Por: Virginia Collera11/10/2011
Remnick y Franzen en un momento de la charla. www.newyorker.com
Acaba de terminar el New Yorker Festival y, como no podía ser de otra forma, tantos invitados ilustres -Joyce Carol Oates, Frank Gehry, David Cronenberg, etc.- tenían que dejar, al menos, una frase para la polémica. ¿El controvertido protagonista de esta edición 2011? Jonathan Franzen. O David Foster Wallace, según se mire.
Franzen, que acaba de publicar Libertad (Salamandra) en España, habló con el director de The New Yorker, David Remnick, sobre la fiabilidad del narrador -la charla se puede ver en FORA.tv, previo pago de 9,95 dólares-. Y, para sorpresa de muchos, la conclusión fue que el fallecido Foster Wallace no era precisamente de los fiables, más bien todo lo contrario. En un momento de la conversación, Remnick preguntó a Franzen sobre los límites entre ficción y no-ficción.
Remnick: Tú eres bastante estricto, ¿no? Consideras que escribir presuntamente no-ficción e introducir elementos inventados equivale a engañar al lector…
Franzen: Sí, pero a Dave Wallace le parecía bien.
R: ¿Qué? ¿Le parecía bien inventarse diálogos para un artículo sobre cruceros?
F: Por ejemplo… Sí.
R: Me dejas desconsolado…
F: Lo sé, lo sé, pero esas cosas nunca sucedieron…
Ese artículo sobre cruceros no es otro que el célebre Shipping out. On the (nearly lethal) comforts of a luxury cruise (disponible en www.harpers.org) que Foster Wallace publicó en enero de 1996 en la revista Harper's y que, más tarde, se convertiría en un libro titulado: Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (Mondadori). Como él mismo contaba, "cierta revista chic" le había pedido que escribiera "una especie de ensayo errático", esperaban de él "una especie de gigantesca postal" basada en su experiencia. Y él contó que había bailado (brevemente) la conga, había sido objeto de mil quinientas sonrisas profesionales y se había mudado y cambiado de piel dos veces, pero no contó, y ahora lo hace post-mortem uno de sus mejores amigos, que algunas de esas conversaciones con sus compañeros de crucero caribeño eran pura ficción. Varias publicaciones le han afeado el gesto a Franzen. Remnick, por su parte, reconoció sentirse, además de desconsolado, aliviado porque, como bien señaló, Franzen "[Foster Wallace] nunca publicó no-ficción" en The New Yorker.
R: ¿Temía quedar en evidencia ante los correctores?
F: A mí me aterrorizan los correctores.
comentarios 12
Publicado por: Cheap Football jerseys 11/10/2011
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