Pamplinas es un intento –insistentemente fracasado– de mirar el mundo desde la Argentina, o la Argentina desde algún otro mundo. Con esa premisa, el autor pensó llamarlo Cháchara, pero le pareció demasiado pretencioso. Desde las pampas argentinas, pues: Pamplinas.
Reglas del juego.
Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) es escritor y periodista, premios Planeta, Herralde, Rey de España. Su libro más reciente es la novela Comí.
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Corren días de variadas glorias. Un papa argentino bendice, con pompa vaticana, el boato con que la iglesia española convierte en empleados del siglo a 522 de sus empleados asesinados –¿puedo decir asesinados? ¿debo decir asesinados?– por sus contrarios en aquella guerra. Y, mientras tanto, un grupo de españoles intenta que se juzgue a quienes mataron o torturaron en nombre de esa iglesia, y busca la justicia donde puede: en este caso, la Argentina.
No llega a farsa; mera caricatura. Llevamos muchos años diciendo que el kirchnerismo usa eso que llama LaMemoria –el recuerdo indignado de las atrocidades cometidas por los militares y civiles de la dictadura– para tapar sus intenciones, para intentar legitimar un gobierno populista-conservador mediocre. Una de esas veces, hace más de seis años, cuando tantos lo negaban, cuando todavía podía sorprendernos, me cabrée más que otras ante unas palabras del difunto presidente Kirchner y escribí en el difunto diario Crítica:
“¿Será posible que nos sigan tomando por tarados? ¿Por nabos a los que se les puede decir cualquier verdura? ¿Por desmemoriados descerebrados desechitos?
Por si acaso, empezaron mintiendo. Pero mentían con poca convicción, como dudando, y resultaba preocupante. Durante toda la tarde del sábado las voces oficialistas decían, extraoficialmente, que si Cristina Fernández se había ingresado ese mediodía en la clínica de la Fundación Favaloro era para un “chequeo de rutina”.
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