Un cable de la luz, sujeto con un palo, del que pende una bombilla, una joven tatuada sin más ropa que una camisa o un dormitorio de muebles pasados de moda, en el que se distingue un crucifijo presidiendo el cuarto. En la mirada de Alberto García-Alix (León, 1956), da igual el tema del que se trate, es frecuente encontrar soledad, marginación, un halo de hedonismo y mucha libertad. En Lo más cerca que estuve del paraíso (La Fábrica y el museo Es Baluard) el fotógrafo resume un viaje de más de 15 años por las Pitiusas. A través de las imágenes descubrimos el olor y la luz del Mediterráneo. Las fotográfias no se corresponden con todos los viajes de García-Álix a las Baleares. Hace más de treinta años que piso Ibiza: "Aquel verano acostabamos nuestros excesos en un pinar de Es Canar". Entonces se juró volver en moto y así lo hizo años más tarde.
El libro incluye 64 fotografías, realizadas en las Baleares entre los años 1994 y 2010. De entre todas las islas destaca Formentera, un lugar al que el fotógrafo vuelve de manera recurrente. "Qué hubiera sido de mí sin la isla" se pregunta García-Alix en el catálogo."En sus aguas flota el mar de mi conciencia...Locuras. Vaivenes emocionales, afectos y amores...En esta roca del Mediterráneo fui feliz como nunca y triste". Quién de los que ha pisado esa pequeña isla de aguas trasparentes no suscribiría algunas de esas afirmaciones. Como muchos de los viajeros, García-Alix aterrizó en sus playas casi por casualidad, en el curso de un viaje a Ibiza pero fue avistar su aguas trasparentes y darse cuenta de que aquello sería lo más cerca que iba a estar del paraíso. Allí encontró a Jerome y Malo, Manu, El Mendrugo y tantos otros. Luego llegarían las otras islas y la fascinación se reproduciría. El Museo Es Baluard de Mallorca exhibe ahora las fotos recogidas en estas islas hasta el 9 de enero del próximo año.
Nicolás Combarro ha comisariado la muestra.
comentarios
2
Publicado por: renan dario arango 18/09/2010
Por lo menos, una técnica y labor que ha sido demasiado manoseada, abusada y nunca redimida, por los mismos medios, apronta y muestra la labor de apenas uno, de los muchos y muy buenos ejecutantes de la fotografía como medio de expresión. Constantemente nos fusilan con tomas propias del gusto manido de "editores",- los que casi nunca empuñaron una cámara o estuvieron imposibilitados para expresarse por ese medio,- pero su "petulante posición o dominio"los hace dueños de la estética de otros con el acopio hasta de los créditos merecidos por el ciclópeo ejecutante, y es así como hemos dejado de ver, por el sólo tener que mirar la fotografía a desgano con los catalejos de los domines.