Por: Amelia Castilla27/12/2010
"El primer botín del que se apropia el vencedor es el de la verdad y la bondad, monopolios que detentará en lo sucesivo". Se trata de una de las reflexiones de Queipo de Llano incluida en la novela El fajín del virrey (Almuzara)", inspirada en el personaje del general y el levantamiento militar de Sevilla en 1936. Bien escrita y mejor contada, la novela recrea con pelos y señales la vida de la capital andaluza en aquellos días de estado de excepción. El fajín del virrey nos devuelve a la memoria el comportamiento de una sociedad, en un período absolutamente cainita en el que destaca un personaje cuya ambición del poder no se somete a regla alguna. A Julián Granado le gusta la biografía, un género que domina bien y con el que ha tenido éxitos como De humanidad y polilla (Anagrama 2009) sobre Ferrer Guardia y Mendizábal, el caballero neto (Almuzara, 2007) pero en esta ocasión ha optado por la novela, una novela que bien puede leerse en muchos aspectos en paralelo a la vida de su protagonista. "En esta ocasión las notas han sido mínimas. Quería absorber y reflexionar sobre todo lo que sabía del personaje real pero olvidarlo a la hora de escribir, cuenta Granado.
Granado no realizan juicios de valor, intenta ponerse en la piel del personaje y tiende al relato pormenorizado de los hechos y a dar cuenta de algunas versiones sobre lo ocurrido en esos días. Apenas un ejemplo del modelo de narración en el siguiente pensamiento del protagonista tras la toma de Sevilla. Queipo de Llano mirando los tejados de la ciudad y reflexionando sobre la revolución abortada por la fuerza de las armas como si todo formara parte de una graciosa improvisación se pregunta sobre lo que sucederá tras la solución militar: pacificación, dominio o restablecimiento del poder establecido. "Como siempre, yo no tenía idea alguna prefigurada. Pero estaba seguro de que, al igual que ocurre con la mujer, la verdadera conquista empieza después, y no antes de tenerla desnuda".
Destacan en el relato de Granado la crudeza de las entrevistas al general en las que se habla de las víctimas civiles como si fueran simples números y sus visionarias arengas radiofónicas, algunas extractadas de la realidad. Para dar solidez a una trama, dominada por una personalidad paternalista y autoritaria, el autor ha armado de una red de personajes tan ficticios como anónimos que encajan bien en la España de la época: el torero homosexual, el ex policía descreído, la cabaretera con novio rojo, la guardia mora…. En ningún caso es ficticio el papel que se le asigna a la hija de Queipo de Llano, cuya relación con su padre bordeaba la psicopatía.
En la foto el general Queipo de Llano en una de sus alocuciones rediofónicas.
comentarios 6
Publicado por: Frank Munioz 27/12/2010
Mi madre nos contaba cuando éramos muy pequeños mi hermano y yo que ella oía por EAJ-5 Radio Sevilla las arengas de este general. Recuerdo que nos decía que decía: "que vienen los moros, que matan con la mirada" Leeré la novela de Granados porque espero encontrar en ella referencias a la conquista de mi pueblo, a 30 Km. de Sevilla. Bueno, lo de conquista es un decir, aquello fue un paseo militar, literalmente, porque al paso de las tropas la población se rindió incondicionalmente. De ahí que la niñera que nos cuidadaba dijera: "me voy a Las Minas, que allí hay más vergüenza". Y, sí, en Las Minas hubo guerra: aquellos mineros vendieron caras sus vidas.