Por: Elisa Silió24/01/2011
Los inicios
Caído el Muro de Berlín, a la cultura —“ese invento del gobierno”, que diría Rafael Sánchez Ferlosio— y su periodismo no le quedaba otra que acomodarse a los nuevos tiempos. Y en este escenario nació Babelia, con 32 páginas, el 19 de octubre de 1991. Manuel Vicent sugirió en un café de Lisboa el nombre de una revista que se abriría al debate existente en todo el mundo y que fundía en uno los suplementos de Artes, Libros y En cartel. El acontecimiento mereció una fiesta en el Teatriz de Madrid y sus detractores pronto la rebautizaron como Bobelia. El sábado el suplemento celebrará su número 1000 con un especial con portada de Óscar Mariné.
La portada del número 1, El papanatismo cultural, levantó las primeras ampollas. Incluía un polémico artículo de Milan Kundera contra las lecturas puritanas de la obra de Franz Kafka; un reportaje sobre rock latinoamericano y una autoentrevista de Pedro Almodóvar. La repercusión fue inmediata. En la sección de cartas al director, un lector se despachaba así: “Gracias a [Javier] Marías, por ejemplo, montones de imbéciles podrán opinar sobre Kundera, Tabucchi o Nabokov con gran contundencia. ¿Quién es en realidad el papanatas?”.
Las reseñas literarias ocupaban las páginas centrales y la portada solía dedicarse a temas sosprendentes y controvertidos: el auge de los culebrones, la cultura frente al sida, el virus del rap o el surgimiento de las ciudades culturales por Vázquez Montalbán. Pocas eran las delanteras protagonizadas por alguien y siempre consagrado: Barenboim, Sciascia, Oriana Fallacci, Van Morrison, Cole Porter (homenajeado por Cabrera Infante)… Así que colar en este selecto club al emergente Lenny Kravitz fue un triunfo de los más innovadores.
Estos temas genéricos de largo recorrido casi desaparecieron a finales de 1995. Se dividió el espacio en cuatro bloques: libros, arte, cine y escenarios. Una compartimentación que ha llegado hasta nuestros días, si bien cine es un Guadiana que va y viene. Una crítica de Martin Amis a Mundo perdido (la secuela de Parque jurásico) inauguró esta segunda etapa: “En el mejor de los casos, Crichton es una mezcla de Stephen Jay Gould y Agata Christie...”
Las apuestas
“Babelia quiere estar atenta no sólo a lo que ha germinado en el mundo de la creatividad, sino a lo que aún está en ciernes o espera en las catacumbas el momento de darse a conocer”. Así se explicaba el ánimo de la publicación pocos días antes de su salida en EL PAÍS. A diferencia de décadas pasadas, los escritores aceptan ahora su implicación en la promoción a cambio de los anticipos a sus novelas. Quizá por eso, o no, raro es el autor español de éxito que no haya sido entrevistado. Por eso, exponer una lista -con un arco va desde los escritores de Posguerra (Cela o Matute) a la nueva hornada- sería interminable e injusta por sus ausencias.
Algunos debutantes se estrellaron, pero otras apuestas de la revista consiguieron hacerse hueco. Como un manojo de incipientes sellos con inmensa ilusión y escasos medios que, agrupados en Contexto, conseguiría dos años después la medalla a la Mejor labor editorial. O Javier Cercas que, antes de que el pelotazo Soldados de Salamina saliera a la venta, fue portada junto a Cristina Fernández Cubas, camuflado bajo el título genérico de La ficción invade la realidad.
De idéntica manera, Extranjeros del Cono Sur ocultaba a Roberto Bolaño y Ricardo Piglia en 2001. Hoy parece de perogrullo, pero entonces se trataba de dos prometedores novelistas de Anagrama. “Lo que dices de Constance Garnett me recuerda de alguna manera a Consuelo Berges, que tradujo todo Stendhal ...”, escribió por correo electrónico –el formato del debate- desde Princeton el argentino al chileno radicado en Cataluña. ¡Horror, la conversación había derivado hacia las traducciones al español! Una reflexión posterior y sosegada de la redacción fue entusiasta con el resultado: ambos quedaban reflejados en sus argumentaciones.
Inéditos
Encontrar material virgen de los grandes clásicos de la literatura es casi imposible, pero a veces se encuentra petróleo, como relatos desconocidos de García Márquez, Simenon, Francis Scott Fitzgerald o Cortázar, amén de un extracto de una autoentrevista de Truman Capote o un texto con dibujos inéditos de Dario Fo. Además, se han publicado fragmentos del diario de Dalí a los 15 años, o cartas de Miró y García Lorca. Y, durante un lustro, en la sección semanal Antología de Babel la mayoría de los grandes poetas en español dieron a conocer de forma desinteresada algún poema. Sabina, para un especial sobre cantautores, compuso una canción y Chillida y Arroyo, entre otros, son autores de portadas de Babelia. En ARCO el suplemento está presente con una exposición monográfica de nombres de la talla de Alberto García-Alix o Jaume Plensa.
El contenido
Determinados temas han sido inevitablemente recurrentes: la novela histórica o negra, el auge del cómic, los libros de regalo o los mejores del año, la Feria del libro de Madrid y Guadalajara (México) –en las que cuenta con una caseta propia- o ARCO. Sorprendentemente, Portugal ha tenido mucho peso. Pero ni mucho menos todo ha sido sesudo. Hablar Klingon. Aprenda la lengua de un grupo de personajes de Star Trek, rezaba una portada en 1993. O en 2005 el padre de Alien, H. R. Giger, disertaba en portada sobre sus mundos oscuros e inquietantes.
Ha primado la narrativa, pero se ha intentado que otros géneros y disciplinas encontrasen su espacio, con entrevistas a destacadísimas personalidades de la poesía (John Ashbery), la danza (Mikhail Baryshnikov), el jazz (BB King), la crítica (Harold Bloom), el flamenco (Paco de Lucía), la ópera (José Carreras), la Historia (Raymond Carr), la Filosofía (Peter Sloterdijk), la fotografía (Henri Cartier-Bresson), el arte (Lucien Freud) o la ciencia (Stephen W. Hawking). Se recuerda con especial emoción el encuentro en Cambridge con el cosmólogo en 2008. La intervención de su hija Lucy facilitó la comunicación con Hawking, que tardaba cuatro minutos en construir la frase con los ojos. Tampoco ha dejado de generarse debates a dos: Guillermo Cabrera Infante y Almodóvar; los Juanes Hortelano y Benet; Leonard Cohen y Suzanne Vega; Robert Lepage y Nuria Espert, o Josefina Aldecoa y Carmen Martín Gaite.
Las anécdotas son ilimitadas. Ferlosio remitió a unos aforismos recogidos en un libro para contestar; Cohen se empeñó en contestar en verso y Fuentes en ser entrevistado durante una jornada playera; Szyborska no abandonó su copita ni para posar a las once y media de la mañana y Zizek lo hizo son zapatos (y así sale en la portada) por no encontrarlos.
Durante años se celebraron reuniones mensuales con pensadores, historiadores y teóricos de la literatura —colaboradores de Babelia— que sirvieron para descubrir libros relevantes de ensayo, pero de minúscula repercusión en ventas. Una fructífera tertulia que propició, por ejemplo, que se divulgase un libro de Benzion Netanyahu, padre del primer ministro israelí, gran conocedor de los orígenes de la Inquisición.
Con la mirada en América
La desaparición de miles de mujeres en Ciudad Juárez y el asesinato de cientos de ellas —plasmados en 2666, de Bolaño, o en las canciones de Los tigres del Norte— dio pie a que Babelia ofreciese un gran despliegue, encabezado por un texto de Carlos Monsiváis, que tuvo una gran repercusión en México. Pero este especial no fue un caso aislado. Babelia es consciente de su relevancia en Latinoamérica. A través de la sección Verbo Sur —un autor consagrado escribía sobre un compatriota que empezaba— se hicieron más populares a este lado del Atlántico un puñado de escritores. Y la serie de portadas Mapas de Latinoamérica, entre 2002 y 2005, —una extensa radiografía cultural de un país completada con entrevistas— ahondó en este intento de aproximarse a nuevas realidades. El testigo lo ha tomado Crónicas de América Latina.
El termómetro del Nobel
Cuando se falla el Nobel de Literatura los periodistas culturales cruzan los dedos. ¿Se habrá escrito alguna línea del galardonado? Casi siempre los elegidos formaban ya parte del santoral babélico: Dario Fo, Doris Lessing, José Saramago, Günter Grass, Harold Printer o Mario Vargas-Llosa. En otras ocasiones, se había reflejado en Cultura que los distinguidos sonaban en las quinielas y poco más: Toni Morrison, Oe Kenzaburo, Derek Walcott o Seamus Heaney. ¿Y el resto? Gao Xingjian, el primer Nobel chino, emergió de la nada; la austriaca Elfriede Jelinek apenas era celebrada por la versión en cine de La pianista, y la polaca Wislawa Szymborska por el Premio Goethe. Babelia ha saldado su deuda dialogando con todos ellos, a excepción de Walcott. A veces se ha salvado por la campana: Imre Kertész estuvo a punto de no ser portada y poco después recibió el Nobel; a J. M. Coetzee se le acaba de entrevistar en Sudáfrica y, por suerte, de Le Clezio se había publicado la crítica a su último libro.
Otros Nobeles se han enfrentado a nuestro cuestionario. De Literatura el colombiano Gabriel García Márquez, fetichista hasta dónde sentarse; el estadounidense Saul Bellow, con perfil de Martin Amis; el mexicano Octavio Paz, con su ego apabullante y los poetas Joseph Brodsky, ruso, y Czeslaw Milosz, polaco. Y en otras áreas: la neuróloga italiana Rita Levi Montalcini, Nobel de Medicina; el rumano superviviente del Holocausto, Elie Wiesel, de la Paz; o el francés George Charpak, de Física, empeñado en acabar con el analfabetismo científico.
La globalización
Se evidencia en las portadas la apertura cada vez mayor a otros entornos. El mundo hispano, el anglosajón (Tom Waits, Paul Bowles, Jonathan Frazen o Clint Eastwood) y de cierta Europa Occidental (Eco, Rohmer, Lorin Maazel, el barón Thyssen-Bornemisza o Maurice Béjart) coparon durante años casi todas las portadas. Pero hoy desfilan por estas páginas autores, pintores, arquitectos o músicos indios (Kiran Desai), árabes (Yasmina Khadra) o japoneses (Toyo Ito). Una portada a un cineasta rumano —Cristian Mungiu, por Cuatro meses, tres semanas, dos días— no resulta extraña, ni el detenerse en clásicos de la literatura china o africana. Aunque, claro, no se han descuidado las voces más próximas de Guy Talese, Jonathan Little, Tom Stoppard.
Sumergida en la Red
La revista se expande hoy a través de las redes sociales, su blog Papeles Perdidos y su Ciclo Babelia, una charla digital por la que desfilan cada miércoles los principales autores hispanos al paso marcado por sus novedades literarias. El terremoto de Chile frustró el V Congreso de la Lengua y este foro recogió parte del esfuerzo académico. Y durante la Copa del Mundo de Fútbol, escritores de lengua hispana de los países contrincantes animaron con sus crónicas cibernéticas a sus colores. Un hito: Papeles se convirtió en el segundo blog más leído de EL PAÍS, inaudito para un producto que se presupone para minorías pero que aspira a llegar a un mayor público. Acomodo a un nuevo mundo, con la misma voluntad aperturista que este suplemento tuvo el 19 de octubre de 1991.
Foto: Gorka Lejarcegui
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comentarios 21
Publicado por: ANDER 24/01/2011
Mensaje para Patxi Agurondo (en Euskara, "segunda unidad a mitad de precio"). Al fin he comprendido lo de tu primo: en su soberbia, pagó para publicar la novela tal cual, convencido de que no necesitaba cambios. ¿En serio prepara una sobre terrorismo? Puede ser atroz, macho.