Por: Guillermo Altares06/12/2010
Venecia es mucho más que una ciudad, es un estado de ánimo, un recuerdo, una forma de ver el mundo. También es una urbe asediada por el turismo, con sus calles tan atestadas que a veces resulta difícil caminar por ellas, pero es un lugar ante el que es imposible no rendirse. Ha atraído a pintores, cineastas, músicos y escritores a lo largo de los siglos, atesora versos e imágenes infinitos, pero también millones de tiendas para turistas, con los objetos más kitsch que se puedan imaginar. Es una ciudad a la que acuden los viajeros en masa y de la que huyen los venecianos: hace un año bajó del umbral de los 60.000 habitantes (la isla ha perdido la mitad de su población en 40 años). Está acechada por la subida del nivel del agua –esta misma semana volvió a producirse Acqua Alta–, por el peligro de convertirse en un parque temático. Pero no importa, Venecia es más fuerte que todo eso. Como decía uno de sus personajes más famosos, Corto Maltés, el aventurero creado por Hugo Pratt, es una ciudad tan bella que resultaría el final para cualquier viajero porque acabaría por no moverse. Recientemente, el suplemento de viajes de The New York Times publicaba un magnífico artículo titulado 'Venecia en invierno'. Su autora, la corresponsal en Italia del diario neoyorquino, Rachel Donadio, recomendaba viajar a la ciudad italiana en pleno invierno con un libro bajo el brazo: Marca de agua, del premio Nobel Joseph Brodsky (editado por Siruela con una excelente traducción de Menchu Gutiérrez), una de las muchas obras maestras que ha dado a la literatura este rincón del Adriático. Al principio del reportaje, para describir hasta que punto Venecia es un laberinto, escuchamos un diálogo entre dos estudiantes estadounidenses. "No me importa si estamos todo el día perdidos", dice uno y el otro replica: "Tío, tampoco creo que tengamos otra opción". Es un diálogo que muestra hasta qué punto Venecia es una metáfora de la vida.
(Acqua Alta el pasado viernes. Foto AFP)
El diplomático y narrador francés Paul Morand escribió un precioso libro titulado Venecias, que en España se publicó en una edición cuidadísima de la editorial Trieste. Morand tiene razón: Venecia es siempre plural porque se multiplica. Cada uno tiene su Venecia y literariamente es infinita, desde los clásicos como Goethe –autor de la famosa frase "una ciudad que sólo puede compararse a sí misma"–, Thomas Mann o Evelyn Waugh –algunas de las páginas más bellas de su Retorno a Brideshead transcurren allí– hasta los contemporáneos como Ian McEwan, que ambientó en sus canales El placer del viajero. Tampoco podemos olvidar la serie protagonizada por el comisario Brunetti, gentileza de la escritora estadounidense adoptada por la ciudad, Donna Leon, que ofrece una lectura crítica de la Italia contemporánea a través de relatos policiacos muy bien articulados, ni, naturalmente, a Hugo Pratt y su Corto Maltés. Ático de los libros acaba de publicar un relato delicioso del guionista William Goldman (ganador de dos oscar por Dos hombres y un destino y Todos los hombres del presidente) titulado Los gondoleros silenciosos, una prueba más de que Venecia no tiene fin. Sería imposible recordar todas las películas que transcurren en la ciudad, aunque me quedo con una: Mujeres en Venecia, de Joseph L. Mankiewicz. Tampoco se pueden enumerar todos los libros de viajes o de historia aunque creo que Venice, de Jan Morris, es insoslayable pese a que su autora cree que esta ciudad es "incompatible con el mundo contemporáneo" porque se ha convertido "en una enorme exposición, siempre demasiado llena".
Más allá de su carga literaria, de toda la historia que arrastra, Venecia existe ante todo como lugar físico. Para los que han tenido la suerte no sólo de leerla sino también de visitarla, existe como recuerdo, de aquello que tienen y de aquello que han perdido, pero también existe como recuerdo del futuro, como infinita posibilidad. Basten las últimas frases del libro de Brodsky para comprender su inmensidad: "La lágrima es una vuelta atrás, un tributo del futuro al pasado. O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre. Lo mismo sucede en el amor: porque nuestro amor es también más grande que nosotros mismos". A pesar de las hordas de visitantes, de que algún día pueda acabar hundida en la laguna sino hacemos nada para evitarlo, de las góndolas de plástico que se venden en tiendas de horteradas que proliferan por todas partes, de los menús turísticos con pizzas recalentadas, de las colas para visitar San Marcos, de que los canales no siempre huelen bien, de las ratas y las palomas, Venecia es una ciudad infinita en cuyos recodos de agua la literatura nos ha enseñado a leer, a soñar, con todo lo que nos depara el futuro. Venecia es siempre un motivo de recuerdo y de esperanza.
comentarios 36
Publicado por: GS3 06/12/2010
Global Network reporter Zhong Weidong March 30, Reuters reported that according to the British 30, the Arab television station reported that Uganda, said that if Libyan leader Muammar Gaddafi to the country to seek asylum, Uganda will be welcomed. But the Arab TV station did not give details. Prior to this, Western and other countries had asked Gaddafi exile to end the conflict in the country of Libya.
Reuters reported that Uganda is a member of the African Union, the United Nations authorized the multinational force to protect civilians after Libya, Uganda, Libya, trying to adjust the internal conflict.
The report also said the African Union, Gaddafi has been the driving force behind one of his economic assistance to African countries and even extended to sub-Saharan Africa.In these areas, "he holds the real power still has many friends."
In addition, analysts say, some African leaders "to Gaddafi's erratic behavior confusion," and some leaders of these countries because of interference in the internal affairs of Libya once while Gaddafi held a grudge, others worry that the card Zhafei shelter rather prejudicial to the image of their own openings.