Por: Winston Manrique Sabogal24/08/2011
"Se anunciaba la puesta de sol, envolviendo el callejón de Midaq en un velo de sombras, más oscuro aún porque estaba encerrado entre tres paredes, como una ratonera. Se entraba a él por la calle Sanadiqiya, y luego el camino subía en desorden, flanqueado por una tienda, un horno y un café a un lado, por otra tienda y un bazar al otro, para acabar de pronto, igual que acabó su pasado glorioso, ante dos inmuebles contiguos, compuestos de tres pisos cada uno.
Los ruidos del día se habían apagado y comenzaban a oírse los del atardecer, susurros dispersos, jaculatorias, "Buenas noches a todos", "Pasad, es la hora de la tertulia". "¡Sé bueno, tío Kamil, y cierra la tienda!", "¡Cambia el agua del naruile, Sanker!", !¡Apaga el horno, Yaada!", "Este hachís me oprime el pecho", "Cinco años de apagones y bombardeos es el precio que hemos de pagar por nuestros pecados".
Y el río de la vida sigue su fluir imparable con meandros y brazos inesperados que en algún punto volverán juntarse en el caudal principal. En el ocaso de un día donde se abre la puerta y nos invita a entrar Naguib Mahfuz (El Cairo, 1911-2006) en su novela El callejón de los milagros. Una obra de 1947 en la que el autor egipcio confirma su maestría para describir y analizar un rincón de la sociedad egipcia contemporánea que afronta tantos cambios. Es una de sus obras más conocidas de la pentalogía de corte realista que empezó en 1945 y concluyó en 1957. Y aquí lo hace a través de una narración que captura gran parte de la idiosincrasia árabe, con resonancias de las mil y una noches, en la medida en que hay muchas historias que tienen un punto en cómun, en que son personales o privadas pero que se van trenzando poco a poco como en una alfombra donde resalta cada detalle individual que a su vez da rostro a lo colectivo. Mahfuz logra que la vida de los habitantes del callejón de Midaq entre y salga por allí, e incluso las moldee. Una crónica viviente del barrio, del discurrir de la existencia con su estela de emociones, aventuras, ilusiones, frustraciones, alegría, venganzas, amores, despechos y secretos y sueños mucho más grandes que las posibilidades de cumplirlos. La humanidad. Y Mahfuz (Premio Nobel en 1988) retrata todo esto en estas gentes de clase baja y hace una incursión en las clases altas cubriendo un gran espectro.
Tras esa magnífica presentación y comienzo que hace Mahfuz de El callejón de los milagros, empieza a desplegar sus historias: la de Kirsha, dueño del café, y su debilidad por los jovencitos; la de la trágica relación de la bella y ambiciosa Hamida y el barbero Abbas; o la de la viuda Afifi en busca de alguien que le recuerde mejores tiempos. Sus historias son las vidas que todos hemos conocido o escuchado en alguna parte, pero en este caso con un protagonista excepcional: el lugar, el callejón que se alza como un personaje clave. Entremos en él y veamos que sucede una vez una parte del destino de los personajes se ha cumplido, dichas pasajeras. La novela comenzó en el ocaso de un día, anticipando simbólicamente que la historia de sus persoanjes empezaba una travesía nocturna. Ahora Naguib Mahfuz empieza a cerrar su círculo donde no hay sueños por cumplir no alcanzan para todos:
"La luz de la mañana iluminaba el callejón y un rayo de sol daba contra la parte superior de las paredes del bazar y de la barbería. Sanker, el camarero del café, rociaba el suelo con agua de un balde. El callejón de Midaq se disponía a pasar otra de las páginas de su vida cotidiana. Los habitantes daban la bienvenida a la mañana con su griterío habitual. A aquella hora temprana, el tío Kamil, de manera poco usual en él, estaba de pie frente a una fuente de dulces rodeado por unos escolares y se llenaba el bolsillo con los céntimos que le daban. Enfrente, el barbero afilaba las navajas y Yaada, el panadero, transportaba las masas de las casas vecinas. Los empleados de Alwan comenzaron a llegar. Kirsha estaba sentado detrás de la caja, sumido en su habitual sopor. Cerca de él estaba el jeque Darwish, silencioso y postrado. A esta hora temprana, también la señora Afifi se asomaba a la ventana y despedía a su joven marido que abandonaba el callejón, camnio de la comisaría en que trabajaba.
Así continuaba la vida en el callejón de Midaq, cuyo monótono ritmo apenas podía ser interrumpido por la súbita desaparición de una de sus muchachas o por el encarcelamiento de un hombre, incidentes que encrespaban las aguas durante unos instantes para volver, luego, a la calma -o a la quietud- del lago. Llegaba la noche y los incidentes del día pasaban al olvido".
Porque nosotros con nuestras glorias y dolores pasamos y los lugares quedan, viene a recordarnos Naguib Mahfuz.
El callejón de los milagros, de Naguib Mahfuz, de la traducción de Helena Valentí y revisión direcxta del árabe de María Jesús Viguera (Martínez Roca).
VERANOS LITERARIOS 2011 (aquí la serie de 2010 y 2011):
15. Ardor pasional neoyorquino en Crucero de verano, de Capote
14. Descubre el hechizo de Aranmanoth, de Matute
13- El secreto de El amante de Lady Chatterley, de Lawrence
12- El placer de Las amistades peligrosas, de De Laclos
11- Una noche de juego mágico en Rayuela, de Cortázar
10- Huéspedes de lujo en Retorno a Brideshead, de Waugh
9- Visita el País de Nunca Jamás con Peter Pan, de Barrie
8- El vuelo luminoso de Tokio blues, de Murakami
7- Revivir ante la belleza en La muerte en Venecia, de Mann
6- Bajo las estrellas y la alegría de El camino, de Delibes
5- El verano delator de Ana Karenina, de Tolstói
4- El esplendor de la felicidad en Memorias de Adriano, de Yourcenar
3- En la campiña de Orgullo y prejuicio, de Austen
2- El calor sin tiempo en la Comala de Pedro Páramo, de Rulfo
1- Marchitar y florecer en los dominios de El Gatopardo, de Lampedusa
Prólogo: El verano literario de tu vida
comentarios 4
Publicado por: www.facebook.com/estoyleyendo 24/08/2011
Tiene buena pinta... ;-)