Por: Guillermo Altares27/07/2010
Tras la difusión por WikiLeaks de 92.000 documentos relacionados con el conflicto de Afganistán, C.J. Chivers uno de los reporteros de The New York Times en la zona (y antiguo marine, veterano de la primera Guerra del Golfo), escribe: "Nada en estos papeles ofrece una miniatura tan precisa de la guerra afgana, desde la esperanza hasta el dolor, como los informes sobre el terreno desde una pequeña base: el puesto de combate Keating", abierto en 2006 en el distrito Kamdesh de la provincia de Nuristán. No muy lejos de allí transcurre uno de los libros de periodismo bélico más extraordinarios de los últimos años, War, de Sebastian Junger (New York, Twelve, 2010), un libro acompañado además de una película, Restrepo, rodada y reportajeada a la vez.
Conocido sobre todo por La tormenta perfecta, Junger es un periodista con amplia experiencia de combate. Pero confiesa que no estaba preparado para lo que se iba a encontrar durante la elaboración de los reportajes para Vanity Fair que se convertirían en War. Durante 15 meses, hizo cinco viajes largos como periodista empotrado, junto al fotógrafo Tim Hetherington, a una remota base estadounidense en el valle de Korengal, un lugar que describe como "el Afganistán de Afganistán". "Es demasiado remoto para ser conquistado, demasiado pobre para ser intimidado, demasiado autónomo para ser comprado". El libro se ha convertido en un éxito de ventas (y será editado en español en 2011), mientras que la película ganó un premio en el festival de cine independiente de Sundance.
Allí, en los confines de Afganistán, se encontró con que los efectivos de la 10 División de Montaña se enfrentaban a una guerra de verdad: constante, brutal, despiadada, algo que no tenía mucho que ver con lo que la propaganda trata de vender... Una sola de las muchas historias que relata resume perfectamente la situación: un sargento cocina una barbacoa en la base, mientras grita: "Vamos, venid a por la carne antes de que nos maten los talibanes". Entonces, una granada lanzada por un RPG emergió de la nada y le arrancó un brazo de cuajo.
También, en una narración que parece sacada de una película de guerra clásica, Junger cuenta la muerte de un médico militar, Juan Restrepo, en la última patrulla dentro de un pueblo. Era la primera vez que una unidad se enfrentaba a una emboscada en territorio habitado, porque los talibanes no querían arriesgarse a perder el apoyo de la población con demasiadas bajas civiles. "Durante mucho tiempo odiamos a Dios. Los miembros de la segunda patrulla lucharon como animales después de aquello", relata un sargento.
War es un libro comparable en su calidad y en su alcance a Despachos de guerra, el gran clásico de Michael Herr sobre la guerra de Vietnam. Y la apuesta del periodista de Esquire en los sesenta y del reportero de Vanity Fair es muy similar: contar la guerra desde el punto de vista de aquellos que la combaten. Sin mapas, sin generales, sin grandes estrategias, sólo la historia de un grupo de militares en un rincón perdido de Afganistán, sometidos al constante hostigamiento de un enemigo tan escurridizo y duro como lo fue Charlie en las selvas de indochina.
Samuel Fuller dirigió una de las grandes obras maestras del cine bélico, Uno rojo, división de choque, un filme que al que deben mucho, sin ir más lejos, Salvar al soldado Ryan o Hermanos de sangre. La película relata la historia de un grupo de soldados y su sargento, Lee Marvin, durante la II Guerra Mundial, en varios frentes, desde el norte de África hasta el desembarco de Normandía. Fuller sabía de que hablaba porque él mismo era un veterano del Día D y recuerda que, antes de la batalla, un general les dijo algo muy simple: "Hay unos pobres desgraciados que tienen que hacer este puto trabajo, y esos pobres desgraciados sois vosotros". War y Restrepo hablan de esos pobres desgraciados que tienen que hacer un puto trabajo pero sin los que no se entiende el conjunto del conflicto, el mapa global. Sin esos relatos a pie de guerra no se percibe la dificultad (muchos hablan de imposibilidad) de ganar en un país en el que solo un general ha podido clamar victoria (Alejandro Magno) y cientos de miles de soldados han dejado sus vidas.
Fotografía: Un soldado de la 101 División Aerotransportada dispara contra posiciones de los talibanes desde una base en la provincia de Kandahar. Rodrigo Abd (Associated Press)
comentarios 4
Publicado por: xanan 27/07/2010
Señor Altares, ¿como puede escribir "periodista empotrado"?, las personas no se empotran en nada, se infiltran, acompañan, se adscriben, se incorporan y que se yo un sinfín de verbos que personas más preparadas que yo seguro que conocen.........ya son varias las veces que he visto ese anglicismo sin sentido en periódicos.
Por lo demás, la misma guerra de siempre que acompaña al ser humano desde su nacimiento. Ojalá fuera verdad que con algo tan simple como abandonar los USA Afganistán la guerra iba a parar. El fanatismo musulmán, que no es otro cosa que ansia de poder, y por tanto de imponer, vestido de religión no lo iba a permitir, además no hay que olvidar los último descubrimientos de riqueza mineral......se une la avaricia económica a los muchos males de ese pobre país...........