Por: EL PAÍS23/11/2012
Por J. ERNESTO AYALA-DIP
Llevo todavía en la retina el papel inigualable que Marcello Mastrionani encarnaba en una película estrenada en 1962 (aunque yo la vería veinte años más tarde). Se trataba de Crónica familiar, dirigida por Valerio Zurlini y basada en la novela autobiográfica del escritor italiano Vasco Pratolini. Creo que el otro papel lo hacía Jacques Perrin. Esos dos hermanos que se reencuentran después de tantos años: toda una lección de cine y de adaptación de un texto literario al celuloide. No tengo la más mínima autoridad para dictaminar si Zurlini es un gran director, aunque muchos afirmen que sí. Pero el recuerdo de la película casi me hace olvidar el libro, el primero que leí de Pratolini. He releído Crónica familiar y esa relectura me condujo a otra: Crónica de pobres amantes (1947).
Me pareció haber leído alguna vez en una reseña literaria que en esta hermosa novela de Pratolini no sale nunca la palabra Mussolini. Acertado comentario. Y sin embargo, la novela trata de un barrio pobre de Florencia de los años veinte en pleno régimen fascista. Antes de escribir esta novela, su autor había publicado El barrio (1942), donde ya comienza a elaborar la idea de microcosmos narrativo. Crónica de pobres amantes podría en principio hacernos recordar La colmena, de Camilo José Cela, que se publica por los mismos años que la de Pratolini en Chile. La idea de celdas humanas vinculadas por una misma atmósfera de desánimo colectivo, tiene algo que ver con la estructura coral de la historia del italiano. Sin embargo Pratolini no coincide con el escritor gallego en el uso de recursos estilísticos, retóricos y narrativos. Cela maneja multitud de personajes (prácticamente toda gente de clase media baja, coincidiendo en ello con el italiano) y los estructura, bajo un punto de vista objetivista, atendiendo a un orden discontinuo y fragmentario. En Pratolini, el relato, aun cuando abraza a varios personajes, mantiene una línea regular y ordenada, como si a su autor no lo apremiara tanto la necesidad de priorizar los experimentos narrativos como privilegiar la denuncia de un estado moral e ideológico en la Italia de Mussolini en los primeros cinco años de su régimen: la moral y la ideología fascista. Pratolini nos habla de una calle, apenas unos cincuenta metros llenos de miseria, esperanza o resignación: Vía del Corno. En ese trecho, pululan herreros, zapateros remendones, chicas enamoradizas, jóvenes dispuestos a cambiar de novia a la primera de cambio, prostitutas, arribistas, obreros comprometidos en la lucha antifascista o jóvenes sin ninguna formación política que al final se convierten en esbirros del autoritarismo más cruel e intolerante. Vía del Corno bulle. Una calle miserable en un barrio de Florencia. La cruzan callejuelas donde se van larvando vidas, odios y amores clandestinos. Una calle, la vía del Corno, donde piden cobijo pobres amantes de distinta condición humana, aunque todos hermanados por pertenecer a una otrora clase media baja, ahora paupérrima y superviviente. La narración se pone en boca de una primera persona colectiva. Se cruzan historias. Y en medio de éstas, florecen romances sin futuro. Unos breves, otros raramente definitivos. Esos pobres amantes son la razón animal o demasiado humana de que en esos cincuenta escasos metros, palpite la vida en medio de la sinrazón del fascismo. No creo que pueda decirse que Crónica de pobres amantes sea una novela política, aunque la política anide entre sus líneas como una sombra inhumana o la luz que lleva a la libertad.
Vasco Pratolini es uno de los grandes escritores realistas italianos del siglo XX. Pero por sobre toda clasificación y nación, es uno de los grandes novelistas del siglo XX. “Vía del Corno tiene cincuenta metros de largo y cinco de ancho; carece de aceras”. Esta calle triste y luminosa a la vez, está a muy pocos metros del Palazzo Vecchio. Pratolini ha escrito un poema en forma de relato realista. No se engañe el lector con las descripciones minuciosas, ni con las enumeraciones domésticas: nada tienen que ver con el costumbrismo ni el naturalismo. Tienen que ver en todo caso con un realismo casi fotográfico de los sentimientos, de las pulsiones carnales, incluso de las esperanzas más elementales, en un contexto terriblemente adverso ideológicamente para la vida. Sencillamente, la vida. No quisiera despedirme hasta la semana que viene sin antes compartir con los lectores dos descripciones de la novela a la que hoy damos una segunda oportunidad. Una describe el invierno: “Después vino el invierno de verdad, pasaron meses, y, para escapar al terror que inspiraban las ideas sobre la muerte, cada cual miró con mayor atención a la vida”. Y la otra describe la llegada de un nuevo verano: “Ha llegado el nuevo verano, pero este frío de los corazones, ¿quién lo hará desaparecer?”. Disfrútenla.
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comentarios 3
Publicado por: ★★BLOG ELIMINAR LA GRASA ABDOMINAL★★ 23/11/2012
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