Papeles Perdidos

Veranos literarios / 4

El esplendor en Memorias de Adriano, de Yourcenar

Por: Winston Manrique Sabogal04/08/2011

AdrianoVillaAdriano
"Cuando considero esos años, creo encontrar en ellos la Edad de Oro. (...) Las planicies habían acumulado el calor del prolongado verano; el vapor subía de las praderas a orillas del Sangarios, donde galopaban tropillas de caballos salvajes; al amanecer bajábamos a bañarnos a la ribera, rozando al pasar las altas hierbas empapadas de rocío nocturno, bajo un cielo en el cual estaba suspendida la delgada luna en cuarto creciente que sirve de emblema a Bitinia. Aquel país fue colmado de favores, y hasta asumió mi nombre. Hicimos una bella travesía del Bósforo, bajo la tormenta; hubo cabalgatas en la selva tracia, con el viento agrio que se engolfaba en los pliegues de los mantos, el innumerable tamborilear de la lluvia en el follaje y en el techo de la tienda. (...) Volvimos a Grecia por el norte. (...)

Llevé a Antínoo a la Arcadia de sus antepasados; sus bosques seguían tan impenetrables como en los tiempos de aquellos antiguos cazadores de lobos".

Es el esplendor de la felicidad de Adriano con Antínoo recreado por Marguerite Yourcenar (Bélgica, 1903-Estados Unidos, 1987) en un capítulo de Memorias de Adriano, de la cual se cumplen 60 años de su publicación. Una magnífica evocación de la vida de un soberano, al final de sus días, que además de ejercer su poder y agrandar la gloria de Roma, entre los años 117 y 138, demostró una gran humanidad al tener especial consideración con los esclavos y favorecer a las artes. Pero su asomo a la inmortalidad la aseguró su gran amor y pasión por el joven griego Antínoo. Él fue testigo de sus logros; con él viajó por sus antiguos y nuevos dominios, a un lado y otro del Mediterráneo y más allá; con él vivió un amor sublime al punto de que "las intrigas se habían anudado en torno a su juvenil cabeza, con innobles esfuerzos por ganar su influencia o sustituirla por otra". No era para menos, si, como narra Yourcenar, lo que sentía y pensaba el emperador sobre Antínoo eran cosas como esta: "Me siguió en la vida como un animal o como un genio familiar. Aquel hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. (...) Sólo una vez fui amo absoluto; y lo fui de un solo ser".

...

Memorias de Adriano es una novela clave en la narración de los hechos históricos, en el modo de mirar y reconstruir el pasado respetando la realidad y tratando de contarlas desde el mundo interior, privado y emocional de un personaje. Tratando de hallar y comprender el origen primero de sus actos, y por ende a su figura. Yourcenar creó una convicente, sabia y conmovedora voz de Adriano. Lo revivió. De ahí que aquel verano con Antínoo por el Bósforo y Grecia sea el esplendor de su felicidad, de un amor en estío eterno, al punto de que la gracia de la estación la fundiera el emperador en el propio ser amado:

"El niño cambiaba, crecía. Una semana de indolencia bastaba para ablandarlo; una tarde de caza le devolvía su firmeza, su atlética rapidez. Una hora de sol lo hacía pasar del color del jazmín al de la miel. (...) Cuando considero esos años, creo encontrar en ellos la Edad de Oro. Todo era fácil; los esfuerzos de antaño se veían recompensados por una facilidad casi divina. Viajar era un juego: placer controlado, conocido, puesto hábilmente en acción. El trabajo incesante no era más que una forma de voluptuosidad. Mi vida, a la que todo llegaba tarde, el poder y aun la felicidad, adquiría un esplendor cenital, el brillo de las horas de la siesta en que todo se sume en una atmósfera de oro, los objetos de aposento y el cuerpo tendido a nuestro lado, La pasión colmada posee su inocencia, casi tan frágil como las otras: el resto de la belleza humana pasaba a ser un espectáculo, no era ya la presa que yo había perseguido como cazador. Aquella aventura, tan trivial en su comienzo, enriquecía pero también simplificaba mi vida; el porvenir ya no me importaba. Dejé de hacer preguntas a los oráculos. "

Pero el verano de su vida habría de terminar con la muerte de Antínoo, ahogado en el Nilo. Desaparecido su sol, la sombra empezó a cubrir la vida de Adriano. "Amor, el más sabio de los dioses... Pero el amor no era responsable de esa negligencia, de esas durezas, de esa indiferencia mezclada a la pasión como la arena al oro que arrastra un río, de esa torpe inconsciencia del hombre demasiado dichoso y que envejece. ¿Cómo había podido sentirme tan ciegamente satisfecho? Antínoo había muerto. Lejos de haber amado con exceso, como Serviano lo estaría afirmando en ese momento en Roma, no había amado lo bastante para obligar al niño a que viviera".

La lucha, el poder y la gloria mirando a Adriano; el dolor, las batallas y la muerte rondando a Adriano; todos triunfos deudores de un amor pero buscando el lugar privilegiado de la memoria; aunque ninguno ensombreció a Antínoo, según nos cuenta Marguerite Yourcenar en esta novela sobre el poder, la gloria, la muerte y el amor. ¿Qué te parece la recreación que hace Yourcenar del emperador romano?

 

* Memorias de Adriano, de la traducción de Julio Cortázar (Edhasa)

 

Imagen: Villa Adriano, a las afueras de Tívolo (Italia).

PD: Algunos de los libros citados por ustedes en el post-prólogo de El verano literario de tu vida protagonizarán, con sus propios comentarios, esta serie la próxima semana: del 8 al 12 de agosto.

 

PUEDES LEER AQUÍ LA SERIE VERANOS LITERARIOS:

3- En la campiña de Orgullo y prejuicio, de Austen

2- El calor sin tiempo en la Comala de Pedro Páramo, de Rulfo

1- Marchitar y florecer en los dominios de El Gatopardo, de Lampedusa

Prólogo: El verano literario de tu vida

comentarios 25

25 Comentarios

Publicado por: leonidas 04/08/2011

Quiero refutar específicamente el comentario de Elena Morado del Rio, quien expresa una virulencia tan sospechosa como las intolerancias que acusa. La imagen que nos devuelve la historia de este emperador no se denigra porque mostrara soberbia, la cual es inherente no sólo al cargo sino al sitio simbólico que ocupaba en un mundo encabezado por Roma. La acusación de antisemtismo es de flagrante ignorancia, toda vez que esta expresión es una invención moderna y en su contexto histórico no pasó de ser el enfrentamiento del poder central a las revueltas subversivas de una de las colonias, ni siquiera la más importante del momento. Usando esa lógica habría que acusar a Trajano de anti-parto. Lo cierto es que Adriano tuvo un tratamiento mucho más inclusivo y tolerante de lo que la propia situación aconsejaba en lo que respecta al "mundo hebreo" durante su reinado. En su período y por su tolerancia comienza el florecimiento del judeo-cristianismo que bien valía que hubiese sido borrado en su raíz para evitar la desastrosa teocracia monoteísta que sucedió al Imperio Romano donde las cotas de persecusión y exterminio alcanzaron niveles insospechados por los antiguos romanos, que eran meros idealistas frente a lo que fue después las Cruzadas, la Inquisición o la conquista de América. Por decir lo menos.

Publicado por: Elena Morado del rio 04/08/2011

El problema es que Hadrianus Imperator ,para el hombre del S. XX, queda definido por lo que esta mujer escribió. Pero él está lejos de ser lo que ella quiso que fuera. Su tolerancia pasa por convertirle en un asqueroso antisemita que no sólo profanó con cerdos el Templo de Salomón, sino que en su odio hasta le cambió el nombre a Jerusalén, llamándola Elia Capitolina. Hay que tener vanidad para hacer eso. Como la que tuvo en Atenas cuadno se le ocurre compararse al mismo Teseo en el llamado Arco de Adriano. Un ser ,que si bien no era deforme, fue deformado. Lo del joven bitinio no está nada claro: a mí de hecho no me extrañaría que su muerte ocurriera en unas cisrcusntancias tan extrañas como la vanidad del Emperador exigía para la Historia. El libro de la YOurcenar es impecable morfologicamente, pero apesta desde el punto de vista intrínseco.

Publicado por: marco 04/08/2011

He leído esta novela 17 veces, una de ellas en fragmentos, en un programa de radio que dirigí hace años en una radio local. Me parece fascinante, por ella leí toda la obra en prosa de Yourcenar. Y la imagen que Yourcenar muestra de Adriano no me parece, en absoluto "amariconao", como se ha dicho, y sí la de un hombre profundamente enamorado que pierde al ser amado. Las demás novelas históricas me parecen folletines mal resueltos comparados con "Memorias de Adriano". Además, en español, tenemos la suerte de gozar de la maravillosa traducción de Cortázar.

Os dejo dos referencias para seguir gozando de aquella época:

La mejor biografía moderna sobre el emperador:

BIRLEY, ANTHONY. "ADRIANO. LA BIOGRAFÍA DE UN EMPERADOR QUE CAMBIÓ EL CURSO DE LA HISTORIA", Península, 2003.

Un enlace al Museo Británico, que montó en 2008una exposición titulada "Hadrian. Empire and Conflict"
http://www.britishmuseum.org/whats_on/all_current_exhibitions/hadrian.aspx

Espero que os gusten las referencias si no las conocíais

Publicado por: El de abajo abajo 04/08/2011

@Mefisto. ¿Pero qué pedantería ni qué niño muerto? ¿Por qué no usar las tildes si están disponibles? La pereza es incultura. La mala leche es necedad, y a ti te sobra a raudales.

Publicado por: mefisto 04/08/2011

¡Magnífica lección de pedantería, el de abajo abajo!

No te preocupes, Laura, te entendemos todos.

Publicado por: El de abajo abajo 04/08/2011

@Laura. No tienes excusa. Todos los teclados tienen tildes y eñes. Sólo es cuestión de buscarlas o aprenderlas.

á = Alt+160
é = Alt+130
í = Alt+161
ó = Alt+162
ú = Alt+163
ñ = Alt+164
Incluso puedes añadir las tildes a las mayúsculas, tal y como dice la RAE que debe hacerse.
Á=Alt+0193
É=Alt+0201
Í=Alt+0205
Ó=Alt+0211
Ú=Alt+0218
Ñ=Alt+165
En un Mac, la tecla de opción permite la inserción de la tilde apretando en 'e', y luego la letra que lleva la tilde. Además, te permite la creación de 'atajos' para insertar la tilde como quieras. Es, repito, cuestión de sacarle el máximo partido a esa herramienta que tienes entre manos.

Ahora ya no tienes excusa...

Publicado por: Laura 04/08/2011

@mariquina, perdon, no tengo acentos espanoles en mi teclado italiano y tampoco la ene con tilde. No tines idea de lo que te sueltan los espanoles hablando de Roma, primero que "sus emperadores mas grandes", Trajano y Adriano, eran espanoles (ni hispanos, directamente espanoles) y que el imperio espanol fue mas grande que el de Roma porque nunca bajaba el sol. Cosas del nacionalismo, supongo.
La pagina donde Adriano piensa dejarlo todo, porque intuye otros imperios, es una de las mas bonitas del libro, para mi, como la pagina de una noche en Siria, si bien me acuerdo, una noche oriental, seguro, donde mira las estrellas y piensa en el infinito y en esas cosas y concluye su relato habalndo de su inmortalidad.
En el libro Adriano habla de Alejandro, no entiendo que quieres decir, perdona. Alejandro, mi gran mito y amor platonico de la epoca clasica, era la obsesion de todos los generales romanos, y tambien de Adriano, por supuesto, aunque como hombre de paz (hay Alejandros para todos); visita el desierto egipcio, donde a Alejandro fue revelada su naturaleza divina y piensa en Alejandro y su dolor cuando muere Antinoo... en politica es su referencia. Es un gran libro, indudablemente, creo que volvere a leerlo!

Publicado por: MARIQUIÑA 04/08/2011

Aquí estaremos. ¿Ruso? ¡Ay, ay! Bueno, por lo menos sabemos que VIAJE AL PETUSCHKI no es. ¡Transcurre en un tren! :-)

Publicado por: Winston manrique sabogal 04/08/2011

¡Hola, amigos! Muy buenos los comentarios y las aportaciones sobre Memorias de Adriano. Y el debate que se abre sobre si es o no una novela histórica. Yo creo que sí, es un tipo de novela histórica porque Yourcenar, como han escrito algunos de ustedes, trata de imaginar, a partir de cosas concretas y reales, lo que habría sido la vida del emperador y de dotarlo de una personalidad y sensibilidad a través de lo que dejó. En fin, es un tema abierto e interesante, donde las fronteras de los géneros literarios se difuminan.

Vamos a ver qué les parece el Verano literario que he elegido para mañana viernes. Una pista: es ruso.
Un saludo
Winston Manrique

Publicado por: Triana 04/08/2011

Estoy muy de acuerdo con el comentario de "LAURA". No me atrevo a escribir mucho más después de leer su comentario. Para mi fue un gran soldado, estratega, amante de la cultura griega y de todo lo relacionado a las artes. Lo percibes cuando visitas Villa Adriana , la perfección y el refinamiento de sus jardnes ,estanques, magnifico palacio. Su amor por Antinoo fue su alegria, pero quién no hubiera amado a un ser tan bello.
Volveré a leerla este verano e intentaré sacarle más sentido a cada capìtulo del libro.

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