Por: Guillermo Altares14/02/2010
La conversación tiene lugar a finales de enero en Cartagena de Indias, durante el Hay Festival. Jon Lee Anderson está cansado pero relajado: llegó la noche anterior desde República Dominicana después de pasar dos semanas en Haití. Este veterano reportero de The New Yorker, que acaba de publicar una colección de reportajes en Anagrama bajo el título El dictador, los demonios y otras crónicas, es un habitual de esta ciudad del Caribe colombiano por su larga colaboración con la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que creó Gabriel García Márquez. Porque además de un extraordinario narrador de la realidad, es un maestro y tiene vocación de maestro. Preguntado en una entrevista que publicará Babelia el 20 de febrero sobre qué autores recomendaria leer a jóvenes a periodistas, al final la charla se detiene en un novelista: Graham Greene, en el fabuloso mundo de Greeneland.
Ante una taza café, refugiados del intenso calor caribeño bajo unos ventiladores que podían estar sacados de El americano impasible, Jon Lee Anderson responde en su español colorista, perfecto y divertidísimo --es una mezcla de acentos y expresiones de todo el mundo hispano, desde Granada y Cuba, donde vivió, hasta Colombia o Argentina-- a la siguiente pregunta: ¿Qué lecturas recomendaría a un periodista, sobre todo a un joven periodista?
"El Kapuscinski joven, el de El emperador, La guerra del fútbol, el de Angola, Irán y Etiopía, Graham Greene y su periodismo, Hemingway y su periodismo, John Hershey (su obra maestra es Hiroshima), George Orwell. El joven Naipaul, Mark Twain. Todos estos me resuenan porque buscaban el mundo más allá de sus fronteras y confines cómodos", señala Jon Lee, que esta semana está en España para dar una serie de charlas en CaixaForum sobre El reto de contar la verdad. Pero luego la conversación se detiene en Greeneland, el territorio que Graham Greene pobló con sus personajes, "esos hombres de corbata y maletín, que se llaman por el apellido y que, en la cubierta de un barco o en la terraza de un hotel, miran el reloj hacia las once de la mañana y dictaminan que es hora de tomarse un buen trago", como les definió Santiago Gamboa en un lejano y delicioso artículo de Babelia.
"Greene, no por su vaivén católico, pero sí por su
exploración de la paradoja moral, del conflicto moral. Escribe Nuestro hombre
en La Habana casi como adivinando la crisis de los misiles, Los comediantes,
sobre Haití. En los años cincuenta, hizo un viaje a Malaisia y estuvo con
¿Si tuvieses que eligir un sólo libro de Graham Greene? ¿Cuál es tu novela? ¿Cuál es tu gran viaje a Greeneland? Jon Lee prosigue: "Escribió el mismo libro una y otra vez. No sé, El poder y la gloria". Y, luego, tras una pausa, elige tres novelas: El revés de la trama (que transcurre en Sierra Leona), El americano impasible (ambientada en Indochina, uno de los mejores relatos sobre el mundo del periodismo) y El fin del romance, una historia de amor ambientada durante el Blitz contra Londres, adaptada al cine varias veces, con una versión especialmente brillante de Neil Jordan, con Ralph Fiennes y Julianne Moore. No deja de ser curioso que un periodista como Anderson recomiende, al final, la lectura de novelas para aprender a reportear, pero es cierto que en Graham Greene todo es auténtico, su literatura es una incesante busqueda del concepto más escurridizo que nos ofrece el periodismo: la verdad. "Una historia no tiene ni principio ni final: arbitrariamente uno elige el momento en el que mirar hacia delante o hacia atrás". Es la primera frase El fin del romance. Y una buena lección de periodismo.
(Foto: Graham Greene en Niza)
comentarios 4
Publicado por: Francisco ortiz 14/02/2010
Considero El americano impasible una de las grandes novelas del siglo XX.