Por: EL PAÍS16/12/2012
J. ERNESTO AYALA-DIP
Decía Somerset Maugham que Balzac, como todos los grandes novelistas, era mucho mejor imaginando gente mala que gente buena. Balzac fue un gran conocedor de la gente, de la mala y de la buena, aunque tal vez convendría clasificar un poco ese conocimiento. El mismo novelista inglés incluía a médicos, tenderos, empleados y periodistas, entre otros, en esa franja que con tanta exactitud conocía el gran autor francés. En cambio, consideraba que era menos preciso en el dibujo de los obreros urbanos y trabajadores agrícolas. Eso lo afirmaba Somerset Maugham a propósito de Papá Goriot. Esta pequeña introducción viene a cuento del libro al que creo no deberíamos escamotearle ninguna nueva oportunidad. Me refiero a Un asunto tenebroso, una de las primeras novelas policíacas de la historia del género, si no la primera, con permiso de Caleb William (1794), de William Godwin (el padre de Mary Shelley).
En esta novela de espionaje, de trama policíaca, destaca la visión política de Balzac, su lucidez para interpretar un hecho histórico (sin ser por ello una novela histórica). En uno de los estudios más penetrantes de la obra de Balzac, el ya fallecido escritor y estudioso de la literatura francesa Carlos Puyol defiende la tonalidad elegíaca de esta novela. Por encima de su trama llena de venganza y resentimientos de clase y maquinaciones políticas, la novela, según Puyol, no es en el fondo otra cosa que el adiós de la vieja nobleza en el umbral de la nueva sociedad “práctica y prosaica” que viene a reemplazarla.
Un asunto tenebroso forma parte de “Escenas de la vida política” de la Comedia Humana y, evidentemente, se merece una segunda oportunidad. La novela es un Balzac puro. No importan sus intromisiones en el relato. Ni sus desaforadas por momentos digresiones sobre cualquier asunto. Importa su inteligencia analítica para abordar unos hechos históricos y políticos casi contemporáneos al relato. Asuntos tenebrosos tenemos hoy a montones. Fouché no nos faltan. Y ya no digamos complots políticos. Lo que nos falta probablemente son más Balzac. Así que aprovechemos éste.
comentarios 4
Publicado por: Charly 16/12/2012
Los Fouchés y Kamptz de hoy en día están dentro de ese mal llamado Ministerio de (des)Igualdad, según el cual todos los varones, tan sólo por serlo, ya son carne de cañón para su ingreso en prisión. La ínclita ministrilla Irene Montero es la más fiel personificación de aquellos dos lúgubres personajes, antes mencionados. De todos modos, y por desgracia, una vez más la realidad supera a la ficción. Ver para creer. Es una aberración que personajillos/as (o personajilles, como les gusta decir a las matriarcas hembristas) lleguen al poder y ocupen lugares de decisión que, ni en la pesadilla más tenebrosa, debería jamás currir.