Por: Lectores de Papeles Perdidos02/06/2011
JESÚS ROBLES
De la librería Ocho y medio
Rocío García me insinúa si me gustaría escribir en este blog sobre mi visión personal de la Feria. Me insiste mucho en lo de personal. No puedo decirle que no, claro. Pero claro, leo hoy la estupenda entrada del editor de Impedimenta, y me azaro. ¿Podré escribir algo interesante, pero a la vez con calidad literaria? Decido que no. Si no voy a bloquearme. Así que opto por lo de la visión personal sobre la Feria, centrándome en los libros de cine. Tal como si fuera el tema de mi redacción escolar.
Conozco la Feria bien. Durante casi 15 años hemos estado acudiendo a la cita primaveral, primero con la ilusión de lo nuevo y desconocido, después, gracias a los consejos de “feriantes” más antiguos que nosotros, ganando en experiencia, y al final pasando a ser nosotros los que aconsejábamos a nuevos “feriantes” que empezaban su ciclo. Nosotros decidimos cortarlo hace dos años. Reconozco que la Feria a nivel personal, para nosotros había cumplido un ciclo.
Por eso la opción de volver (no la había pisado ni el año pasado, ni todavía este), pero para analizarla desde el otro lado de la barrera , suponía un reto. Me propuse ser lo más profesional posible, y puesto que lo que querían era que hablara de los libros de cine, me planté en la puerta de la calle O´Donell, perpetrado de bloc de notas y bolígrafo, para cumplir mi misión.
Misión que al principio era fácil. Las primeras casetas son las llamadas Institucionales, así que, mi primera parada en es la caseta 1, Casa Asia-Casa África. Diligentemente observo si veo algún libro de cine sobre el mostrador, y verifico preguntando al amable responsable de la caseta.
Sorprendentemente en las estanterías tenia unos cuantos títulos interesantes y extraños. Cine japonés, cine agfano, alguna monografía sobre algún director asiático. Todo de editoriales no convencionales, ni especialmente comerciales. Bien. La prueba empezaba bien.
Primera decisión a tomar, como paseante. ¿Qué recorrido seguir? ¿Me hago las casetas del lado derecho primero alterno de un lado a otro del recorrido? Decido cubrir todo el área y paseo de la primera a la última caseta del recorrido. La 349. Azares del destino (la Feria sortea los lugares en los que cada librería o editorial estarán cada año), es la caseta de El Corte Ingles. Diligentemente de nuevo, observo. No veo ningún libro sobre cine (no cuentan novelas que después hayan sido adaptadas), y pregunto. Esta vez, la respuesta es que de cine, no tienen nada específico. Bien, aún no tengo elementos para juzgar sobre la salud de los libros sobre cine en esta feria. Continúo lentamente. La mañana es agradable. No hace calor pero sí un delicioso sol primaveral. Y el Retiro es el Retiro, Voy parando en cada caseta, saltándome las que por su temática no hay ninguna posibilidad de que tengan algún libro de cine. Hago alguna cata en sitios en los que espero encontrar algo, porque además son casetas que me gustan, por ejemplo la número 13, de los Países Nórdicos. Espero encontrar algo sobre Lars Von Triers o Bergman. No hay suerte, solo literatura.
Primer problema. ¿Qué hago? ¿Me dejo llevar por la tentación y ver las novedades de otros temas, o me centro diligentemente (he decidido que es la palabra que me define hoy), en la tarea que me lleva hasta ahí? Segundo problema. Pasan un par de colegios, con niños de unos 4 o 5 años. En fila, como en las fotografías de los años 30, pero sin monjas liderando y cerrando el camino.
Empiezo a pensar, entonces, el porqué antes de tener la librería apenas pisaba la Feria, y sobre todo porque estos últimos dos años decidimos no ir. No me gusta. Tan simple como esto. Es mi opinión personal, tengo dudas de si debería expresarla en publico, no quiero ser un esquirol de mis propios compañeros, pero faltaría a mi compromiso de hacer una visión personal. No me gusta la Feria. No me gustan las Ferias. Por muchos motivos, muchos de ellos tontos. Los colegios, por ejemplo. Las mañanas de diario, que son los momentos más agradables para acudir, si quieren mi recomendación, suele acudir, por un lado la gente que tiene tiempo, claro, pero además la gente que puede disfrutar de un buen rato sin aglomeraciones, curiosear de acá para allá. Esa sería mi Feria ideal, una mañana de diario, sin firmas, sin aglomeraciones. Sé que gracias a los fines de semana y las aglomeraciones, los libreros, los editores, podemos, como las hormigas, ahorrar para los duros meses siguientes. Pero hablo de la Feria como placer. Pero eso sí, sin los colegios, por muy civilizados que sean. Cientos de colegiales, pidiendo propaganda en las casetas, extenuados por el calor, hartos de mantener la fila, ante la perspectiva de lanzarse a correr en un parque. Reconozco que muchas veces desde dentro de la caseta, pensaba en Herodes, cuando cientos de marcapáginas desaparecían por la voracidad colegial. ¡Por favor que al menos les enseñen a reciclar tanto papel¡. Sinceramente tengo mis dudas que esas visitas les inciten a la lectura o les haga futuros visitantes de las librerías, o al contrario fijen en su mente que los libreros, somos comos puestos de chuches o de tiro al blanco de las ferias divertidas de verdad.
Y ahí mi otro problema con la Feria. Y este es ideológico. Sé que las intenciones son buenas, y se que tanto Teo como Nani hacen una labor titánica para que la Feria sea mejor cada año. Lo que me cuestiono son los principios. ¿Debemos los libreros y editores acercarnos al encuentro de los lectores (queda fatal decir clientes, el mundo del libro esta lleno de eufemismos)? ¿No sería mejor que en lugar de esta especie de peregrinación anual al Rocío ( a veces el calor del Retiro le convierte en polvorientos caminos), centráramos nuestros esfuerzos en que la gente descubriera nuestras librerías? ¿La librería de su barrio, de su ciudad? ¿No sería mejor que descubrieran la comodidad y el placer de pasar un rato, en un lugar climatizado, sin la megafonía anunciando firmas como un mantra, escogiendo un libro, sentándose a hojearlo, sin nadie te moleste? ¿Poder escoger en vez de una selección que tienes que hacer entrar en una caseta de 4x 2 metros, metros y metros de estantería, agradablemente clasificados, por temas, alfabéticamente, y en un número infinitamente mayor?
Esa es mi duda, si con el espejismo de los millones de personas que pasan cada año (lo que más gusta en la Feria, las cifras, más ventas, más gente, más autores) no seguimos convirtiendo las librerías en santuarios cuyas puertas la gente teme atravesar, como si el librero fuera a someterle a un examen de grado, y donde hay que hablar en cuchicheos, y tocar los libros con fervor religioso (no como en la Feria, que si los libros además de alma tuvieran cuerpo mortal, acabarían llenos de moratones cada día).
Disgresiones y debates, que podrían ocupar páginas y páginas. Debo recordar que diligentemente, prometí hacer una entrega del blog de unas 400 palabras en un ratito. Seguro que llevo más.
Afortunadamente, me pidieron una segunda entrada para la tarde. Creo que me he quedado en las 20 primeras casetas. ¿Seré capaz de llegar en otras 400 palabras a recorrerla entera, y a hablar de libros de cine? Lo dudo. M e he dejado llevar y me voy encontrando con amigos. Miguel, de la librería Rafael Alberti, años compartiendo muro de caseta, y viéndole acarrear cajas y cajas para sus firmas (no saben ustedes lo físico que es el trabajo de un librero, sobre todo en la Feria). Años esperando que anunciaran el cierre a las dos de la tarde para irnos a tomar una caña, antes del largo parón de la siesta(año tras año, la gente se queja de que el momento en el que uno podría escaparse del trabajo, pero el Retiro a esas horas suele ser un horno crematorio). Me encuentro también con Mili, de la librería Berkana, años compartiendo levantamiento de cajas. Me cuenta los últimas noticias del sector. A veces la Feria es el único momento del año en el que muchos nos vemos. Son prácticamente las dos de la tarde, llevo ya un par de horas aquí y aún no he llegado a la parte central de la Feria. Debo centrarme. Me toca volver. Esta tarde no puedo. Veo el documental sobre Pilar Miró que ha hecho Diego Galán, y que La 2 de TVE pasará el viernes. Es genial, no se lo pierdan si pueden.. Entrego esto, y me voy corriendo a hacer el recorrido que me falta…Soy un mandado. Fin de la primera puntada.
***
Bien, de nuevo ante el ordenador, de nuevo con prisas, y encima resulta que he escrito el doble de lo que me pidieron. La capacidad de síntesis no es lo mío.
Nueva vista esta mañana a la Feria. Empezaré por el final que ha sido lo más agradable. No porque me fuera de la Feria, sino porque cruzar el Retiro hacia la Puerta de Alcalá, en un día con la temperatura de hoy es una auténtica delicia. Me gusta el campo civilizado, y con el Retiro tenemos un lujo en pleno centro. Los grupos de gente haciendo picnic, en la hierba en cada rincón. Calma y sosiego. Hasta los niños de los colegios sentados en círculos disfrutaban liberados del peso de la cultura con un bocadillo al sol. Pero lo mejor es que de repente se me ha cruzado una ardilla (hay pruebas documentales). Estaba absolutamente convencido de que habían desaparecido del parque, y verla acercarse temerosa pero firme me ha hecho recordar cuando siendo alcalde el profesor Tierno soltó la primera pareja. Años después parecía que habían desaparecido producto de enfermedades e incluso vandalismo. Y de repente al menos una. Y en tiempo de acampadas y de reivindicaciones, he pensado cuando éramos un pueblo lleno de ilusiones, y en la que gestos tan baratos (económicamente) significaban mucho. Nada que ver con los tiempos que corren, de decepción y desanimo.
Bien, a la Feria de nuevo. Esta vez mucho más corto, y voy a intentar un mensaje más positivo , después de dar mi opinión esta mañana. Cosas buenas, entonces, en mi memoria. La gente. Gente estupenda, gente corriente que se acercaba con timidez a la caseta y te preguntaba como si fueras un oráculo. Amor a los libros, amor al oficio, y sensación en el librero de hacer algo útil, al colaborar en formar nuevos cineastas. Recuerdo de las emociones en las colas de firmas, y del momento cuando se acercaban inseguros a hablar con su personaje admirado. Nunca, debo decir en nuestro favor, a pesar de que hubiera una cola larga, hemos intentado acelerar el encuentro, para poder vender unos cuantos ejemplares más. Felices de asistir a lo estimulante que es para el cineasta, generalmente tan acostumbrado como los escritores a esos encuentros cara a cara con sus películas. En 15 años dudo que haya habido más allá de un par de incidentes, considerando como tales aquellos que se acercaban a decir algo desagradable.
Y gente, mucha gente, también, conocida de antes, o conocida en el momento, pero que después de compartir un microespacio durante unas cuantas horas, iniciabas amistades que aún perduran. Gente que ya no está, y gente que te sorprende. La lista sería muy larga. Florinda Chico, deliciosa, pero que nunca encontraba al principio la silla de su agrado, siempre con su querido Santos (desde aquí un abrazo), Carmen Martin-Gaite, con su boina y su amigo Borau. El propio Jose Luis Borau, asombrado la primera vez, cuando algún despistado le preguntaba lo que costaba un libro, y decía, que él era un autor. Garci y Torres-Dulce, generosos y simpáticos. Elena Anaya, casi adolescente, la primera vez con Fernando León, cuando Familia. Fernando, que incluso algún año cuando no tenía libro, pasaba a visitarnos, y de repente recomendaba a algún sorprendido estudiante su manual de guión favorito. La visita de Pedro (Almodóvar, ¿hay mas Pedros?). Qué nervios, yo creo que para él también. Cola, con protección policial, aplausos a su llegada, y creo que cómodo recibiendo el cariño de la gente. Hay tantos, y tantos amigos, creo que de la lista del cine español pocos nos faltarían en esta colección de cromos .O gente de la literatura y la política, que colábamos entre la gente de cine. Elvira y Antonio firmando cada uno en un extremo de la caseta; Ray Loriga, sus tatuajes y sus enamoradas lectoras; Álex de la Iglesia, que siempre llegaba tarde y pensábamos que teníamos que suspender. Llegó a aparecer un día que no era y, con ingenuidad, nos proponía que porqué no le decíamos al que estaba firmando que volviera otro día. No es que olvide a muchos, es que no hay espacio para tantos. A veces parecía aquello el camarote de los Marx. Ahora me doy cuenta de que era una falta de profesionalidad, por nuestra parte, pero todos entraban con sus amigos, y la trasera de las casetas se convertía en una fiesta. Mantas de cuadros, bebidas frías, descalzos en la hierba. La parte que la gente no veía, el back stage.
Y a todo esto yo debería hablar de libros. Pero me da pereza hacer listas. Le sugiero una visita a la Feria, mis colegas se lo agradecerán. Si quieren cosas que tengan que ver con el cine o la imagen, no dejen de visitar Cacitel, T&B editores, Notorius, JC, Ivory Press, La buena vida, Alberto de Santos, Pantha Rey y busquen entre los libros de Cátedra, Akal y alguna otra gran editorial. Nuestros libros no los busquen. Me temo que no los ha llevado ningún distribuidor, y realmente no hay ninguna librería de cine representada. Espero que alguien nos eche de menos, pero bueno (momento espúreo), siempre nos tienen a su disposición todo el año en nuestra sede estable (la Feria y las casetas siempre me daban por pensar que éramos el teatro portátil de Manolita Chen. Dicho con el mayor de mis respetos y admiración a Manolita).
Buena Feria para mis compañeros, y que las cifras que tanto le gustan a la dirección sean más y más brillantes. Y no sé si volveremos. Yo no la echo de menos, pero María, mi socia y adorada esposa, y mi hija Begoña, algún domingo sienten nostalgia de no estar. Lucas nuestro perro también. El Retiro era un parque nuevo para el.
comentarios 1
Publicado por: Juan 02/06/2011
Pedroooooooooooooooooooooooooooooooooooooo (Penelopez Cruz)