Por: Babelia Mundial de Fútbol28/06/2010
FABRIZIO MEJÍA MADRID sigue a la selección de México
El último emperador azteca vislumbró en los astros el fin de su mundo. De igual forma, el entrenador mexicano adelantó unas horas antes la derrota contra Argentina: “La gente ya nos da por perdidos. Hasta aquí llegamos, como siempre”. Con la gorra en los ojos, deprimido, con la lengua pastosa, el director técnico era la imagen de la derrota anticipada, de la resignación ante el presagio funesto, el fin del calendario maya en medio de catástrofes naturales. Para los espectadores, su imagen y frases contradijeron, en minutos, la “nueva” actitud que las televisoras privadas y el Presidente Calderón habían urdido para utilizar a la selección de fútbol: nunca darse por vencidos, luchar, y triunfar.
“Del sí se pudo” del vasco Aguirre habíamos pasado al ni me acuerdo. Con el director técnico como emblema, la televisión privada mexicana había anunciado “iniciativa México” en cientos de comerciales -un reality show que mostrará lo mejor del esfuerzo de los pobres- y el Presidente Calderón, que asistió a la inauguración del Mundial de Sudáfrica en contra de la opinión de sus angustiados gobernados, trató de vincular su guerra contra el narcotráfico con un voluntarismo cuya única voluntad es no cambiar de estrategia. Pero el uso de la selección mexicana terminó horas antes del partido contra Argentina: el entrenador Javier Aguirre con la lengua de trapo vislumbrando un desenlace oscuro. Una imagen, una conferencia de prensa previa que la televisión censuró para no preocupar al poder detrás del futbol mexicano: 30 segundos del tiempo en televisión llegaron a cotizarse en 200 mil dólares, y un silencio del Presidente antes del partido que no tuvo precio.
Los Mundiales remedan con sorna las realidades del ánimo nacional: una de las mejores actuaciones de México fue en 1986 cuando la sociedad civil se organizaba para la democracia directa; la peor, cuando la corrupción tocó al futbol y fuimos castigados con no ir a Italia en 1990, por falsificar las edades de los jugadores en un juvenil; justo cuando el Presidente Carlos Salinas le vendía a sus amigos las industrias nacionales. Hoy, el partido contra Argentina comenzó con una injusticia -un gol en contra, en fuera de lugar- y, a éste, le siguió una confirmación del presagio del entrenador: 3-1
Los heraldos negros en labios de un aficionado al futbol y a Cesar Vallejo: “hay goles en la vida, tan fuertes… yo no sé/goles como del odio de Dios”. La derrota viene justo en un país en que mueren a diario civiles en una supuesta lucha contra el narcotráfico: de un lado -dicen- están los cárteles de las drogas, del otro, el Estado. Los ciudadanos somos ya sólo daños colaterales. Somos el primer gol en fuera de lugar: está mal, pero esas cosas suceden. A esa realidad regresamos: los ciudadanos somos alguien que iba pasando en un fuego cruzado. Hay que resignarse. “Apechugar”, ese término que exige guardarse el dolor y bajar la cabeza.
El Mundial acaba para México muy distinto de cómo empezó. Todos -Diego, Eduardo, sus mujeres y hasta sus hijos ya aficionados a la ilusión simple- decíamos: “Pero si la ganamos a Italia y a Francia, estamos para campeones”. Lo que no sabíamos era que las dos estaban hundidas. Nos despedimos tras el partido, enojados con el país que infló a la selección, con nosotros por creerles, con nuestra propia inocencia. Y, como en todos los mundiales desde que tengo memoria, no nos quedó más que reírnos de nuestras tragedias: “Es que la derrota se nos subió a la cabeza”, “Fuimos imbatibles… pero en la derrota”, “Nos sobró El Bofo y nos faltó El Bife”.
Y así.
* Fabrizio Mejía Madrid vive en México, DF (n. 1968). Su novela más reciente es "Tequila, DF". Random House Mondadori publicará en breve sus crónicas reunidas, "Días contados".
comentarios 2
Publicado por: Itzel Fdz 28/06/2010
Qué buen artículo!
Esta parde es muy buena, de reflexión total:
"La derrota viene justo en un país en que mueren a diario civiles en una supuesta lucha contra el narcotráfico: de un lado -dicen- están los cárteles de las drogas, del otro, el Estado. Los ciudadanos somos ya sólo daños colaterales. Somos el primer gol en fuera de lugar: está mal, pero esas cosas suceden".