Por: Winston Manrique Sabogal03/08/2010
"LLegó la mañana del sábado y el mundo estival apareció luminoso, fresco y rebosante de vida. En cada corazón resonaba un canto y si el corazón era joven, la música subía hasta los labios. Todas las caras parecían alegres y los cuerpos, anhelosos de movimiento. Las caricias estaban en flor y su fragancia saturaba el aire".
Con esta descripción empieza Mark Twain (Estados Unidos, 1835-1910) el segundo capítulo de Las aventuras de Tom Sawyer, y con ella Papeles Perdidos recibe su primer verano. Por eso quiero que celebremos entre todos el periodo estival a través de un homenaje literario a los diferentes elementos que hacen soñadora dicha estación: sol, viento, aventura, río, montaña, amigos, mar, descanso, playa, estrellas, amores, lluvia, travesuras, campo, sonidos... Así, cada día de agosto, excepto los fines de semana, uno de estos elementos protagonizará el blog según la mirada que nos han dejado de ellos escritores de todos los tiempos y países: de Homero a Virginia Woolf, de Marcel Proust a Ian McEwan, de Katherine Mansfield a Julien Gracq, de Miguel de Cervantes a Joyce Carol Oates, de Jane Austen a Cesare Pavese, de Dylan Thomas a William Faulkner.
Son muchas las páginas veraniegas en la literatura, pero me he inclinado no sólo por los pasajes que me gustan al representar un verano detenido en el tiempo, sino por la bonita forma como quedaron escritos y la manera como esas palabras trascienden la historia contada para trasladarme a ese mundo de ficción hasta conectarlo con el mío. De ahí que este verano literario lo abra con Mark Twain y su Tom Sawyer:
"LLegó la mañana del sábado y el mundo estival apareció luminoso, fresco y rebosante de vida. En cada corazón resonaba un canto y si el corazón era joven, la música subía hasta los labios. Todas las caras parecían alegres y los cuerpos, anhelosos de movimiento. Las caricias estaban en flor y su fragancia saturaba el aire.
El monte de Cardiff, al otro lado del pueblo, y alzándose por encima de él, estaba todo cubierto de verde vegetación y lo bastante alejado para parecer como una deliciosa tierra prometida que invitaba al reposo y al ensueño.
Tom apareció en la calle con un cubo de cal y una brocha de mango largo...".
Mañana: La bahía
Imagen: Balsa cargada de letras de la exposición Oro. Espíritu y naturaleza de un territorio, de Pedro Ruiz, en el Ateneo de Madrid hasta el 15 de agosto.
comentarios 4
Publicado por: Ana 03/08/2010
Un oscuro bosque de abetos se extendía a ambos lados de la helada corriente de agua. Los árboles estaban desnudos de su blanca capa de escarcha y le gritan al viento devuélvela!, sin embargo había vida en aquella tierra de desafío... si no fuera Alaska, sería Siberia
J. London
Una voz que sonó como un ladrido los interrumpió, era la panadera pegando con su zapatilla a su marido Yaada. dos hombres fueron a socorrerle , basta mujer ten misericordia, el marido pidió perdón implorando y llorando
(la de cosas que pasan en el callejon de Midaq)
Naguib Mahfuz, el callejón de los milagros
m,
el trineo no llevaba cuchillas, estaba hecho de resistente corteza de abedul y toda su extensión descansaba en la nieve ...
bello!
London