Por: Winston Manrique Sabogal05/12/2010
Hoy termina la 24ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), en México, y con ella la cobertura especial Babelia en Guadalajara que ha llevado la cita literaria más importante del castellano a tu ordenador. Este especial se cierra con dos piezas, la quinta y última entrega del Debate cultural latinoamericano (que puedes leer en este enlace) y el resultado de la encuesta que busca elegir, según los internautas, los libros que mejor han contado y retratado la historia de América Latina en los géneros de novela, poesía y ensayo (que publicaré al final del día).
Debate cultural latinoamericano (y 5): Dos horas después de iniciada la conversación con cinco de los más importantes creadores latinoamericanos, y de mayor proyección global, termina el Debate cultural latinoamericano, convocado por Babelia, la revista literaria cultural de EL PAÍS. Durante ese tiempo, los dos ventanales de la Sala Julio Cortázar de la Casa de América de Madrid no han dejado entrar el ruido matinal de la Plaza de Cibeles. Ni siquiera el de las dos de la tarde cuando aumenta el tráfico porque todos van en busca del almuerzo. Sólo ha entrado la luz diáfana madrileña y se han escuchado las voces del mexicano Juan Villoro, la colombiana Laura Restrepo, el uruguayo Pablo Casacuberta, el mexicano Guillermo Arriaga y la argentina Lucrecia Martel. El último tema ha sido sobre las mejores vías de comunicación y divulgación y difusión de las obras: el ciberespacio.
Al final de este artículo hay un resumen de las cinco entregas a través de frases de los escritores, artistas y cineastas que participaron en este Debate cultural latinoamericano cuando en el otoño pasado empezaban las conmemoraciones de los 200 años de la independencia de las repúblicas latinoamericanas. Un largo debate con un alto nivel de autocrítica y de optimismo y sin miedo ante los nuevos desafíos. Los temas abordados fueron: lucha contra los tópicos, las trampas de la búsqueda de la identidad latinoamericana, la manera equivocada como el resto del mundo tiende a ver al continente como países uniformes y los compromiso del escritor ¿con su obra o con la sociedad y la política?
Durante esta semana de la FIL, Papeles perdidos ha aprovechado para hablar de literatura a través de varias secciones o apartados: un Mapa sonoro de la literatura actual en castellano, con el audios de una quincena de escritores poco conocidos a nivel hispanohablante, pero cuyas trayectorias auguran éxitos mayores. Un Cibertaller literario que impertieron Rosa Montero y Jorge Volpi. Y propiciado un Encuentro digital con escritores en la sección Protagonistas de Guadalajara, que puedes leer aquí.
Imagen: La periodista y escritora Lydia Cacho en el Jam de escritura en la Feria de Guadalajara (foto de Paola Villanueva Bidault, cortesía de la FIL).
Resumen del Debate cultural latinoamericano
Luchar contra los tópicos: “En este momento existe la necesidad expresa o explícita, por parte de los escritores, de ganar el territorio de la cotidianidad y del tema menor. Un aspecto que tiene larga trayectoria en Estados Unidos o en Europa, ha sido ajeno a nuestras letras. ¿Cómo llegar ahí sin desdibujarnos en el mar de la literatura mundial? ¿Cómo reclamar también para los latinoamericanos el no tener que ser fenómenos de feria para existir en el terreno de la cultura?”, se pregunta la escritora colombiana Laura Restrepo.
“Se ha roto con el referente telúrico de que el escritor latinoamericano tiene que reflejar el mundo que en cierta forma es adánico, y que él nombra por primera vez. (...) En la medida en que América Latina se ha modernizado hacia democracias más o menos imperfectas, también la literatura se ha atomizado, se ha pulverizado y ha entrado en territorios más del misterio de lo cotidiano”, afirma el escritor mexicano Juan Villoro.
“Un problema que ha tenido Latinoamérica, y es un problema en el cual los intelectuales tiene que ir haciendo un examen de conciencia, es que en muchas oportunidades hemos sido instrumentales en lo que se espera de nosotros. El continente ha venido siendo en tres etapas: una es el descubrimiento y conquista, y se convierte en una fuente de recursos; después en el siglo XX empieza su descubrimiento en lo que tiene que ver con lo culturalmente específico y una riqueza específica; y recién comienza ahora a concebírsela como una fuente de riqueza culturalmente inespecífica”, resume el escritor y artista uruguayo Pablo Casacuberta.
Las trampas de la identidad: “No hay nada más patético que tratar de tener una identidad. La identidad viene por añadidura si uno se concentra en contar lo que quiere; la identidad va a estar allí de cualquier manera y el énfasis en esa parte, que es la parte inevitable, es cierta medida es tristísimo”, asegura Pablo Casacuberta
“No sería válido discutir si hacemos o no literatura exótica. Lo que tenemos que hacer es concentrarnos en contar la historia que nos llega a nosotros. Hay avance en la cultura cuando somos capaces de seducir a la sociedad y somos capaces de hacer que la cultura sea importante para la sociedad y no para el gobierno”, sentencia el escritor y cineasta Guillermo Arriaga.
“Con respecto a lo que decía Juan de no perder el arraigo, es que no hay que perderlo ni siquiera cuando el arraigo es el desarraigo. Es un aspecto muy propio de estos tiempos donde la diáspora también nos ha llegado a los latinoamericanos y estamos contando historias que no tiene el terruño como eje”, reconoce Laura Restrepo.
El segundo descubrimiento: “Yo me he opuesto a que en Estados Unidos digan que soy un escritor latino. La idea es como si fuéramos todos lo mismo. Los españoles cuando llegaron a América destruyeron todas las culturas diciéndoles indios a todos, a los aztecas, a los mayas, a todos”, dice Guillermo Arriaga.
“A pesar de que exista esa sensación de pertenencia, esto no necesariamente implica que nosotros entendamos el lugar al que pertenecemos. El hecho de escribir del lugar de donde tú eres no implica que lo comprendas del todo, y muchas veces escribes precisamente por eso, porque hay un desafío de comprensión que solo a través del trabajo con la historia se va esclareciendo”, reconoce Juan Villoro.
“Aunque estoy conforme con mi trabajo y lo que genera en el público, siento que no es suficiente. Que hay una actitud, que hay un trabajo de los intelectuales en Latinoamérica que no estamos pudiendo cumplir, que es insuficiente”, advierte Lucrecia Martel.
El compromiso es con la obra: “Nuestro compromiso como creadores es con la obra, con las historias que tengo que contar, aunque en algunas ocasiones esas obras puedan tener repercusiones políticas. Yo siento que el arte es incapaz de dar respuestas pero sí tiene la capacidad de generar preguntas, y si el arte genera preguntas eso a la larga en la sociedad puede generar respuestas”, afirma Guillermo Arriaga.
“La vida de uno es una lectura de su tiempo, ni siquiera con la necesidad de expresarlo públicamente. Cada movimiento nuestro es a favor de la felicidad o infelicidad de los otros. Lo que me planteo es que si uno hace una obra que tiene el raro carácter de ser pública es que algo quiere compartir con los demás”, confiesa Lucrecia Martel.
“No podemos asumir nunca la experiencia integral del otro. No podemos sustituir la experiencia integral del otro porque, evidentemente, no vamos a correr su suerte”, asegura Juan Villoro.
“Los que hacemos arte ya no estamos enfrentados a un público, ahora hay clases de público. También ha cambiado esa actitud pasiva de que la cultura se recibe y la aprendemos”, advierte laura Restrepo.
Internet como atajo de la incomunicación: “La circulación de las obras por Internet es increíble. (...) Estoy a favor de las tecnologías, y creo que en general la piratería no disminuye la autocrítica o revisión de la tarea del intelectual. Eso es positivo. Es un momento de desconfianza con todos los sistemas de producción cuyas obras no pueden llegar a este”, asegura Lucrecia Martel.
“Se subestima el impacto cultural cuando hablamos del mapa de la cultura en términos de qué están haciendo los creadores. La cultura es una cosa mucho más extensa que incluye este tipo de interacción. La irrupción del teléfono celular en África ha tenido mucho más impacto en la generación de redes sociales que siglos de lucha armada”, señala Pablo Casacuberta.
“Es fascinante y es difícil de valorar la difusión de la cultura por este canal alternativo que rompe con todo. (...) La circulación requiere que llegue y se complete con la lectura o la exhibición, pero la circulación también es accidental, no forma parte de la prioridad de nosotros. La clave siguen siendo la obra y la claridad de lo creado”, sentencia Juan Villoro.
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