Por: Guillermo Altares20/05/2010
Homero es un misterio dentro de un enigma: apenas sabemos casi nada del bardo (de hecho ni siquiera sabemos si existió) que compuso las dos obras más importantes de la literatura occidental: La Iliada y La Odisea. Alguien dijo que sólo existen dos historias que se puedan contar: la de una guerra y la de un hombre que vuelve a casa tras un largo viaje. Y es cierto. "Nos cuesta imaginar que, hace tanto tiempo, conocíamos ya palabras para designar nuestras experiencias más desconcertantes y nuestras emociones más profundas", escribe Alberto Manguel en el emocionante ensayo que acaba de publicar Debate, El legado de Homero (editado en una extraordinaria traducción de Carmen Criado). "La figura fantasmal a la que damos el nombre existe en la oscura distancia, como las ruinas de un edificio cuya forma y propósito ignoramos. Y, sin embargo, aquí y allá en sus libros, se encuentran quizás los indicios de una respuesta".
Con la abrumadora cultura y a la vez la amenidad que caracteriza la obra del autor de Historia de la lectura, Manguel va desgranando todas las huellas que los cantos de Homero han ido dejando en nuestro universo, no sólo simbólico sino también real. Un personaje de La piedra lunar de Wilkie Collins, la novela fundacional de las historias de detectives, dividía el mundo en aquellos que habían leído Robinson Crusoe y aquellos que no. Naturalmente los que desconocían la obra de Daniel Defoe nadaban en algo más grave que la ignorancia porque aquel personaje buscaba todas las respuestas a las preguntas que le planteaba la vida en esa obra y siempre encontraba las huellas correctas en la playa. Tras leer el ensayo de Manguel, uno tiene una impresión similar (que todo está y estará en las páginas de aquellos dos libros), pero hay una diferencia enorme: es imposible evitar a Homero, porque el bardo ciego --si estaba ciego y si existió-- está en nosotros porque nosotros somos Homero.
Un ejemplo de esta teoría, con el que Manguel demuestra, una vez más, que es un lector extraordinario, uno de aquellos lectores que descubre visiones insospechadas y a la vez clarísimas en los textos, surge del siguiente pasaje. En el Hades, Ulises se topa con Elpénor cuyo espíritu vaga desdichado porque fue abandonado insepulto. "Al llegar, !oh mi rey¡ Haz memoria de mí, te lo ruego / no me dejes allí en soledad, sin sepulcro y sin llanto / no te vaya mi mal a traer el rencor de los dioses. / Incinera mi cuerpo vestido de todas mis armas / y levanta una tumba a la orilla del mar espumante / que de mí, desgraciado, refiera a las gentes futuras". (Versión de José Manuel Pabón).
"Desde la súplica de Príamo para recuperar el cadáver de su hijo o la de Elpénor para que se incinere su cuerpo, hasta las peticiones de que se abran las tumbas de los muertos enterrados en las guerras de Latinoamérica, Bosnia, España y docenas de otros lugares, nuestro impulso nos lleva a devolver a las víctimas el papel que les corresponde como auténticos monumentos conmemorativos. De ese modo, como bien sabía Homero, podemos abominar de su pérdida y, al mismo tiempo, rendir un amoroso homenaje a su sacrificio", escribe Manguel que viaja desde el Hades a las fosas comunes del franquismo, demostrando la continuidad histórica y vital que une nuestro mundo desde los albores de la escritura hasta el presente. Homero, leído por Manguel, nos deja esa impresión bellísima de déjà vu constante porque nos reconocemos en los libros de los libros, en las historias de las historias.
comentarios 7
Publicado por: Beatriz Basenji 20/05/2010
Como dice "LU" : Un muerto insepulto es un fantasma aterrador.
La sociedad española necesita, como toda colectividad civilizada , enterrar dignamente sus muertos insepultos . Son esos velatorios no realizados,esos sepelios no concurridos, el largo duelo de 70 años. Aquí estan, en nuestras presentes vidas los 114 mil ciudadanos deambulando sin que la ciega Justicia los abrace y les anime a reposar en Paz.
Si posamos una mirada serena sobre nuestra actual historia, cada uno puede escribir sus propias líneas sobre el drama que nos abarca y nos mece . En este momento en que volvemos a ser colosalmente pobres, como hace un siglo. Cuando ya nada nos espera , sino estos muertos en el umbral del Apocalipsis.