Verano recomendado por ASCENSIÓN MARTÍN
"Desde la ventana de su cuarto en el segundo piso Oliveira veía el patio con la fuente, el chorrito de agua, la rayuela del 8, los tres árboles que daban sombra al cantero del malvones y césped, y la altísima tapia que le ocultaba las casas de la calle. (...) Por la noche la rayuela tenía como una débil fosforescencia y a Oliveira le gustaba mirarla desde la ventana. (...)
Talita alzó la cabeza y vio a Oliveira en la ventana. Tardó en reconocerlo, y se balanceaba en una pierna, como sosteniéndose en el aire con las manos. Mirándola con un desencanto irónico, Oliveira reconoció su error, vio que el rosa no era rosa, que Talita llevaba una blusa de un gris ceniciento y una pollera probablemente blanca. Todo se (por así decirlo) explicaba: Talita había entrado y vuelto a salir, atraída por la rayuela, y esa ruptura de un segundo entre el pasaje y la reaparición había bastado para engañarlo como aquella otra noche en la proa del barco, como a lo mejor tantas otras noches. Contesto apenas al ademán de Talita, que ahora bajaba la cabeza concentrándose, calculaba, y el tejo salía con fuerza de la segunda casilla y entraba en la tercera, enderezándose, echando a rodar de perfil, saliéndose de la rayuela, una o dos baldosas fuera de la rayuela.
— Tenés que entrenarte más -dijo Oliveira- si le querés ganar al 8.
—¿Qué hacés ahí?
— Calor. Guardia a las once y media. Correspondencia.
— Ah -dijo Talita-. Qué noche.
- Mágica -dijo Oliveira, y Talita se rió brevemente antes de desaparecer bajo la puerta".
A aquella noche veraniega en Buenos Aires de Rayuela, de Julio Cortázar (1914-1984), nos trasladamos hoy por sugerencia de ASCENSIÓN MARTÍN, una de las lectoras del Facebook de Babelia. Ella hubiera querido vivir justo ese verano que encabeza el post de uno de los libros más queridos por los hispanohablantes, de uno de los escritores latinoamericanos más importantes e influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Más alllá de la turbulenta y atractiva historia de amor entre Oliveira y La Maga, está la estructura de una obra que trastocó el orden novelístico tradicional y generó diversas lecturas desde supublicación en 1963. Un libro imprescindible poblado de personajes e historias inolvidables.
A la sombra de este verano de Rayuela, vivido por Oliveira y Talita, aprovecho para contestar a varios seguidores de Papeles perdidos y sus deseos de haber querido ser testigos de otros veranos literarios pero que no abordaré este año porque ya lo hice en la edición pasada de esta serie. A cambio, lo que haré será recordar el artículo respectivo donde evoqué periodos estivales de algunos de los escritores mencionados por ustedes como Virginia Woolf, Marcel Proust, Francis Scott Fitzgerald, Gabriel García Márquez y Cesare Pavese:
A Juanan, que hubiera sido feliz en una de las fiestas de
El gran Gatsby, de Fitzgerald, por ahora puedes sentirte como invitado
en este enlace.
A Marian, que quisiera vivir un verano como el descrito por García Márquez de Fermina Daza y Florentino Ariza, ya mayores y enamorados remontando el río, le digo que se trata de
El amor en los tiempos del cólera y van por las aguas del Río Grande de la Magdalena, que recorre Colombia de sur a norte. Este año no abordo ningún verano del Nobel colombiano porque ya lo hice en 2010 con un cuento maravilloso titulado
La siesta del martes que puedes ver aquí.
A Estoy leyendo, que habla de
El bello verano, de Pavese, lo invito a que vea el artículo que escribí sobre el autor italiano, basado en el
relato El mar, que puedes ver aquí.
Gracias a todos los lectores de Papeles perdidos que están siguiendo esta serie que busca rescatar algunos veranos descritos por importantes escritores, y cuyos episodios o pasajes nos hubiera gustado vivir o simplemente revivir a través de su lectura. Y especialmente gracias esos lectores que han participado expresando cuáles son sus periodos estivales favoritos de la literatura y a quienes el blog de Babelia ha dado esta última semana y hoy todo el protagonismo. A partir de mañana vuelvo a los veranos literarios sorpresa. El de mañana, por ejemplo, será en el París aristocrático del siglo XVIII, plagado de intrigas y crueldades en nombre del juego del deseo y la pasión.
VERANOS LITERARIOS 2011 (aquí la serie 2010 y 2011):
10- Huéspedes de lujo en Retorno a Brideshead, de Waugh
9- Visita el País de Nunca Jamás con Peter Pan, de Barrie
8- El vuelo luminoso de Tokio blues, de Murakami
7- Revivir ante la belleza en La muerte en Venecia, de Mann
6- Bajo las estrellas y la alegría de El camino, de Delibes
5- El verano delator de Ana Karenina, de Tolstói
4- El esplendor de la felicidad en Memorias de Adriano, de Yourcenar
3- En la campiña de Orgullo y prejuicio, de Austen
2- El calor sin tiempo en la Comala de Pedro Páramo, de Rulfo
1- Marchitar y florecer en los dominios de El Gatopardo, de Lampedusa
Prólogo: El verano literario de tu vida
comentarios
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Publicado por: augustbecker 15/08/2011
"anacronismos superadísimos hace decenios."
Señora Morado, lamento decirle que el criterio de superación en literatura no es el paso del tiempo. Hay obra buenas y obras malas, no obras anacrónicas y obras superadas. ¿Es anacrónica La Divina Comedia respecto El Castillo de Kafka? ¿Está superado el Quijote por el Ulises de Joyce? No sé de qué está hablando, Señora Morado, pero desde luego, no de literatura. Quizá de la tiranía de la moda...