Por: Winston Manrique Sabogal20/07/2012
"LLegada la hora, el visir acudió a palacio para entregar Shahrasad al rey, quien se la llevó de inmediato a la cama y empezó a solazarse con ella. Pero la joven se puso a lloriquear y, a la pregunta del rey sobre el motivo de tal reacción, contestó que, antes del alba, deseaba despedirse de su hermana. El soberano, para complacerla, mandó a buscar a Dinarsad y la acomodó debajo de la cama.
La hermana estuvo en todo momento atenta, en espera de que el rey poseyera a su hermana, y cumplió con su cometido.
-Querida hermana -dijo después de un suave carraspeo-, si aún no te has dormido, ¿por qué no cuentas una de esas preciosas historias con las que solemos pasar las veladas? Ante la incerteza de lo que te pueda ocurrir, será mi despedida de ti.
- Si vuestra majestad me lo permite, lo haré -dijo Shahrasad, dirigiéndose al rey.
El soberano Shahrayar dio su consentimiento y Shahrasad explicó:
Se cuenta, majestad, que un acaudalado comerciante...".
...Y con estas palabras Shahrasad empezó una estrategia para salvar su vida ya que el rey, despechado por la continuada infidelidad de su esposa, a quien ordenó decapitar, había decidido pasar cada noche con una doncella virgen y mandarla a matar al amanecer. Es el origen y desencadenante de esta colección de historias árabes de Las mil y una noches, convertidas en uno de los libros más populares en el mundo y más queridos por toda clase de lectores; además de ser apreciado por un sinnúmero de escritores por servirles de guía o motivación en diferentes aspectos de la cultura y la creación.
En Occidente lo popularizó Antoine Galland a comienzos del siglo XVIII al traducirlo al francés desde donde se divulgó por medio mundo. Sin embargo, desde el medievo ya se conocían diferentes versiones en español. Pero, como ya se sabe, Las mil y una noches no son en realidad mil y una noches, al menos el manuscrito más antiguo que se conserva en la Biblioteca Nacional de París no llega a las 300 noches. El origen del libro es sánscrito, y lo que sucede es que se fueron incorporando historias que se adaptaron al núcleo del original. Según el estudio del profesor M. Hahdi, en la edición de Editorial Destino que repoduzco en el post, el original recoge textos indios y sirios y los añadios son, sobre todo, egipcios. El manuscrito conservado en París, por ejemplo, no tiene algunos de los más famosos relatos como Aladino, Simbad el marino o Alí Babá.
En cualquier caso, Las mil y una noches es como la casa del verano, los cuentos que allí se relatan parecen transcurrir en el periodo estival. Hay sol, cielos límpidos, oleajes marinos, jardines florecidos, árboles frondosos, pájaros alegres, arroyos que calman la sed o correrías y aventuras de gentes cuyo tiempo transcurre en una atmósfera cálida. De hecho, el primer relato con que Shahrasad intenta aplazar su muerte empieza en verano, es el de El comerciante y el genio, escuchémosla:
"Se cuenta majestad, que un acaudalado comerciante, dueño de múltiples propiedades, bienes y esclavos, al que no faltaban mujeres e hijos y que contaba con una importante red de negocios, incluyendo préstamos y deudas acumuladas a lo largo y ancho del país, tuvo que viajar a otra región. Hizo los preparativos necesarios, llenó las alforjas de panes dulces y dátiles, ensilló la montura y partió. Al cabo de varios días de viaje, y con la ayuda de Dios, llegó sin contratiempos a su destino.
Solucionados los asuntos que le habían llevado lejos de su hogar, emprendió sin más demora el regreso a casa y, al cuarto día de viaje, el calor le agobiaba de tal modo que, desviando la montura del camino, resolvió descansar un rato bajo las sombras de una arboleda cercana. Al lado de un frondoso almendro manaba una fuente de agua cristalina y fresca y el comerciante, después de apearse y apagar su sed en ella, sacó unos panes dulces y dátiles de la alforja y se sentó tranquilamente al pie del árbol para dar buena cuenta de ellos. Mientras comía, distraídamente, iba arrojando los huesos de los dátiles a derecha e izquierda y, cuando hubo terminado, se lavó en la fuente y se dispuso a rezar.
Acababa de realizar la última genuflexión cuando, al levantar la cabeza, se percató con horror de que un enorme genio, cuya cabeza rozaba las nubes, se le acercaba espada en mano y con actitud amenazante.
-¡Levántate! -rugió el genio, espada en mano- ¡Morirás como mereces!
-Pe... pero... se...señor genio... -balbució el pobre hombre, terriblemente asustado- ¿porqué queréis matarme?
- ¡Te mataré tal como has matado a mi hijo! -contestó el genio sin contemplaciones.
-¿Vuestro hijo? ¿muerto?, pero ¿y yo qué tengo que ver con la muerte de vuestro hijo?
-¡Tú le has matado!
-¡Dios mío!, ¿qué decís? ¡Os juro que yo no le he matado!
-¿Ah, no?, ¿no eras tú el que comía dátiles aquí hace un momento?
-Sí, pero ¿y qué tiene que ver esto con la muerte de vuestro hijo?
- ¿Y no arrojabas los huesos al aire sin miramientos?
-Sí...
-Entonces tú le has matado, ¡sin duda! Mi hijo pasó por aquí volando, con tan mala fortuna que uno de los huesos que tú arrojabas le dio de lleno y el pobre murió al instante.
-Señor, no sabía... ¡ha sido sin querer!
-¡Silencio! La sangre con sangre se paga: has de morir así como mataste".
Y Shahrasad continúa el relato contando que el hombre pide un año de plazo para dejar todo en orden en su hogar y promete volver al sito para morir. Así lo hace, pero en el trayecto se encuentra con tres hombres, en diferentes momentos, que quieren ver cómo se realizará la muerte. Cuando el genio aparece cada uno de los hombres ofrece contar al genio su fabulosa historia personal a cambio de un tercio de la vida del condenado, si gusta al genio.
Así, las historias de Shahrasad en Las mil y una noches se abren en una especie de cajas chinas, de relatos dentro de relatos, extraordinarios. Un "libro de la vida", como lo llama el escritor Juan Goytisolo, para quien la estela de dichos relatos ha nutrido parte de la literatura universal.
La fascinación de este libro, según explicó Goytisolo en una entrevista de Babelia, se debe a lo siguiente: "Porque hay toda posibilidad de lecturas. Es un canje continuo de lo oral a lo escrito, de lo escrito a lo oral. El origen claro viene de la península indostánica y de Persia, y son relatos orales que luego eran puestos por escrito, pero el autor nunca se conoce, no hay autores. Lo que cuenta es el relato y el transmisor. Es una cadena de transmisores, adaptadores, oyentes, narradores... Pero al no haber autoría no hay autoridad. Ésta es la maravilla de Las mil y una noches, que no es como estos relatos, que están en el origen de las religiones monoteístas, que son lo que son, como un credo. Éste no, al revés, permite todo, no puede haber un manuscrito apócrifo porque todo el mundo añade y quita cosas. En esta galaxia de relatos que van de la India a Persia, de Persia a Bagdad, tienes historias de orígenes muy distintos que se relacionan con otras que se van transmutando y que se ponen por escrito a partir de la invasión mongólica. Ahora hay varios manuscritos y una traducción reciente de Las cien y una noches, un texto encontrado en el Magreb, que yo comparo con el relato de Las mil y una noches. Es más elemental, menos elaborado y facilita más el relato oral en zocos".
Y cierro este post de Las mil y una noches con el final de cada noche:
"La luz del alba sorprendió a Shahrasad y ella dejó de hablar.
'¡Qué historia tan extraordinaria e increíble!', exclamó su hermana Dinarsad. 'Pues si la próxima noche aún sigo con vida y su majestad el rey me lo permite, os contaré el resto, que es mucho más sorprendete todavía', replicó Shahrasad".
* Las mil y una noches. Según el manuscrito más antiguo conocido. Traducción del árabe de M. Dolors Cinca Pinós y Margarita Castells Criballés. Editorial Destino.
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comentarios 8
Publicado por: winston 20/07/2012
Hola, Javier. Claro que tendremos un verano con Salgari, y tal vez otro con E. R. Burroughs, para evocar momentos inolvidables.
Gracias por la sugerencia y un saludo,
Winston