron la cartera: la
poca plata, documentos, anteojos, las tarjetas. Desde entonces, durante casi un
año, su madre se levantó cada mañana, de lunes a viernes, poco antes de las
seis para acompañar a Equis a la parada del colectivo. El mes pasado otros dos
tipos que llegaron en moto la asaltaron cuando esperaba con su madre el
colectivo y le robaron la cartera: la poca plata, documentos, anteojos, las
tarjetas. Desde entonces Equis va a la parada del colectivo con su hermana y su
cuñado, que se levantan un poco antes de su horario –total, unos minutos más
tarde también tienen que irse a trabajar– y esperan que, siendo tres, no los
asalten.