Por: Winston Manrique Sabogal21/09/2011
En el último día oficial del verano cierro esta serie en las aguas frías de Irlanda con Nadan dos chicos, de Jamie O'Neill, una de las mejores novelas en lo que llevamos del siglo XXI. Al igual que el año pasado, y como lo anuncié en la entrega anterior de estos Veranos literarios, termino el homenaje a episodios veraniegos clave en obras de la literatura con un autor contemporáneo que les recomiendo especialmente. O'Neill es un narrador irlandés, tal vez su país es el que tiene más escritores de calidad por número de habitantes, nacido en 1962 en Dún Laoghaire (anteriormente Kingstown), al sur de Dublín, que escribió esta novela durante diez años mientras trabajaba como portero de noche en un hospital psquiátrico de Londres.
Fue El libro de la semana de Babelia, el 9 de julio de 2005 en edición de Pre-Textos, y José María Guelbenzu empezaba la crítica diciendo: "Dar con una gran novela de un autor estrictamente contemporáneo es cosa tan rara como verdaderamente estimulante. (...) Ya desde la primera página la calidad y variedad de los recursos expresivos se manifiestan sin el menor pudor". Veamos, pues, un pasaje estival de Nadan dos chicos en la costa irlandesa en 1916:
"La playa estaba desierta bajo la postrera luz de la tarde. La marea estaba muy baja, no había ningún ruido salvo un leve zumbido y de vez en cuando un chapoteo en las charcas más profundas. Doyler bajó del malecón y fue a las rocas. (...)
Bordearon el lugar de baño de damas, que parecía una piscina profunda e intacta, y en vez de quedarse allí treparon por los recios farallones que se metían en el mar, sobre las abruptas y erosionadas rocas cubiertas de percebes que llevan a la encenada de Sandycove. Rodearon la mullida arena de fuera y luego se zambulleron en el fango que había donde rompían las olas. Y era raro entrar de ese modo en la ensenada. Todo estaba cubierto de algas, un flujo fétido y oleaginoso. Recia sobre ellos se cernía la torre Martello, con su aspecto fantasmal y portentoso sobre su montículo cubierto de hierba.
Doyler se detuvo para dar un vistazo a su alrededor. La arena estaba gris, pues el color había desaparecido al tiempo que caía la tarde. Plateados riachuelos dibujaban venas en su piel, salvo donde la profunda oscuridad se arrastraba desde las cavidades de barcas encalladas. Las solemnes casas de Sandycove miraban al interior frente a la noche. En el oeste las nubes se habían hecho uno con los montes. Todo se había sumido en el silencio, salvo una grulla que detrás de ellos se fue aleteando entre susurros. Entonces Doyler se dio una palmadita en la pierna mala y profirió un rugido.
-¿Qué? -preguntó Jim.
-¡Corre! -rugió.
Embistió grada arriba, resbalando y volviendo a enderzarse, todo el tiempo rugiendo, un grio salvaje: ¡yupi!. (...)
Jim se quedó paralizado bajo el mareante viento de la Punta. (...)
-Supongo que nunca he tenido lo que se puede llamar un amigo.
La frente de Doyler se arrugó, como arena ondulada.
-Eres un tío raro, Jim Mack, déjame que te diga. Quítate la camisa.
Cuando se sacó la camisa por el cuello, allí estaba la cara de Doyler, al otro extremo del túnel que hacía el cuello de la camisa, luego la tela blanca que parecía no terminar nunca hasta que su faldón se deslizó por su cabeza, y de nuevo la cara de Doyler, una sonrisa ladeada, examinándolo. Preferiría que Doyler no estuviese observándolo todo el tiempo.
- ¿Sabes? No pareces tan canijo en cueros. Un par de mañanas aquí nadando y pronto conseguiremos que estés en forma.
En medio del acaloramiento Jim se dio cuenta de que sonreía.
-Y no te preocupes por el mar, abajo. Son los nervios los que hacen que se agite. No hay nada de lo que asustarse. ¿Sabes tirarte?
-Si me tapo la nariz.
-Bueno, asegúrate de que es tu nariz la que tapas. -Con gesto de atrevimiento, agarró a Jim por la muñeca-. Listos, ¡ya!
Corrieron al saliente. Doyler vociferando "¡Yupi!" Padre, Hijo y Espíritu Santo: Jim saltó, cayó, se zambulló.
El mar estaba helado, y se quedó sin aliento como si le hubieran dado una paliza. Los oídos se llenaron con el rugiente silencio. Era como caer en el sueño, en un sueño verde y opaco. Luego el bombeo en sus oídos se hizo más intenso y los pulmones eran como una bolsa de papel que se podía hacer estallar de un manotazo, y sacudió sus manos para comenzar el ascenso, desesperadamente sin querer al final. Por fin salió a la superficie y ¡oh, alegría! allí hay aire de verdasd. Una mano le da una palmada en la espalda en el hombro y allí está Doyler".
La amistad emerge como epicentro de esta historia de casi 800 páginas. Nadan dos chicos es una novela cuyos temas centrales son la relación homoerótica de dos adolescentes, de su país Irlanda, el catolicismo irlandés y su peso sobre la sociedad y la guerra. José María Guelbenzu escribió en su momento: "Incluso diría que no hay secundario que falle porque todos, aunque lo sean por un par de pinceladas, están muy bien definidos. El conjunto del cuadro es realmente impresionante. (...) De resultas, la visión de Irlanda se aleja fecundamente del simplismo nacionalista sin perder un ápice de su deseo de integridad nacional. En resumidas cuentas, una novela redonda, honda, sugerente, llena de sentido, bien armada y mejor escrita cuya extensión esta vez sí que se agradece porque cuando el talento literario se extiende, uno desea que no acabe nunca".
Poco más que decir de la novela de Jamie O'Neill. Insistir en que es una de las mejores novelas que he leído de un autor contemporáneo. Y hasta aquí la segunda entrega de esta serie de Veranos literarios, iniciada en 2010. Y mañana que ya llega el otoño, los dejo en compañía de los diferentes pasajes estivales que recordé de obras de Lampedusa, Rulfo, Verne, Yourcenar, Faulkner, Delibes, Mann, Austen o Waugh.
Nadan dos chicos, de Jamie O'Neill, en traducción de Antonio Rivero Taravillo (Pre-Textos)
Imagen: Bañista sentado, de George Pierre Seurat.
VERANOS LITERARIOS 2011 (aquí la serie de 2010 y 2011):
18. Vacaciones a Veinte mil leguas, de Verne
17. El impacto del sol en Las palmeras salvbajes, de Faulkner
16- Sombras eternas en El callejón de los milagros, de Mahfuz
15. Ardor pasional neoyorquino en Crucero de verano, de Capote
14. Descubre el hechizo de Aranmanoth, de Matute
13- El secreto de El amante de Lady Chatterley, de Lawrence
12- El placer de Las amistades peligrosas, de De Laclos
11- Una noche de juego mágico en Rayuela, de Cortázar
10- Huéspedes de lujo en Retorno a Brideshead, de Waugh
9- Visita el País de Nunca Jamás con Peter Pan, de Barrie
8- El vuelo luminoso de Tokio blues, de Murakami
7- Revivir ante la belleza en La muerte en Venecia, de Mann
6- Bajo las estrellas y la alegría de El camino, de Delibes
5- El verano delator de Ana Karenina, de Tolstói
4- El esplendor de la felicidad en Memorias de Adriano, de Yourcenar
3- En la campiña de Orgullo y prejuicio, de Austen
2- El calor sin tiempo en la Comala de Pedro Páramo, de Rulfo
1- Marchitar y florecer en los dominios de El Gatopardo, de Lampedusa
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Publicado por: buy DUTY FREE cigarettes 21/09/2011
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