Por: Winston Manrique Sabogal16/07/2012
Corriendo por la playa, de Sorolla.
Vivir las travesuras de Tom Sawyer... descubrir la aventura en La isla del tesoro... aprender de la vida en Matar a un ruiseñor... disfrutar de las fiestas en El gran Gatsby...
La felicidad suele aguardarnos en las vacaciones. Es el reencuentro con la vida que queremos vivir o soñar. Vacaciones que la mayoría de la veces coinciden con el verano en los hemisferios Norte y Sur (junio, julio y agosto y diciembre, enero y febrero, respectivamente); aunque en el trópico es la estación eterna hasta, más o menos, los mil metros de altitud, y de ahí para arriba la temperatura baja a medida que se asciende en la cordillera, pero todos saben, sabemos, que siempre tienen el calor y la vida estival a un paso de bicicleta, de autobus, de coche o avión.
Como la misma naturaleza, el verano es la época esperada donde también suelen ocurrir los periodos de transición de nuestras vidas o momentos cruciales donde se inician y emprendemos caminos que no sabemos a dónde nos llevarán, pero que siempre estarán en nuestros recuerdos, sean cuales sean sus vivencias. Una prueba de la importancia de esta estación la refleja la literatura. Cuentos, novelas o poemas dedicados al verano vacacional en el cual suelen situar un episodio esencial que funciona como un destello de la historia contada. Como nuestra propia vida...
En el estío se descubrió la infidelidad de Anna Karenina... con él arranca Sherezada sus embrujadoras historias de Las mil y una noches... al capitán Ahab se le reveló parte de la verdad de Moby Dick... Emma vio cómo surgía un nuevo amor en Madame Bovary... se dio rienda sulta a las pasiones malsanas de Humbert Humbert en Lolita... el destino de la tierra Media empezó a cambiar en El señor de los anillos... se trastocó la vida de todos en Sueño de una noche de verano...
El periodo estival aguarda y lo anhelamos, y lo recuperamos siempre a través de nuestros recuerdos o de pasajes literarios que nos gustan. Con esta reflexión empiezo hoy la tercera edición de la serie Veranos literarios, en la cual rescato algún episodio veraniego de un libro para hablar de él, de su autor o de lo que representa para la literatura y nuestras vidas y que ustedes completan con sus comentarios, creando así una pieza coral. Los dos primeros lectores que se unen a este verano entre libros son las escritoras Menchu Gutiérrez y Clara Usón.
Por eso, antes de irnos hacia el primer verano literario de este año, me gustaría que hoy la introducción la hicieran ustedes por dos motivos: el primero de ellos para que evoquemos momentos estivales de la literatura que nos gustan y los compartan con nostros, y segundo para tratar de dedicar capítulos de la serie a los libros citados por ustedes con esta temática y que no hayan sido abordados en los dos años anteriores.
Aquí puedes ver los libros tratados en las dos primeras partes de la serie en 2010 y 2011.
Entre los libros que ya he tratado figuran: El Quijote de La Mancha (Cervantes), El gran Gatsby (Scott Fitzgerald), El rumor del oleaje (Mishima). Tom Sawyer (Twain), Memorias de África (Dinesen), La isla del tesoro (Stevenson), En busca del tiempo perdido (Proust), Pedro Páramo (Rulfo)...
En cualquier caso, hoy, primera entrega de los Veranos literarios de 2012, esta introducción conjunta busca crear entre todos una especie de Biblioteca coral de los mejores veranos literarios de los lectores de Papeles perdidos, el blog de libros de EL PAÍS.
Como decía, las dos primeras aportaciones las hacen las escritoras Menchu Gutiérrez y Clara Usón. Pero antes de decirnos su verano literario, Gutiérrez hace una reflexión sobre dicha estación: "Siempre he sentido que el verano opera en nosotros una pequeña metamorfosis, y que volvemos a entrar en el frío transformados por sensaciones y reflexiones que sólo han podido nacer en medio de una especie de ralentización del tiempo que acompaña a esta estación. La novela de Al faro, de Virginia Woolf, es una maravillosa evocación de ese privilegiado paréntesis vacacional, regido por normas diferentes, y en el que de forma inesperada nos vemos asaltados por algo que podría llamarse fantasía lúcida. Me emociona especialmente la forma como esa casa de la costa, que sólo se habita en el verano y se mantiene cerrada durante el resto del año, es capaz de comunicar una suerte de vida al margen de la vida".
Para Clara Usón el verano literario está en otro gran clásico: "El capítulo de los 'comicios' en Madame Bovary. Rodolfo seduce a Emma en la sala de juntas del Ayuntamiento de Yonville, mientras debajo de ellos, y en contrapunto, se desarrolla la ceremonia. 'También yo guardaré su recuerdo', confiesa Emma Bovary, tímida. 'Por un morueco merino…', atruena el orador desde la plaza del pueblo. '¡Oh, no!, ¿verdad que seré algo en su pensamiento, en su vida?', implora Emma. 'Raza porcina, premio ex aequo: a monsieur Lehérissé y a monsieur Cullembourg, ¡setenta francos!', proclama triunfal el presidente… El clímax llega cuando Emma y Rodolfo unen sus manos, mirándose a los ojos, mientras el presidente concede a voz en grito la medalla de plata del premio de veinticinco francos a una campesina, por cincuenta y cuatro años de servicio en la misma granja. La galardonada no se entera de su fortuna porque es sorda; cuando al fin sube al estrado y recibe su premio, masculla: 'Se la daré al cura del pueblo para que me diga misas'. Es una escena de amor magistral y divertidísima".
Ahora es tu turno, invítanos a tu verano literario favorito para, entre todos, ir creando el itinerario de viaje de esta serie...
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Publicado por: PACO 16/07/2012
MATAR UN RUISEÑOR. ESTE ES EL TÍTULO. TODO EL MUNDO PONE SIEMPRE MATAR A UN RUISEÑOR.